Capítulo 14

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Dios, todavía no puedo respirar bien. Mi pecho duele y mi garganta se siente dolorosamente seca. Tengo la esperanza de que cuanto más me aleje, más fácil será respirar.

— Oye, tranquila, baja la velocidad, ya estamos lo suficientemente alto.

Nunca estaré lo suficientemente alto, nunca estaré lo suficientemente lejos de esas malditas cosas viles. Pero disminuyo la velocidad, no me di cuenta de lo rápido que había subido y Levi necesita unos segundos para alcanzarme. 

Así que me obligo a parar. Me siento en una rama gruesa que soportará mi peso, y me quito la mochila y el carcaj de la espalda para colgarlos de una rama cercana. Hago lo mismo con el arco, con cuidado de no dejarlo caer de nuevo y pego mi espalda al tronco del árbol.

En el momento en que me he instalado, Levi se ha unido a mi justo en la misma rama del árbol.

Ni siquiera puedo mirarlo. Estoy tratando desesperadamente de equilibrar mi respiración, de controlarme. Joder, me duele el pecho, mis manos tiemblan y siento comezón en todo el cuerpo, sobre todo en el cuello, es como si pudiera sentir esas cosas sobre mi.

Levi está diciendo algo, pero no puedo escucharlo. Me siento enferma y creo que podría desmayarme. La jodida ironía de esto, que de todo lo que el Capitolio podría arrojarme aquí, con algo tan insignificante como unas serpientes me tienen al borde del pánico.

— Eliane. –Escucho decir a Levi, en algún lugar a través del zumbido en mis oídos. — Eliane, Eli. Mírame.

No puedo, físicamente no puedo, ya es bastante difícil mantenerme en algún lugar del reino de la calma, incluso si ese lugar está en el maldito límite.

Algo golpea mi tobillo. Sacudo la cabeza hacia adelante, buscando lo que pasó, todavía asustada de que pueda ser una maldita serpiente, pero es solo Levi. Su pie ha tocado el mío, y cuando se da cuenta de que lo miro, engancha su tobillo con el mío.

Lo miro estúpidamente, incapaz de moverme. Su tobillo permanece enredado con el mío. No se por qué, pero no quiero alejarme.

— Eliane, dime cinco cosas que puedes ver. –Dice Levi.

¿Qué? Parpadeo, tratando de despejar el borrón de mi visión. — ¿Qué? –Digo en voz alta.

— Nombra cinco cosas que puedas ver.

No estoy muy segura de adónde quiere llegar con esto, pero sería bueno que me concentre en algo que no sea mi respiración irregular y la opresión en mi pecho, así que intento seguirle la corriente. 

— No sé.

Él toma mis manos y hace que lo vea. — Tú puedes concéntrate.

— Eh.- la luna. –Comienzo, manteniendo los ojos en alto y lejos del suelo. — Los árboles, mi arco. La montaña. –Mis ojos parpadean de nuevo hacia él. — A ti.

Él asiente. — Cuatro cosas que puedes tocar.

— La corteza. –Digo, porque es lo primero que se me viene a la mente. — Ehm... la ropa, mi arco. –Volteo a ver a mi alrededor pensando en que otra cosa y veo que mi tobillo todavía está enganchado al de Levi y entonces el agarre en sus manos se aprieta y volteo a verlo a los ojos de nuevo. — A ti.

— Tres cosas que puedes escuchar.

— El siseo. –Es en lo primero que pienso, lo que me hace cerrar los ojos con fuerza por un momento. El pie de Levi tira suavemente de mi tobillo y aprieta mi mano como diciéndome que no piense en ello. — Las hojas susurrando con el viento y el río.

— Dos cosas que puedes oler.

— El Sudor y la- naturaleza? –Naturaleza, ¿eso es un olor? En realidad no, pero lo voy a contar de todos modos, porque lo único que se me ocurre es el olor a rosas de los guantes, y no puedo decirlo en voz alta.

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