Capítulo 38

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Definitivamente estoy saliendo de aquí ahora mismo.

Me bajo de la cama, me estiro un poco y tomo el cuchillo de la mesita de noche. Erwin a insistido mucho con su mierda de que puedo volver a lo de Sinsajo. Hange y Petra, me han dicho que no estaré aquí por mucho más tiempo, pero no saben cuándo pueda irme.

Bueno yo decido que hoy es el día. Me necesitan ¿verdad?, me necesitan para dirigir una rebelión, ¿pero no me quieren dejarán salir?

A la mierda eso. Piso fuerte hasta el cristal unidireccional y lo golpeo con la empuñadura de mi cuchillo. 

— Hola. –Digo en voz alta. — Estoy un poco cansada de estar aquí y he decidido darme de alta de esta mierda hoy.

Vuelvo a tocar el cristal. ¿Pueden oírme? Claro que pueden. Probablemente tengan micrófonos.

— Saben, cuanto más tiempo esté aquí, más homicida seré cuando finalmente salga.

Unos segundos después, la puerta se abre.

Eso me anima y volteo a ver hacia la puerta. Ahí está Erwin, parado como idiota con la mano en el pomo de la puerta. 

— Ven si de verdad estás lista. –Dice y vuelve a entrar en la habitación, dejando la puerta abierta.

Ni siquiera dudo. Marcho directamente hacia la puerta.

La gran cantidad de personas en la otra habitación casi me hace dar la vuelta y marchar directamente hacia afuera. Connie y Erwin están aquí, como esperaba, pero también Hange, Petra, Historia, Mikasa, Armin y Eren. Hay otros dos hombres que me resultan familiares: Uno de cabello castaño, con un peinado mullet y el otro con cabello oscuro y pecas- y hay un tipo con uniforme militar que me resulta familiar.

Es casi abrumador, pero no dejo que me moleste. Me enderezo — Espero haber sido entretenida para ver cada hora del maldito día. –Digo amablemente.

Levi no está aquí. Desearía que estuviera aquí. Quiero saber más, quiero preguntarle más.

— ¿Bien? –Murmuro y volteo a ver a mi médico. — ¿Me puedo ir?

— Eso lo vamos a discutir ahora. –Responde.

— ¿Cómo te sientes? –Erwin pregunta.

— Como si hubiera estado atrapada en una habitación por mucho tiempo. Y la comida apesta.

Hange se ríe. Eso hace relajarme un poco. — Se trata de mucho más que de cómo te sientes. –Dice el militar al fondo de la sala. — Se trata de lo que sabes.

— Bien, sé que he estado atrapada en una habitación por mucho tiempo, y que la comida apesta. –Respondo con una sonrisa.

— ¿Siempre fue así de graciosa? –Connie le susurra al chico de las pecas.

— Si este es su tipo de humor, sí. –Se queja el que tiene cabello castaño, el del Mullet.

Sabía que había algo familiar en él; de lo contrario, ¿por qué estaría aquí? — Te conozco. –Digo señalándolo, y el hombre se pone rígido. — Los conozco a ambos. Ustedes dos. ¡Sí! Mi equipo de cámara. Ustedes son el equipo de cámara.

El chico de pecas asiente con entusiasmo. — ¡Sí! Somos tú equipo de cámara.

— Aleluya, ella nos recuerda. –Dice su compañero. — ¿Podemos, ya sabes abrazarte?

— Supongo. –Me encojo de hombros y extiendo mis brazos.

Ambos se acercan y el chico de pecas me abraza con fuerza. — Soy gran fan. –Menciona y yo me río.

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