Parte de mí.

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Las chicas aún no despiertan. Yo trato de preparar algo para desayunar pero los parches en mi cuerpo me provocan una comezón insoportable.

La casa ha estado sucia y nadie de nosotros ha estado en las mejores condiciones para asearla.

Recuerdo cuando mi madre gritaba desesperada porque no mantenía mi habitación en orden, y es que cuando ella la arreglaba —lo sificiente para que yo encontrara mis cosas—, yo llegaba para desacomodar todo y sacar el Xbox, los cien CD's, los 200 DVD's y claro que estoy exagerando. Pero eran bastantes.

Hace cuatro años había dejado la casa de mis papás para venir a vivir aquí, una casa cerca de la universidad y así, no gastar tanto en pasajes de ida y vuelta. Tardamos mucho tiempo para encontrar a otro par de personas para compartir la renta del lugar. Entonces llegaron Samara y Lourdes, un par de novias cariñosas que hartan a todos con su tan dulce relación que llega a ser empalagosa para los que las rodean. Ellas no van a la misma universidad que nosotros, pero necesitan un hogar cerca de sus empleos.

Su historia de amor nos conmovió tan rápido iniciaron a contarla, hasta para Gerardo que no se conmueve con cualquier historia que contuviera algo de felicidad.

Gerardo.

Anoche y desde hace algunos días, hemos tratado de dormir y esta vez, sólo ellas lo consiguieron.

Las 15:00 y ellas siguen dormidas, como si fuera de madrugada. Pareciese que así es, es difícil encontrar la diferencia de un día o de una noche cuando la tristeza en tu pecho, ha vuelto todo oscuro alrededor.

Quizá el reloj esté engañándome y sean las 3:00 de la madrugada. Quizá este soñando y sea una pesadilla todo lo que ha pasado. Quizá todo sea imaginación mía y cuando haya despertado, podré mirarlo, besar sus labios, acariciar su piel y volveremos a hacer el amor. Quizá. Pero no será así, no es un sueño, son las 3:00 de la tarde y atrás de mí no está él. Aunque pueda sentir sus brazos rodeandome como lo hacía cada mañana.

—Hola.

Esa voz me saca de mis pensamientos y me levanto rápidamente del suelo. Veo sus ojos brillantes y su pelo alborotado, su piel morena y el vello que la cubre me hace voltear de prisa.

—Hola.

—Tengo que irme. Tengo clase en media hora y...

—Sí, está bien.

—¿Te veré esta noche? —se acerca lentamente a mí, como si estuviera próximo a despedirse cariñosamente, lo cual no permito cuando siento su aliento en mi cuello.

—No —mi respuesta es firme, tanto que sus ojos se mantienen en mi línea de visión—, es decir, no creo. Tengo examen mañana y debo estudiar.

—Los chicos tenían razón.

—¿Qué? —pregunto confuso a su repentino susurro.

—Pensé que serías diferente conmigo.

—¿Por qué pensaste eso?

—Oh, no sé. Quizá porque siempre me miras en los recesos que tienes, siempre tratas de hablarme cuando tienes la oportunidad o cuando estoy en tu camino y... Pensé que estaba viéndote más a menudo porque tú tratabas de aparecer en mi camino como si se tratara de la casualidad. Escucha, creo que ya no vendré.

—¿En serio pensaste en todo eso?

—No te atrevas a burlarte de mí.

—No, no lo hago, es sólo que... Güey, no puedo creer que te hayas enamorado de mí.

—Eres un imbécil.

Sus ojos dejaron de verme, deje de ver su cabello y el sonido de la puerta cerrarse fue el que me regresó a la casa sucia y completamente silenciosa.

—Te lo dije —hasta que Lourdes decidió despertar—, te dije que esto saldría mal. ¿Por qué nunca me haces caso?

—Pensé que mi mamá estaba en su casa.

—Te haré un par de preguntas, ¿de acuerdo?

—Bien.

—¿Cómo se llama?

—Josué

—¿Por qué lo haces?

—Porque me gusta y porque quiero.

—¿Qué día fue ayer?

—Dijiste un par, esa ya no cuenta.

—¡Responde!

—Octubre 19.

—Reprobaste y no hay oportunidad de recuperación. Se llama Hazel, lo haces porque lo extrañas, y ayer fue el dia en que se cumple !un año!

Un año, esa era la peor respuesta de una pregunta.

Mis piernas tiemblan como aquella noche en ese hospital y mi amiga junto a mí, se desliza contra la pared, para que el resultado sea una pareja patética de estudiantes que quisieran que el tiempo regrese.

—Hazel, es bonito nombre ¿no lo crees?

—Sí, no sé cómo pude haberlo confundido.

—¿Por qué no paras de hacer eso y te das un tiempo? ¿Por qué no hablas con alguien?

—Hablar. Cada vez que empiezo una marea de sentimientos vienen y mis ojos lloran hasta que me dejan si agua por completo. Lo menos que quiero es llorar otra vez.

—Pero no lo superas, ya pasó un año y no has podido ir a visitarlo. ¿Crees que estar así es sano?

—No pero, no puedo. Todo esto es demasiado para mí. Tengo clase así que, nos vemos en la noche.

—Cuídate. Si ves a Hazel dile que me gusta su nombre, que no se lo cambié por Andrés.

—Se lo diré.

El camino a la universidad es corto, el autobus llega en 15 minutos y me deja justo frente a la entrada, donde hay cientos de alumnos esperando la siguiente clase y yo, trato de que las miradas masculinas se aparten de mí, pero es imposible, todos me miran con el deseo de estar desnudos en mi cama, ofreciéndose como carne fresca al mejor crítico de cortes.

—Ya lleva mucho con ese tipo, ¿no crees?

—Tranquilo, nunca dura tanto con alguien.

—Ya verás, pronto me dejará entrar a mí.

—No te hagas ilusiones, las oportunidades siempre son para aquellos que se parecen a él.

—Está loco.

Pero todos quieren ser parte de mi locura.

Nota:

Nueva historia independiente a esta compilación, esperen la continuación.

Sexo[S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora