Epilogo

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Su cabello bailo en el viento primaveral, el aroma a los cerezos en flor inundaba todo el ambiente llenando también sus sentidos, una infantil risa llego hasta sus oídos haciéndola sonreír involuntariamente y justo después un grave gruñido que la obligo a girarse totalmente.

-Se supone que te ofreciste- Murmuro dulcemente viendo la expresión de fastidio que tenia su compañero, vio entonces a la pequeña pelinegra salir de detrás del hombre todavía riendo y abrazarse a las piernas de la mujer.

-Onee-san!- Llamo la aguda voz a sus piernas haciendo que toda su atención se centrara en ella. –Oji-san no es divertido- Lloriqueo mirando de reojo al mayor que frunció aún más el ceño.

-Iie… Es solo que él no es muy paciente- Confeso la mujer viendo como la niña parecía analizar lo que le dijo, su cabello hasta los hombros de un tono negro con destellos rojizos y sus intensos ojos negros brillaban en su nívea piel.

-Hai hai… Okasan dice lo mismo siempre- Acepto cruzándose de brazos, escucho un murmullo de niños y se giró hacia la mujer con ojos llorosos. –Puedo?- Pidió señalando en la dirección que unas niñas estaban jugando la mujer asintió sin dejar de sonreír y le dio unas palmaditas en la cabeza.

-Eres muy permisiva- Se quejó la voz masculina rodeando su cuello sobresaltándola. –No ves que es una manipuladora… Igual a Itachi- Comento respirando sobre el cuello de la mujer alegrándose por ver como su piel se erizaba por donde pasaba.

-Demo… No se porta mal conmigo- Se defendió liberándose de los brazos del hombre, avanzo unos dos pasos esperando que el hombre la siguiera. –Sasuke?- Murmuro al no escuchar los pasos detrás de sí.

-A quien crees que se parecerá?- Murmuro acercándose a la mujer y acariciando suavemente el abultado vientre de la mujer, la escucho gemir un poco y sonriendo con prepotencia encontró su mirada con la de la ojiblanca.

-Espero que no a ti- Gimió al sentir como el pelinegro pasaba lentamente la punta de sus dedos por debajo de sus senos, siempre lo hacía a propósito. –Eres demasiado pervertido- Se burló separando las manos del hombre y acariciando protectoramente aquel gran bulto, no podía esforzarse demasiado ya que en cualquier momento su pequeño bebe podría nacer.

El pelinegro la miro de reojo y gruñendo empezó nuevamente la marcha hacia la colina de aquel parque, sintió la suave brisa golpear su rostro llevando consigo el dulce aroma de la primavera pero también el agradable pero diferente aroma a lirios que siempre desprendía aquella mujer.

Sus pasos eran lentos, disfrutando del ambiente, podía escuchar la suave risa de la niña que estaba con ellos, para tener apenas seis años era toda una genio, como lo había dicho Sasuke, digna hija de Itachi fue su comentario alguna vez a lo que Aiko y ella habían empezado a reír.

-Hinata…- La gruesa voz del pelinegro la saco de sus recuerdos, lo vio algo tenso y avanzo un poco más rápido hasta entrelazar su mano con la de él, sus ojos se encontraron leyendo en aquella oscuridad el desconcierto y sintiendo como su corazón daba un vuelco se giró para ver el final de la colina.

-Kuso…- Una grave pero joven voz resonó haciendo que la ojiblanca contuviera la respiración para luego sentir el calor cubrir totalmente su rostro al ver como una chica de largo cabello amarillo con el uniforme de instituto salía con la mirada gacha de detrás del árbol de cerezo, un chico de cabellos marrones se acomodó la camisa y suspiro avanzando lo más rápido que podía por el sendero para darle alcance a la adolescente.

-Sasuke?- Llamo avergonzada de entender lo que había estado a punto de suceder si ellos no hubieran llegado, la torcida sonrisa de su esposo la hizo estremecer y el calor aumento notablemente en sus mejillas.

El Pecado de tu InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora