No quiero elegir

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—¿Qué haces aquí Alex? —me pregunta Rebeca al verme llegar al parque donde nos reunimos yo y los chicos. —pensé que estabas ocupado

—Más o menos, quería darme un respiro

—¿Quieres que vayamos a mi casa? Mamá está en el turno de la noche en el supermercado

—Quería practicar un poco en la patineta, ya sabes, no he practicado desde hace algunos días

—Bueno, pero más tarde vamos si quieres

—Vale —besos su labios y me lanzo a las rampas sintiendo el viento en mi cara.

Mientras me la paso de arriba hacia abajo y viceversa, siento una mirada sobre mi nuca, trato de buscarla cuando estoy en el espacio plano de rampas pero nada. Hago a un lado la extraña sensación y vuelvo a experimentar esa libertad que tengo por muy pequeña que ésta sea pero que al fin de todo se siente tan bien.

Pero la sensación regresa y ahora con más fuerza, vuelvo a encontrarme en el espacio plano y busco nuevamente de donde proviene lo que siento, hasta que mi mirada la encuentra, es un chico, de cabello más o menos largo, chico y facciones finas... Un chico.

Mi equilibrio va a parar hasta donde está el suelo haciéndome golpear en la cabeza. En un segundo, tengo a toda la bola de Skates del vecindario a mi alrededor.

—¡Amor! —escucho acercarse la voz de Rebeca —Alex ¿estás bien?

—Mierda... Sí, me distraje y valió mierda

Me levanto con ayuda de mi novia y en cuanto estoy de pie, todos se dispersan nuevamente.

—Ya no te distraigas —escucho otra voz frente a mí, levanto la vista y lo veo a él

—Beca, estoy bien,

—Vale, estaré por allá —espero a que ella se vaya y él sigue ahí, frente a mí

—Si tú no estuvieras vigilando mis movimientos, yo no me hubiera distraído

—¿Yo? ¿vigilándote? ¿es broma?

—Sí, sí y no ¿qué me veías? —intenté que la pregunta saliera con tono molesto, pero en lugar de ello, salió un risa algo sonora

—Nada, lo haces muy bien, a pesar de esa fea caída —vuelvo a sonreír... ¿Por qué mierdas hago eso? —¿Quieres venir, estamos tomando unas cervezas? —su cabeza me señala hacia atrás

—No gracias, debo hacer otras cosas

—Oh sí, llevar a tu novia a su casa donde no hay nadie

—Además de vigilarme, escuchas mis conversaciones —vuelvo a sonreír mientras niego frenéticamente

—Pues no es que yo sea así, sólo que a veces algunos chicos logran captar mi atención —y éso qué mierda fue, no sé por qué sonrío de nuevo —Ya sé que tienes novia pero si quieres podemos salir en plan de amigos otro día

—Sí, claro —definitivamente, ése no soy yo

—Bien, ¿puedo?—de su pantalón, saca un marcador color plata y con él me señala mi tabla, se la doy sin pensarlo —... Genial, así puedes llamarme cuando quieras —termina de garabatear los 10 dígitos de su número celular y me entrega mi tabla

—Lo haré —ahora sólo me dirijo hacia donde está Beca, con otras de las chicas —¿Podemos irnos?

—Claro, amor

El sexo con ella realmente es perfecto, completamente placentero y de una fuerza sorprendente, simplemente perfecto.

No lo hacíamos diario pero cuando era nuestra oportunidad, no había ninguna falla, nada nos paraba y ciertamente era maravilloso.

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