Cap. XXIX. La Verdad de Mitsuko Hyuuga.

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Podía sentir el ambiente volverse mas pesado, habían pasado casi quince minutos desde que la pelinegra había abandonado aquella sala, no era que le preocupara mucho donde estuviera sino que estuviera diciendo.

-Cálmate onegai- Murmuro a su lado la mujer de ojos miel, podía sentir esas delicadas manos apretar las suyas intentando tranquilizar su corazón. –Sasuke-kun debía enterarse al final- Comento apoyando su rostro en el hombro del pelinegro.

-Eso no es lo que me preocupa- Dijo tranquilo viendo como frente a él, una castaña se dedicaba a mirar con preocupación el vendaje sobre el ojo del rubio, este había llegado con una cortada y lo habían atendido de inmediato, suturando la pequeña herida.

-Las razones de porque se hizo todo esto las tiene ella… Mikoto-san sabrá tranquilizarlo- Volvió a hablar notando como la gran puerta que siempre habían estado vigilando se abría totalmente, justo cuando el letrero en rojo dejaba de brillar, la cirugía por fin había terminado.

-Hinata…- Murmuro un hombre al lado de la pareja poniéndose de pie justo cuando una rubia se acercaba a ellos, buscando algo, tal vez a alguien que no parecía encontrarse en aquel lugar.

-Usted es su Otosan por lo que supongo- Hablo la mujer centrando toda su atención en el castaño que se había encaminado hacia ella, notando el parecido entre este y el chico que había llegado con la pelinegra.

-Hai… Como esta?- Murmuro con algo de dificultad intentando controlar su nerviosismo, no podía entender como era que algo como eso le había pasado a su primogénita y justo enterándose de su estado.

-Ella…- Empezó pero trago fuerte al saber que él no era el único que estaba atento a sus palabras, una gran cantidad de ojos se centraron en ella, diferentes unos de otros pero todos con algo en común, el dolor que parecía inundarlos al saber a aquella chica en peligro.

-Otosan!- Un grito infantil llego hasta ellos haciendo que toda la sala de espera se sobresaltara, la mayoría estaban ahí por la Hyuuga pero, eso no dejo de molestar a las enfermeras que siempre pedían silencio. –Otosan!... Mi Onee-san! Donde esta?!- Dijo entre sollozos llegando hasta su padre abrazándolo por la cintura.

-Hanabi… Contrólate- Pidió haciendo que la niña hiciera silencio de inmediato sorprendiendo a la rubia que todavía se encontraba mirando la escena un tanto extrañada, era la primera vez que observaba algo como aquello. –Como esta?- Repitió nuevamente centrando toda la atención en la doctora que volviendo a la realidad clavo sus ojos miel en los blancos del hombre.

-Esta delicada- Fue su respuesta sintiendo su propio corazón encogerse al dar la noticia. –Tal vez… No sobreviva esta noche…- Explico por lo debajo escuchando un ligero gimoteo venir de la pequeña recién llegada.

-Explíquese- Pidió todavía sereno el castaño, la rubia podía notar la impotencia dibujarse en el rostro del castaño, al parecer no era esa la noticia que esperaba. –Estuvo tanto tiempo ahí… Para decirme que podría no sobrevivir?- Dijo algo sarcástico apretando aun mas a la pequeña silueta que se colgaba de su cintura intentando calmar su llanto.

-Hai… Se complico… Tenía varias hemorragias internas… Un pulmón perforado y casi todas las costillas rotas…- Empezó a decir sintiendo la presión de todo lo que debía revelar, el había pedido una explicación y sabia, algo en ella le decía que no podía mentirle.

El Pecado de tu InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora