Capítulo 34

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Todo es... borroso.

Hay voces a mi alrededor, murmullos silenciosos. El pitido de una máquina. Pasos contra... baldosas, pienso. Pero hay un lugar donde los pasos se suavizan, una alfombra, tal vez.

¿Qué es lo último que recuerdo? Estar en esa... en esa silla. Agujas. Pero no, no, yo... yo finalmente tome la delantera. Engañe a ese estúpido médico y luego llego alguien y le disparo. Luego huimos...

Quiero reír. Estúpidos. Todavía los odio a todos y a su patético intento de lavado de cerebro. Nunca querré tener que pasar por eso otra vez.

No estoy donde estaba antes. ¿Me movieron? ¿A donde?

Lentamente, abro los ojos. La iluminación es tenue, lo que me pone nerviosa de inmediato: esto no es el Capitolio, con todas sus luces estúpidamente cegadoras. Estas paredes son grises, no blancas. Y tampoco soy la única en la habitación; tal vez haya una docena de camas, todas alineadas en fila, me puedo mover, ya no estoy atada.

No estoy en el Capitolio. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Que fue lo que había dicho Porco?

Hay una inhalación aguda a mi lado. — Dios, al fin despiertas. Eliane-

Inclino la cabeza hacia la voz e inmediatamente, mi sangre se hiela.

Es él. Es el hombre de mis jodidas pesadillas. El hombre que observe una y otra vez, que me empujó desde la ladera de una montaña, me puso una espada en el cuello, el mismo hombre que destruyó mi distrito y el maldito que mató a Louise...

Levi, esta frente a mi, su cara que ha plagado mis pesadillas, constantemente durante lo que parece demasiado tiempo, y me llena de rabia, rabia sin adulterar.

Sin pensarlo me levanto de la cama del hospital. Ni siquiera puedo ver correctamente: solo quiero matarlo, verlo muerto. Por lo cual me lanzo hacia él, con la mano cerrada en un puño.

Agarra mi mano, con los ojos muy abiertos, pero no me devuelve el golpe. ¿Por qué no? Él es responsable de todo, de todo, de todo el sufrimiento que me han causado. ¿no me quería muerta? Pues que lo intente de nuevo el jodido imbécil.

— Eliane. –Llama pero no lo escucho. — Eliane, qué demonios-

A través de mi visión borrosa, encuentro un carrito cercano con algunas herramientas médicas y agarro un bisturí o como se llamen esas cosas y me abalanzo sobre él y Levi retrocede, esquivando por poco el golpe. Todavía no me está atacando, esta concentrado completamente en evitar mi ataque. ¿Por qué no contrarresta? Por qué-

Siento las manos de alguien que agarra mis hombros y me balanceo a ciegas. La herramienta en mis manos se hunde en la piel de una chica con... ¿cabello cobrizo? Ella cae, jadeando y agarrándose el brazo. 

Me importa una mierda y giro hacia Levi, con la mano en alto, pero él me agarra del brazo y me empuja.

Aprieto los dientes, luchando por empujar hacia abajo. Dios, quiero matarlo. A él le importó una mierda matar a una niña, a mi me va a importar una mierda su vida.

Levi me está mirando con una expresión que no reconozco, lo que me enoja más. ¿Por qué no pelea conmigo?¿Por qué no dice nada? Lo odio, odio esto, y me duele la cabeza y realmente solo quiero gritar-

Algo pellizca el costado de mi cuello. Giro lista para luchar contra alguien más, pero es un hombre con cabello rubio que se aleja de mi, con una jeringa en la mano.

— ¿Porco? –Pregunto mientras me llevo la mano al cuello. — Vete a la mierda eres parte del Capitolio también.

Intento caminar pero me siento muy débil, dejo caer el bisturí y casi caigo al suelo de no ser por Porco.

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