Capítulo 6: Un gran día

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No entiendo, si hice todos estos dibujos, ¿por qué no los recuerdo? Hojeo hacia adelante y hacia atrás una y otra vez pensando en que tal vez pueda esclarecer algo pero... Nada, no pasa absolutamente nada, no me viene ninguna imagen a la cabeza, ni recuerdos, nada. Cada imagen que veo solo me confunde más, Axiel está en cada una de las hojas, en distintas poses, ropas, lugares, pero no recuerdo haberlos dibujado y eso me está empezando a asustar. De repente surge una idea en mi cabeza, estos son solo dibujos que hago de vez en cuando, lo que vendría siendo aproximadamente... A todas horas.

Me levanto de la cama dispuesta a buscar una confirmación de que no me estoy volviendo loca y que el hecho de que no recuerde haber hecho estos dibujos no tiene importancia.

Las personas olvidan cosas a diario, como las llaves del coche o dónde dejan los zapatos, cualquier cosa, ¿por qué debería preocuparme por unos dibujos? No hay razón. ¿Verdad?

Salgo de mi habitación mirando hacia todas partes por si viene alguien, recorro el pasillo pasando frente a todos los cuartos y camino hasta llegar al final con más sigilo que un gato, no vaya a ser que mi madre o Sofía estén en su cuarto o en la cocina. Esta casa tiene forma de ele, en la segunda planta se encuentran todos los dormitorios y justo en este momento estoy entre el de mi madre y el de visitas, giro suavemente la perilla de este último y entro en él.

Este es el único cuarto que no tiene un baño anexado, porque en su lugar contiene mi estudio privado, el cual utilizo para guardar mis pinturas. Antes de serlo, este era el lugar que papá usaba para crear sus inventos. El cuarto es simple, solo tiene cosas imprescindibles como la cama, el armario, una zapatera y una cómoda. Casi no tiene adornos, solo algunos cuadros y figuras de cerámica. Camino hasta llegar a la pared del fondo, observo los tres cuadros de tamaño mediano que hay en ella, todos de paisajes. La primera es de un lago, la segunda de un campo y la tercera de una ciudad. Paso de las dos últimas y procedo a abrir la primera, sí, leíste bien, abrir. Ya había dicho que tengo un padre extravagante, bueno, para acceder a su estudio hay que introducir una contraseña, cuyo teclado se encuentra justo detrás del cuadro. Una vez abierto, introduzco los cuatro dígitos y doy un paso atrás cuando noto la puerta abrirse. En su interior está oscuro, así que busco los interruptores que se encuentran en el cuarto. Una vez los encuentro, presiono el que enciende las luces del estudio y camino hacia el interior, cerrando la puerta detrás de mí.

Apenas he dado dos pasos cuando me quedo petrificada. Lo que estoy observando en estos momentos me ha dejado sin palabras. No puedo creerlo, estoy impactada, mire donde mire, están por todas partes, de todo tipo de formas y tamaños y lo peor es que... Tampoco me acuerdo de esto.

Salgo de la habitación más rápido de lo que una persona se tarda en decir "hola", cerrando todas las puertas que se interponen en mi paso, pero cuando estoy llegando a mi habitación me cruzo con mi madre, llevándome un susto de muerte.

-¡Por Dios! ¡Mom!* -digo sobresaltada, llevándome una mano al pecho mientras trato de recuperar el control de mi respiración, la cual se ha ido a dar un paseo y se ha perdido en el acto.

*Mom (Mamá)

-Aysha, ¿estás bien? ¿De dónde vienes? ¿Y por qué estás tan nerviosa? -Como digna abogada, mamá comienza a interrogarme. Y yo no sé qué decirle.

-Yo... ah -balbuceo. No tengo ni idea de qué hacer. Decírselo sería una malísima opción, tendría que dar muchísimas explicaciones y no estoy ni al 0.00001% dispuesta a hacerlo.

Respiro hondo e intento mantenerme tranquila.

-¡Hey! Nada, yo aquí, dando un paseo y tú -digo apoyando un brazo en la pared. Patético, ya lo sé, pero no se me ocurre nada.

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora