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Luego de semejante confesión, no me quedó duda que ese hombre estaba completamente loco.

Ignoré lo que me dijo después, porque no quise darle demasiada importancia.

Retomamos el camino en silencio y de todas formas no quería preguntar otra cosa que fuese interesante o por lo menos no tan absurda salir de su boca, supuse que los humanos perdían el sentido de la realidad muy fácil.

Me condujo al refugio donde estaban Selene y Akos descansando.

Cuando ella notó mi presencia, su sorpresa era genuina.

—Wylan, ¿qué haces aquí? —fue lo dijo al verme entrar.

Selene se puso de pie, con la frente arrugada.

—Asael se marchó hace poco, para que lo sepas —repuso Selene.

Mi intuición no se había equivocado, después de todo.

—¿Desde cuándo se volvieron amigos? —bromeé.

—Desde que decidiste abandonarnos a ambos.

Eso sí que me ofendió.

—¡No he hecho tal cosa! —exclamé, dejando caer mis brazos a los lados, fingiendo molestia y descontento.

—Asael no opina igual que tú, ¿sabes?

Entrecerré los ojos.

—¿Qué más te dijo, Selene?

Selene encogió los hombros con desdén.

—Nada que valga la pena saber, en realidad.

Sabía que eso no era cierto, pero no quise reprocharle.

«Asael», «Asael», «Asael», lo llamé a través de mis pensamientos.

Akos se alejó de ella y no dudó en acercase a mí y moviendo la cola de forma animada, dio varias vueltas a mi alrededor. Se estiró en dos patas para trepar mi cintura y sacó su lengua al aire, su respiración agitada me indicaba que había estado jugando con Selene. 

Acaricié su cabeza, deslizando suavemente su pelaje hacia atrás.

El perro se mostraba feliz de verme.

—Vine a saber cómo estabas, Selene —respondí, sonriendo.

—Qué raro, pensé que te habías olvidado de mi existencia —repuso ella, cruzándose de brazos.

—Claro que no, lo que pasa es que he estado algo ocupado. He tenido que resolver unos asuntos y hacerme cargo de otros —dije, tratando de no hablar sobre mis planes y los planes de Ewan, estaba seguro que Selene se sentiría aún más abrumada.

Bajé con cuidado a Akos y caminé hacia Selene; ella se volvió a sentar, esta vez con la expresión afligida.

—Sí, ya veo. ¿Qué estás tramando, Wylan? —Selene entrecerró los ojos, fingiendo enojo.

Me mostré pasmado, la idea era mantener el papel de encubrimiento.

—¿Tramar algo? ¿De qué estás hablando?

—Hay rumores de que ustedes tienen pensado destruir un lugar, algo parecido a un castillo abandonado —contestó Selene, su mirada se contrajo por el miedo—. ¿Es eso cierto, Wylan? ¿Tú estás involucrado en ese plan?

Maldije a esos brujos o humanos que no lograron mantener la boca cerrada.

En lugar de fortalecer la unión, únicamente estaban provocando pánico colectivo en aquellos que no tenían nada que ver en esta guerra.

El ritmo de la tormenta | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora