Capítulo 16: Más cerca de ti (En corrección)

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—¿Qué sucede? —pregunta Aysha, y hace que pierda la concentración.

—Shhh —llevándome el dedo índice a la boca le pido silencio.

—¿¡Me estás mandando a callar!? —y no le gustó.

—No —susurro —. Solo te pido que hagas silencio, un segundo.

—Es lo mismo.

—Por favor —le digo, casi rogándole en un susurro mínimo, que obedezca sin rechistar.

La observo fijamente mientras se lo piensa. Quiere rebatir, se lo noto en la cara. Se lo está pensando mucho, podría hacer lo que le pido o simplemente armar un escándalo, está sopesando ambas opciones, y en cuanto veo un gesto en su rostro de malicia, se lo que está por suceder. Más sin embargo hago un último esfuerzo.

Miro una última vez a mi hermana. Tras confirmar que sigue oculta detrás de los arbustos y observando el suceso, vuelvo a enfocar mi vista en Aysha. Antes de que se atreva a abrir la boca siquiera me acerco aún más a ella, detallandola de pies a cabeza, los distintos animales y el zoológico en sí, han estado bien, pero en realidad el centro de admiración ha sido sin duda alguna, ella.

Dejando poco espacio entre nosotros, coloco ambas manos a ambos lados de ella, justo a la altura de su cintura, me detengo a unos cuantos centímetros y le doy mi más amplia y sexy sonrisa. La que siempre funciona.

—¡Eh! —le digo para llamar su atención ya que ella ante mi acercamiento había desviado la vista.

Además, se encontraba atrapada entre el tronco del árbol y yo, así que mucho no podía hacer.

—¿Qué? —pregunta a la defensiva, mientras se cruza de brazos.

—Por favor —le pido haciendo un puchero —. Sólo serán unos minutos. ¿Si?

—No —vale, es decepcionante, lo reconozco.

Esto siempre suele funcionarme, pero es la primera vez que lo intento con Aysha, así que esperar el mismo resultado era poco probable.

—Mira Axiel, no se que intentas... —comienza, pero calla cuando coloco un dedo sobre sus labios.

—Nadie te ha dicho lo linda que te ves cuando callas —digo acercandome un poco más.

Ella abre los ojos de par en par apenas oye mi comentario, más no dice nada. Sus rodillas rozan con las mías y trata de moverse buscando algo de distancia, pero como está recostada contra el árbol, se le hace imposible. Si darme cuenta suavemente voy bajando el dedo desde sus labios hasta su barbilla y con el pulgar comienzo a trazar círculos en esta.

—Pues no conozco a Nadie, pero cuando quieras me lo presentas, estoy muy interesada en su opinión.

Vaya. Veo que su lado sarcástico ya ha regresado.

—¿Cuándo te vale? —le sigo el cuento.

—Ya te he dicho. Cuando quieras —me mira fijamente.

Puedo ver el reto en su mirada, pero también hay una chispa de emoción, o de algo que no se exactamente que es, pero que me gusta.

Al hablar despegó un poco su espalda del tronco, lo que hizo que la distancia que nos separaba se acortara aún más. Perfectamente me llegaba el olor de su perfume de marca, y mis dedos hace rato que habían abandonado su barbilla para ir a recorrer su mejilla izquierda, dejando en esta suaves caricias, de las cuales ninguno de los dos era plenamente consiente.

—Pues mañana estoy libre —de hecho, no es cierto.

—Pues yo también.

Mañana tengo cosas que hacer. Pero de momento nos habíamos sumergido en una burbuja, y estábamos planeando ir a ver a alguien que ni siquiera existe. Por qué... ¿No existe alguien que se llame Nadie, o sí? Sería muy raro una situación así:

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora