Capítulo 5

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Me quedo en mi habitación por el resto de la noche para evitar a todos los demás en el piso del Distrito 12.

Cuando me despierto a la mañana siguiente, hay una pila de ropa sobre la mesa al otro lado de la habitación. No me gusta que elijan la ropa que debo usar pero es un conjunto de pantalones negros y un sudadero así que no tengo demasiadas quejas. Me lo pongo metiendo el fósforo roto en uno de los bolsillos para que pueda tener algo con lo que jugar. 

Soy la última en ir a desayunar. Mi estilista no está allí, lo cual es desafortunado, hubiera sido bueno tener a Hange como una cara amigable.

Me dejo caer en un asiento sin mirar hacia arriba. Zeke está frente a mi y Pixis está más lejos. Agarro una hogaza de pan sin mirar a ninguno de los dos.

— Le estaba diciendo a Zeke. –Dice Pixis con cuidado, como si tuviera miedo de que una palabra equivocada me haga enojar. — Que puedo entrenarlos juntos o por separado.

— No necesito un entrenador. –Digo sin perder el ritmo. — El perdedor es él, así que solo tómalo y entrénalo.

Hay una pausa. Muerdo mi pan, es realmente bueno. — Por separado, entonces. –Dice Pixis.

Ni siquiera me molesto en corregirlo. En su lugar tomo más pan.

— ¿Alguna estrategia para entrenar? –Zeke pregunta, y su voz me estresa demasiado. Dios, quiero tirarle algo. Tal vez pueda obtener algún tipo de venganza en el entrenamiento. 

Hay un chirrido de una silla contra el suelo cuando Pixis se mueve. Todavía no miro hacia arriba. — Oculta tu mejor habilidad, ya sea tu tiro o lo que sea. –Agrega. Se que me está hablando pero sigo sin mirar. — No lo muestres. Guárdalo para la sesión privada con los creadores de juegos, eso será en dos días, justo en el tercer día de entrenamiento.

Estoy tentada a disparar solo para fastidiarlo. Se que ayer hice un trato con él de que elegiría mis batallas, pero estoy de un humor mezquino. 

— ¿Algo más? –Pregunta Zeke.

— No subestimes las habilidades de supervivencia. Esas podrían salvarte la vida.

Sin nada más que decir, Pixis y Zeke se quedan callados. Me levanto de mi silla, termino con mi desayuno y me dirijo hacia la salida, lista para terminar este día de entrenamiento. 

Zeke me alcanza cuando estoy esperando el ascensor, y hay un largo momento en el que considero bajar las escaleras, solo serían doce pisos en lugar de esperar con él.

Jugueteo con la cerilla en mi bolsillo, preguntándome si prenderle fuego en este momento estaría generalmente mal visto.

Probablemente lo esté.

El ascensor llega con un ding. Ambos entramos. — No vuelvas a ponerme una mano encima. –Advierte Zeke cuando se cierran las puertas del ascensor.

Quiero reírme de su lamentable intento de sonar amenazante. — Tuviste suerte de que me hayan apartado. –Murmuro mientras las puertas se abren.

Los tributos del Distrito 11 suben al ascensor con nosotros, y tanto Zeke como yo, nos vemos obligados a permanecer en silencio. 

— Hola chica en llamas. –Llama la niña y aparto todo el mal humor que Zeke me a provocado y sonrió.

— Hola.

El chico del 11 la empuja levemente, una señal de que no debería hablarme y ruedo los ojos.

No recogemos a nadie más en el camino hacia abajo, y una vez que llegamos a la planta baja, me quedo atrás de los otros tres mientras me dirijo al centro de entrenamiento, en parte porque no se exactamente qué camino tomar, y en parte porque no quiero verle la cara al imbécil de Zeke. 

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