Capítulo 25: ¡Happy birthday, Megan! Parte 1 (𝑬𝒏 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏)

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Por fin había llegado el tan esperado día. Hoy la pequeña Megan cumple sus ocho años. Aunque la verdad es que no estoy seguro de si sea ella es la verdadera cumpleañera, ya que Axiel no ha parado de hablar de todo lo que se ha estado haciendo en hoy en su casa, y ni de mostrar fotos sobre cómo iba quedando ya con los adornos colocados.

El pobre estaba realmente emocionado por celebrarle la fiesta a su hermana menor y feliz por la presencia de la mayor este año. Y sí, Axiel me ha hablado un poco de ella. De que padece de una enfermedad que hasta el momento ninguna médico ha podido determinar qué es, que casi a diario le realizan pruebas y también que se desarrolló un medicamento, que no es que pueda curarla, simplemente ayuda a estabilizarla. Aún así no es suficiente, por lo tanto las investigaciones continúan.

Además, no piensen que me he olvidado de que Axiel me debe un cita, lo que pasa es que planeamos hacerla una vez pase este día.

Actualmente me encuentro fuera de la escuela de Megan esperando por ella. El timbre de salida había soñado hace como cinco minutos y de momento de su cabeza no había visto un pelo, y eso me empezaba a preocupar. Como esta mocosa se haya desviando para otro lado juro que... ¡Ah! Mira, por ahí viene.

El bicho malo se hallaban rodeada por lo que supuse que eran sus amigas. Todas charlaban y reían animadamente entre ellas, y cuando por fin me ve se despide para echar a correr en mi dirección. Tras otro de sus fuerte pero tiernos abrazo le pasó la mano por el cabello y le doy mis más sinceras felicitaciones al mismo tiempo en que le extiendo un caramelo de cereza marca Show Pop. Una vez lo coge le hago a un lado y voy hasta la puerta trasera del auto, abriéndosela en el acto para que monte.

Ya ambas adentro me dispongo a arrancar en cuanto me hace una pregunta.

—¿A dónde vamos?

—A un parque —respondo vigilándola a través del espejo retrovisor central y poniendo el coche en marcha de inmediato.

  El lugar no estaba muy lejos, sólo eran como diez minutos en coche. Pero diez minutos en los que Meg se la pasó intentando adivinar qué le iba a regalar. Aún seguía con eso en cuanto llegamos y le indique que se desabrochara el cinturón de seguridad antes de bajar.

Lo bueno es que no había muchas personas, por lo que una vez afuera Megan corrió a montar en cuanto aparato se le ponía al frente. Por mi parte me dediqué a mirarla a la distancia sentada desde un banco o en ocasiones en las que me paraba a darle una vuelta para comprobar que todo estuviera en orden. En una de esas pasó un camión de helados cerca del lugar y tras indicarle al ser de luz que se quedara justo donde estaba me acerqué hacia donde se había posicionado para comprar dos. Una de limón para ella y obviamente, chocolate para mi.

En cuanto regresé le dije que buscara un lugar tranquilo para que se lo sentase a comer y se encaminó hacia los columpios que tenía al frente. Una vez se hubo acomodado le paso su cono y procedo a sentarme en columpio vacío a su lado.

—¿Y después de esto qué? —interroga balanceando los pies de adelante hacia atrás.

—Te llevo a mi casa, te duchas, cambias y nos vamos a la tuya —explico lo más resumido que puedo.

—¡Uf! Menuda vuelta —se queja.

—Lo sé, pero yo sólo sigo órdenes, por ende tu también.

—¿Y cuando nos vamos a tu casa? —indaga mirándome fijamente.

—En cuanto termines el helado —explico y sus ojos se iluminan.

—¿De verdad? —dice y contesto asintiendo con la cabeza.

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora