Cap. XXXIV. El Regalo Perfecto.

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El viento golpeaba lánguidamente los cristales creando un ronroneo suave, el sol no había terminado de ocultarse llenando el cielo de tonos naranjas y rojizos, sus ojos viajaron desde las algodonadas nubes hasta el perfil de su acompañante, podía notar la melancolía adornar sus delicadas facciones, un suspiro escapo de sus labios llamando la atención de su interlocutora.

-Que sucede contigo?- Su voz sonó mas aguda que de costumbre haciendo que la rubia se girara completamente, sus ojos cristalizados brillaron al momento de encontrarse con ella, mordió su labio inferior y bajando su rostro soltó un sonoro suspiro obligándola a guardar silencio.

-Natsuko..- Logro decir por lo debajo, vio como las rodillas de su hermana se juntaban dándole a entender que le escuchaba. –Me iré de la ciudad- Confeso apretando sus puños sobre su regazo, cerro los ojos al tiempo que un agudo grito inundo todo el lugar.

-Nani?! Como que te vas?!- Grito poniéndose de pie de un salto, tomo del antebrazo a su gemela y la obligo a mirarla. –Que mierda te dijo el Uchiha?! Como fue que logro convencerte?!- Grito apretando fuertemente el agarre haciendo que la rubia gimiera de dolor pero, en su mirada brillaba la rabia que aquella confesión le producía.

-Iie…- Logro pronunciar al momento que sintió que su brazo era liberado, colocando su mano en el lugar donde latía el fuerte agarre de su antebrazo, sus ojos se encontraron con unos idénticos, la rabia parecía nublar el brillo que antes caracterizaba la mirada de su gemela. –Es algo que yo misma decidí- Concluyo poniéndose de pie y caminando hacia el gran ventanal, el cielo empezaba a oscurecerse haciendo que la mujer suspirara melancólicamente.

-Iie… Lo decidiste después de hablar con Itachi!- Soltó entre dientes viendo la silueta de su gemela, se giro apretando los puños e intento calmar la furia que corría por su cuerpo, apretó sus labios y miro de reojo a Megumi, esta seguía mirando fuera de la ventana, intentando tal vez convencerse a si misma de que aquella decisión era la correcta.

-Piensas irte y dejar así a Sasuke-kun?!- Dijo venenosa notando como su gemela se tensaba en su posición, sonrió para si y girándose totalmente hacia ella volvió a ocupar su lugar en la barra de la cocina. –No creo que sea lo que realmente de…- Se corto al escuchar un gemido escapar de los labios de su siempre tranquila hermana.

-Basta!- Grito girándose totalmente hacia su gemela, noto sus labios abiertos por la frase que no termino y sus ojos brillaban confundidos por aquella reacción. –Yo no tengo nada que buscar en Sasuke… Yo tengo un esposo Natsuko! El no podría perdonarme si me negara a su petición de marcharme- Dijo avanzando lentamente hacia su gemela, podía notar el desconcierto aumentar en sus facciones pero prefería continuar con aquel arranque de valentía.

-Yo no debo hacer nada mas en esta ciudad…- Concluyo guardando para si todos los sentimientos que había sacudido el Uchiha mayor, sonrió ante el recuerdo de aquella tarde y se detuvo a unos centímetros del cuerpo de su gemela. –Natsuko… Tú tampoco tienes nada que esperar o que buscar de Sasuke Uchiha- Revelo intentando sonreír, el miedo bailo en las pupilas de la aludida que negó frenéticamente y empujo levemente a su hermana.

-Iie… Sasuke-kun me ama Megumi- Dijo intentando contener el miedo que aquella conversación le estaba produciendo. –El solo esta atado a la Hyuuga porque su familia así se lo impuso- Se excusó, podía sentir la incomodidad bailar por todo su cuerpo al tiempo que un nuevo suspiro escapaba de los labios de su oyente.

-Iie… El evito que ese compromiso se rompiera- Confeso recordando vividamente lo que le comento Itachi, era algo que no podría olvidar y que en cierta forma la había liberado de su culpabilidad.

El Pecado de tu InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora