Capítulo 1: Niñera a la fuerza.

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El recuerdo de esa noche vuelve una vez más a mi mente. Lo hace cada vez que me quedo en blanco o pensando durante mucho tiempo. Cierro los ojos y escucho el sonido del choque, del resto de personas pitando para que se mueva el tráfico, y de los cristales rompiéndose en mil pedazos. Así mismo, la sensación de mareo y desconcierto me invaden y la cicatriz en mi abdomen arde como si estuviera todavía reviviendo aquel día. Sin embargo hay algo que aún sigo sin comprender, he intentado forzarlo, entre otras cosas, pero nunca hay imágenes. Sólo sé lo que estoy exhausta de oír una y otra vez.

Dejo de lado mis pensamientos y enfoco mi vista en lo que se supone que deba de estar haciendo. ¿Que qué es? Pues atender a clases te garantizo que no, ya que aún no comienza el próximo turno, pero de estar en él tampoco lo haría. Me aburre. Sin embargo dibujarle, eso ya es diferente. Eso me entretiene.

Miro el boceto ante mi y luego a él, llevándome en el acto un ligero sobresalto ya que nuestros ojos se cruzaron por un segundo y casi me helo al pensar en que se ha dado cuenta de que le llevo mirando mucho en intervalos de tiempo. Pero me doy cuenta de que no es así cuando veo a Derek dejar el grupo con el que está conversando e ir en su dirección a saludarle, esto hace que lo pierda de mi campo de visión desde mi puesto en el aula y no pueda acabar en ese momento lo que empecé.

A los poco minutos suena el timbre indicando que va a comenzar la siguiente clase.

Cuando llega el profesor cada uno de los estudiantes se acomoda en sus puestos y ya no puedo ver más que su espalda debido a que se sienta a unas cuantas mesas delante de la mía y no es que se siente en las primeras mesas, sino es que yo me siento en la última mesa de la fila derecha, desde donde puedo ver todo.

Al finalizar la clase salgo de última, así evito el multó de personas y le puedo ver irse, ojo que no soy ninguna acosadora ni nada parecido, sólo miraba como se iba ¿vale? Además no es como si alguien me estuviera esperando al salir del aula o yo a alguien porque no es así, ¿Sabes porqué? Pues porque no tengo amigos y no los quiero.

Hay quien dice que "los seres humanos necesitan de otras personas para vivir", siempre pensé que era una tontería hasta que algo sucedió y me di cuenta de cuanta verdad había en aquellas palabras, pero aún así, me negaba a aplicarlas.

Me dirijo a la cafetería y como de costumbre paso por donde está la fila para coger la bandeja con la comida, pero no me detengo ahí, sino que conozco a una de las cocineras de la escuela y por "conocer" me refiero a que no me desagrada su presencia. Ella me da la manzana que suelo comer a diario y me voy a "mí" mesa. Y sí, la considero mía ¿qué pasa? Desde ella al igual que en el aula puedo ver todo el comedor pero principalmente su mesa. O eso pensaba hasta que...

—Todo bien —escucho de una voz que conozco muy bien.

—No, no lo está —respondo observando como se sienta frente a mi y cubre mi campo de visión.

—¿Y eso porqué? —pregunta confundido.

—Por que llegaste tú —contesto con ironía.

Al menos ahora podrían ir haciéndose una idea de por qué no tengo amigos.

—¡Ah!, Yo sé que me echaste de menos, fue un largo fin de semana ¿Sabías que abrieron una tienda de cómics a la vuelta de la esquina de la Plaza Central? Estuve ahí en la apertura, fue increíble.

—Si tú lo dices —digo en voz baja, la verdad es que no me importa.

—¿Qué? —interpela confundido, esta claro que no me oyó.

—Nada.

—Bueno como decía, estuve ahí y... ¿A qué no imaginas quién estaba allí? —Parece que mi cara inexpresiva se lo había dicho todo porque suspiro y sin quitársele ni un pelo la ilusión dijo:

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora