Capítulo 27: Tú no Spencer (En corrección)

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El cumpleaños de Megan ya había pasado dando paso a un nuevo y torturoso día en la escuela. De momento transcurría bastante normal, aunque había algo que no me dejaba tranquila. Ayer en la noche tuve un sueño de lo más extraño, estaba aquí, en el aula y esta se encontraba totalmente vacía, sin embargo la pizarra tenía una secuencia de números que se repetían una y otra vez.

Toda la mañana me la había pasado pensando en ello, tanto así que terminé dibujándolo en mi libreta.

-¿Qué haces? -indaga el ser de luz a mi lado.

-¿Tú qué crees? -me mofo divertida.

-Un dibujo -contesta torciendo los ojos.

-¡No...! -exclamo alargando la última vocal más de lo necesario- ¿Cómo te diste cuenta? -no responde, sólo exhala aire y arrastra con el dedo mi libreta cerca de él para ver mejor- ¿Sabes qué? -pregunto, más no espero a que conteste- Hace horas que lo habría terminado si tú no hubieras acaparado mi otra mano.

Luego de que la anterior clase terminara, Axiel disimuladamente se aprovechó de que tenía la mano derecha descansando sobre uno de mis muslos para entrelazar sus dedos con los míos y se negó a soltarme por mucho que insistí mientras él veía reels en Instragram.

-Cuanto más tiempo tardes haciéndolo, más lo valoraras al final -articula con la vista fija aún en él.

-Sí, ya -balbuceo.

-¿Qué raro? -inquiere ganándose mi atención.

-¿El qué? -digo acercandome a él aún más.

-Nada -se aleja negando con la cabeza y sosteniendo a la misma con la mano que tenía libre.

-Axiel -le llamo intentando hacer que me miré pero aparta el rostro y frunce los labios.

-¿Qué? -pregunta bajando la cabeza y suelta un fuerte siseo que consigue que me inicie a preocupar.

-¡Mírame! -demando con firmeza, sin embargo no muy alto para que nadie me escuche.

-Estoy bien -claro, y yo te creo.

-No te pregunté si estabas bien, te dije que me miraras -ordeno comenzando a incomodarme.

Al parecer se da cuenta de que mi postura no cambiará y tras devolver la vista en mi dirección hace un ademán por hablar, pero se ve interrumpido por lo que sea que le está sucediendo. Vuelve a llevarse la mano a la frente y comienza a masajear su sien mientras deja escapar leves quejidos de dolor. Sin importarme quién pueda vernos, y sin saber cómo ayudarlo, sólo guiándome por mi instinto tomó su rostro en mi mano y acercó mi frente a la suya, mientras que con la otra aumento la presión de la unión haciéndolo saber que estoy aquí con él y que puede decirme lo que quiera.

-¿Qué tienes? Por favor, dime -suplico en un hilo de voz.

-Me dolía fuertemente la cabeza -revela tras abrir despacio los ojos y esbozar una sutil sonrisa.

-Querrás decir: Te duele, ¿no? -indago confundida y niega con la cabeza.

-Ya se fue.

-¿Cómo?

-Ni idea, pero me alegro que lo hiciera, no lo soportaba más -confiesa separándose de mi y levantando la mano que manteníamos enlazada para depositar un beso en el dorso de la mía-. Gracias.

-¿Por qué? No hice nada -cuestiono regalándole una pequeña sonrisa, y el solo se limita a mirarme y encogerse de hombros.

Justo en ese momento suena el timbre indicando el inicio del tercer turno y las personas en el aula se comienzan a acomodar.

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora