Capítulo 26: ¡Happy birthday, Megan! 2 (En corrección)

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El socorro en la necesidad aunque sea poco, ayuda mucho.


Mateo Alemán
Escritor español
(1547-1614)

No es bastante levantar al débil, es necesario aún sostenerlo después.

William Shakespeare
Dramaturgo y poeta inglés
(1564-1616)

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—Aysha O'hara, por fin tengo el placer de conocerte.

—¿Debería decir lo mismo? —interrogo correspondiendo al saludo mientras me situo en la silla frente a ella.

No responde. Sólo se limita a encogerse levemente de hombros y acercarme un platillo con bombones de chocolate.

—¿Quieres? Son algunos de los privilegios de estar enferma.

—¿Lo dudas? Son mi debilidad — afirmo antes de tomar uno y comerlo.

—¿Y qué hacías que os tardasteis tanto? —pregunta maliciosamente inclinándose hacia adelante mientras yo me recupero de casi atragantarme.

—Nada —declaro por ambos.

—¿En serio? Porque Axiel tiene labial rosa aquí —miente mientras señala en ella misma la comisura de sus labios con un dedo.

  Sabía que mentía porque yo misma me cercioré de que eso no pasará antes de salir. Pero obviamente su hermano no estaba al tanto y tras escuchar su comentario calló en su trampa al revisarse para comprobar si era verídico lo que decía.

—Muy inteligente de tu parte —comenta al darse cuenta de que fue una artimaña.

—Gracias —expresa claramente orgullosa de su descubrimiento—. Por fin ver trecientas telenovelas al día dan sus frutos —reconoce mientras ríe de su propio comentario y me contagia parte de su buen humor—. Bueno Axiel ya puedes irte —suelta de repente dejando desconcertado a su hermano.

—¿Me echas? —pregunta anonadado.

—Sí. Es momento de que las chicas hablemos, y a menos que tengas la intención de cambiarte de sexo, está conversación no te concierne.

—Vale —afirma levantando las manos en señal de rendición —. Os dejo para que habléis. Pero no me extrañéis mucho en mi ausencia.

—No.

—Ni un poco —manifestamos al mismo tiempo.

Antes de irse se robó los bombones en venganza y por mucho que intenté detenerlo el logró salirse con la suya por lo que antes de iniciar mi conversación con Jade fui donde una de las mesas y robé para ella algunas bolas de queso y algunas piruletas y caramelos, los cuales se los pasé de contrabando.

—Sabes —inicio a hablar en cuanto estoy sentada nuevamente frente a ella—, no eres como te imaginé —admito.

—Te entiendo. Seguramente pensaste que me vería como una chica frágil, a la que tratarían con sumo cuidado y que se rompería al mínimo comentario.

—Sí, algo así pensé. Me alegra no estar en lo cierto —murmuro llevándome uno de los caramelos a la boca—. Sabes... hay algo en ti que me agrada. No estoy segura del qué, pero lo hace.

—¿Debería decir lo mismo? —repite mi pregunta lo que nos hace estallar en risas.

—Muy bien —articulo, queriendo dar por finalizada las largas—. ¿De qué querías hablar?

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora