Capítulo 28: Torneo Trimestral de baloncesto (En corrección)

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—Oye, llámame entrometido pero...
—¿Quieres saber qué es o era él de mi? —asiento levemente con la cabeza mientras observamos su silueta encogerse— Es mi ex [...]

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Luego de lo sucedido en el aula los días fueron pasando con rapidez. Durante ese período de tiempo hubieron montones de cosas que influenciaron en que esta situación se diera hoy. Algunas buenas otras malas.

El miércoles me encontré con Aysha en la biblioteca, hacía rato ya que le había comprado un obsequio sin embargo no me había atrevido a dárselo y tras llegar y preguntarle por su estado de ánimo tan decaído y escuchar de sus labios el como le había reprochado su amigo momentos antes, me termine de armar de valor para hacerle la entrega de un colgante de plata con una serpiente por dije. Funcionó, logro subir su autoestima, o al menos la ocultó bien detrás de una media sonrisa y un agradecimiento.

Después de eso se alejó de Spencer de tal manera en que la sola mención de su nombre la ponía de mal humor y ya no se sentaba donde siempre, sino que buscó otra mesa aislada de todo y todos. Sabía lo que intentaba hacer, cerrarse en sí misma nuevamente y no podía permitir que eso pasara, o todos los avances que había logrado darían marcha atrás. Por lo que tras comentarles algo al respecto a mis amigos comencé a sentarme con ella a la hora de almuerzo, sin embargo no estábamos sólo, ellos también se sumaron para mí sorpresa y alegría.

Poco a poco Aysha se fue adaptando a su presencia, principalmente a la de Sebas que tras felicitarla por el excelente golpe que le había otorgado a ese chico la comenzó a llamar pequeña boxeadora y a hacer inofensivas bromas al respecto que lograban sacarle sonrisas de ves en cuando. Ellos no sabían que tan importante era ella para mí, pero se hacía una mínima idea, por lo que de corazón valoré cada uno de sus esfuerzos por caerles bien.

Había perdido la cuenta de cuentas veces le agradecí a Sebastian por haber detenido a ese tío de golpear a Aysha, ya que eso fue algo que el hizo por su propia cuenta, ni yo se lo había pedido, ni sabía que se iba a entrometer hasta que ya fue demasiado tarde para yo llegar hasta ella e intentar pararlo cuando él lo consiguió.

Todas los días Aysha se quedó hasta tarde en detención, sólo podía hablar con ella entre turnos, o a través de un papel que colocábamos en el centro de la mesa y escribíamos discretamente para que los profesores no se percataran, o mediante nuestro teléfonos móviles.

En estos días el clima se ha puesto frío y el cielo nublado, yo lo encontraba deprimente pero ella decía que así estaba cien veces mejor.

El viernes ya casi estaba acabando, hoy, por fin comienza el Torneo Trimestral de Baloncesto del cual Charlie lleva hablándonos sin parar todo el mes. El primer partido será contra el Instituto Privado de Estudios Bachiller o como mejor se le conoce de este lado del pueblo, Instituto Privado de Pijos y Estirados. El equipo de nuestra escuela ganó el último trimestral del curso anterior y en éste los del Este vienen con toda a recuperar lo que creen que es suyo.

  Poco a poco el gimnasio se va llenado, todas las clases que tocan en este momento se han visto paralizadas por el evento. Incluso cierta personita está aquí sentada junto a Sebas y a mi, luego de insistirle mucho para que viniera.

—¡Dios mío! Cuánto tiempo más hay que estar aquí —vocaliza Aysha con voz teatral.

—Acabamos de llegar —le recuerdo.

—¿Por qué me haces esto? —pregunta de repente cambiando el sonido de la voz por una muy dramática logrando que la miremos confundidos— ¿Tanto es tu odio por mí? ¿Qué te he hecho? Dime, ¿qué te hecho para que me sometas a tal vil destino? —¡Ay! no, ya sé lo que está haciendo, a mi lado mi amigo comienza a reír seguramente que invocando el recuerdo en su mente— ¡Yo! Que lo di todo por ti, que huí de mi familia para estar a tu lado, y ahora... ¿me sales con estas? —Sebas estaba que no daba más de la risa y yo intentaba permanecer impasible pero era difícil, y encima lo hacía muy bien— ¡Oh! Padre mío, que te abandoné cuando tú más me necesitabas, ¿Y porqué? Por este —declara apuntándome con el dedo—. Este pedazo de basura inmunda. ¡No! No lo vale. ¡Oh! Padre perdóname. ¡Perdóname!

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora