Pésame

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NUEVA YORK, MARZO DE 1885

NUEVA YORK, MARZO DE 1885

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Según la nota publicada en el periódico, Kim Seok Jin, más conocido como Próspero el Encantador, artista y mago de gran renombre, murió de un ataque al corazón en su casa el quince de marzo.

La nota se extiende luego sobre la obra y el legado del mago. Los datos sobre su edad son incorrectos, un detalle en el que pocos lectores reparan. Al final del obituario, se comenta en un breve párrafo que Kim Seok Jin deja un hijo de diecisiete años, el jóven Kim Taehyung. En este caso, la edad mencionada sí es
correcta. La nota especifica también que, si bien está previsto que el funeral se oficie
en la más estricta intimidad, quienes así lo deseen pueden mandar su pésame a la dirección de uno de los teatros de la ciudad.

En él se reciben multitud de tarjetas y cartas que se guardan en sacas y se envían por mensajero a la residencia privada de los Kim, una casa ya rebosante de las consabidas y lúgubres coronas de flores. El perfume de los lirios es sofocante, y cuando Taehyung ya no lo soporta más, transforma todas esas flores en rosas.

Taehyung va amontonando las tarjetas de pésame sobre la mesa del comedor, hasta que empiezan a inundar también parte del salón. No quiere encargarse de ellas, pero tampoco se atreve a tirarlas sin haberlas leído antes.

Cuando ya no puede retrasar más el asunto, prepara una tetera y se enfrenta a las montañas de papel. Una a una, va abriendo todas las cartas y las clasifica en distintos montoncitos.

Los matasellos proceden de todos los rincones del planeta. Buena parte de la correspondencia consiste en cartas largas y sinceras que expresan auténtico pesar. Otras, sin embargo, no incluyen más que palabras de ánimo y vanos elogios del talento de su padre. En muchas de ellas, los remitentes comentan que desconocían que el gran Próspero tuviera un hijo. Otros remitentes, en cambio, lo recuerdan con cariño y lo describen como un niñito encantador, cosa que Taehyung no recuerda haber sido jamás. Otras, por último, formulan veladamente inquietantes proposiciones matrimoniales.

Ésas son, concretamente, las cartas que Taehyung arruga hasta formar una bola con ellas. Luego, una a una, coloca esas misivas estrujadas sobre la palma abierta de su mano y se concentra hasta prenderles fuego. De ellas tan sólo quedan unas pocas cenizas, que Taehyung se sacude de la mano.

—Ya estoy casado —comenta, dirigiéndose al aire vacío, mientras hace girar el anillo de su mano derecha, que oculta una antigua e inconfundible cicatriz.

Entre las cartas y tarjetas encuentra un sencillo sobre gris.

Taehyung lo extrae de la pila, lo rasga con un abrecartas de plata y se dispone a arrojarlo al otro montón, con el resto de la correspondencia. Sin embargo, y a diferencia de los otros sobres, éste va dirigido a su padre, aunque el matasellos es posterior al día de su muerte. La tarjeta que contiene no es una nota de pésame ni de condolencias por la pérdida sufrida.

No incluye saludo alguno. Ni firma. Escrito a mano en el papel se lee lo siguiente:

Tu turno.

Y nada más.

Taehyung le da la vuelta a la tarjeta, pero el dorso está en blanco. Ni siquiera el sello
de un fabricante de material de oficina mancilla la superficie. Tampoco figura remitente alguno en el sobre.

Lee varias veces las dos palabras del papel gris. No sabría decir si el escalofrío que le recorre la espalda en ese momento es de emoción o de miedo.

Taehyung se olvida del resto de las cartas de pésame, coge la tarjeta gris y sale de la estancia. Sube por una tortuosa escalera que conduce al salón de arriba. Saca del bolsillo un llavero y, con gesto impaciente, abre las tres cerraduras para poder acceder
al salón, bañado por el intenso sol de la tarde.

—¿Qué significa esto? —dice Taehyung al entrar, sosteniendo en alto la tarjeta.

La figura que vacila junto a la ventana se vuelve. Allí donde le da el sol, es prácticamente invisible. Da la sensación de que le ha desaparecido un trozo de
hombro y de que la parte superior de la cabeza se ha convertido en un montón de
motitas de polvo iluminadas por el sol. El resto de su cuerpo es transparente, como un reflejo en el cristal.

Lo que queda de Kim Seok Jin lee la nota y se echa a reír alegremente.

The Night Circus |•ᴬᴰ°ᵀᴷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora