Estrellas brillantes

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—¡Adrián! Ya casi llega Liliana

—¡Ya voy!

Como si me importara que se quedara a esperar, me vale una mierda, ni siquiera sé por qué acepté salir con ellos... Bueno, sí sé. Joder, la vida me odia.

Vamos a ir al estúpido antro que le fascina a Liliana, la novia de ese tarado que está afuera haciendo una zanja de tanto caminar en la misma dirección dentro de la sala. Ese idiota que... que me tiene como loco. No es normal enamorarte al grado de hacer lo que él te pida ¿cierto? Y menos cuanto tienes 25 años, la edad suficiente para decirle que ya basta, que estás hasta la puta verga de estar como estás por haberte enamorado de esta manera tan enferma.

—¡Adrián! —abre la puerta de un golpe

—Joder, ya voy Christian

—Vienes diciendo eso desde hace horas, ya llegó Liliana¿qué tanta mierda haces?

—Nada, la verdad no quiero ir

—¿Por qué? Ya habíamos quedado Adri

Mierda, ¿siempre tiene que llamarme así porque sabe que con eso funciona o sólo lo hace porque sí?

—Anda vamos, tal vez conozcas a algún chico

Sí, él sabe que soy gay, hace unos años, cuando estudiábamos la prepa, me conoció cuando salía con un chico, después fuimos algo así como mejores amigos y bueno, ahora él estudia ingeniería en sistemas en la universidad y yo ingeniería industrial, en la misma universidad pero diferente facultad, por lo que decidimos ser compañeros de apartamento, sólo que ahora me arrepentido al haber hecho lo que hice, los celos ya son demasiados, incluso, a veces he llegado a reclamar cosas que no debo, lo cual a terminado en discusiones por las que me voy y me quedo a dormir afuera, a veces con Celeste, mi amiga desde que íbamos al jardín de niños.

Debo de conocer a alguien más antes de terminar peor a como estoy.

—Ya está bien, vamos —respondo pasando de él.

En la sala está Liliana, la saludo con un beso en la mejilla como siempre, tan falso como siempre que la veo.

Los tres salimos del edificio y subimos al Nissan azul de Chris. Como siempre que salimos con la arrastrada de su novia, voy atrás y ellos dos disfrutando de sus asientos.

Voy perdido en el cielo de una tarde que anochece a través del vidrio. Las estrellas ya no brillan, o al menos yo ya no las veo brillar.

Pronto llegamos a la Condesa, lugar de los mejores centros nocturnos, sin embargo, mi mejor centro nocturno ésta noche sería mi cama.

Los tres nos dirigimos al antro que Liliana eligió.

—Vamos Adrián —me da un golpe en el hombro

Entro siguiendo sus pasos pronto la música aturde mis oídos y las luces me hacen perder la vista por un segundo.

Veo a muchas parejas bailar en el centro de la pista, parejas de hombres con mujeres, hombres con hombres y mujeres con mujeres. Yo vengo solo.

Sigo a Chris que va de la mano de Liliana, llegamos a la barra, donde está despachando el barman que por cierto, es muy guapo, pero no me fijo tanto en él porque está ligando con la chica que está junto a Liliana.

—Whisky por favor —pido al barman y en cinco segundos tengo mi bebida, sin querer veo a mi lado izquierdo y me encuentro con un beso demasiado fuerte para mí, lenguas de por medio y una zorra pegada en la boca de Chris.

¡Maldición!

Me levanto de la silla, dejo un billete de no sé cuanto sobre la barra y me dirijo a las escaleras del antro, arriba están las mesas de billar y hay una especie de balcones. Arriba está un poco más tranquilo, se pueden oír a la perfección los golpes de los tacos contra las pelotas de colores y el caer de éstas en los seis diferentes hoyos de las mesas. Me dirijo a la barra y me atrevo a pedir un tequila doble.

Sexo[S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora