LONDRES, 1 DE NOVIEMBRE DE 1901
Taehyung desearía poder detener el tiempo mientras escucha el latido regular del corazón de Jungkook, acompasado con el tictac del reloj. Desearía poder vivir este momento para siempre, acurrucado entre sus brazos, notando sus caricias en la espalda. Desearía no tener que marcharse.
Consigue ralentizar el latido del corazón de Jungkook lo suficiente como para que se quede profundamente dormido.
Podría despertarle, pero en la calle el cielo ya está empezando a clarear y Taehyung teme el momento de tener que despedirse de él.
En lugar de despertarle, pues, le besa dulcemente en los labios y se viste en silencio mientras él sigue durmiendo.
Se quita el anillo del dedo y lo deja sobre la repisa de la chimenea, apoyado entre los dos corazones dibujados en el naipe.
Se detiene un instante mientras se pone el abrigo y contempla los libros desparramados sobre el escritorio.
Tal vez si entendiera mejor los sistemas que Jungkook utiliza podría emplearlos para conseguir que el circo fuera más independiente. Para liberarse de parte de la carga que soporta. Para poder pasar con Jungkook más que unas cuantas horas robadas, sin quebrantar las reglas del juego.
Es el mejor regalo que le puede hacer, al menos hasta que consigan que uno de sus dos instructores emita un veredicto.
Taehyung coge el cuaderno en el que figuran todos los nombres. Parece una buena manera de empezar, ya que como mínimo entiende el concepto básico de lo que el cuaderno pretende lograr.
Se lo lleva consigo al marcharse.
Tras escabullirse hacia el pasillo en penumbra, cierra la puerta del piso de Jungkook con tanto sigilo como puede, con el libro encuadernado en piel metido bajo el brazo.
Tras él, el pestillo vuelve a su sitio con una serie de chasquidos amortiguados.
No repara en la figura oculta entre las sombras hasta que la oye hablar.
—Puerco mentiroso… —escupe su padre.
Taehyung cierra los ojos, tratando de concentrarse, pero una vez que su padre se ha aferrado a él, siempre le resulta difícil librarse de él. Tampoco esta vez lo consigue.
—Me sorprende que me hayas esperado en el pasillo para decirme eso, papá —le dice.
—Este lugar está tan bien protegido que es absurdo —responde Jin, haciendo un gesto en dirección a la puerta—. Nada ni nadie conseguiría entrar, a menos que ese muchacho lo desee.
—Bien —le espeta Taehyung—. Pues mantente alejado de él y de mí.
—¿Qué haces con eso? —le pregunta, indicando el cuaderno que Taehyung lleva bajo el brazo.
—Nada que sea de tu incumbencia —responde él.
—No puedes interferir en su trabajo —dice Jin.
—Ya lo sé, interferir es una de las pocas cosas que, al parecer, va contra las reglas del juego. No pretendo hacerlo, sólo quiero conocer sus métodos para no tener que controlar constantemente una parte tan importante del circo.
—Sus métodos, dices. Los métodos de Agust no deben preocuparte. Me parece que sobreestimé tu capacidad para manejar este reto.
—En eso consiste el juego, ¿no? —pregunta Taehyung—. En ver cómo nos enfrentamos a las repercusiones de la magia cuando se realiza en un terreno de juego público, en un mundo que no cree en esas cosas. Es una prueba de resistencia y control, no de talento.
—Es una prueba de fuerza —le espeta Jin—. Y tú eres débil. Más débil de lo
que creía.—Pues entonces, déjame perder —le pide él—. Estoy exhausto, papá, ya no puedo seguir con esto. Tampoco podrás celebrarlo con una botella de whisky cuando se declare un ganador.
—No se declara un ganador —replica su padre—. La partida termina, no se interrumpe, ya tendrías que haberlo adivinado a estas alturas. Y yo que te creía inteligente…
Taehyung le fulmina con la mirada pero, al mismo tiempo, empieza a meditar sobre las palabras de su padre, recordando a la vez las crípticas respuestas sobre las normas del juego que le ha ido sonsacando a lo largo de los años. Y, de repente, los elementos que él siempre ha evitado adquieren una forma nítida, y el factor hasta entonces desconocido se despeja.
—El vencedor es el que queda en pie cuando el otro ya no aguanta más —dice Taehyung. Y la partida cobra, finalmente, un sentido aterrador.
—Es una manera bastante burda de expresarlo, pero sí, más o menos es eso.
Taehyung se vuelve de nuevo hacia el piso de Jungkook y apoya una mano en la puerta.
—Deja de comportarte como si estuvieras enamorado de ese chico —dice Jin —. Tú estás por encima de esas cosas tan mundanas.
—Y estás dispuesto a sacrificarme por ello —asevera él en voz baja—.
Permitirás que me destruya a mí mismo sólo para intentar demostrar tu punto de vista. Me metiste en este juego sabiendo lo que arriesgaba y me hiciste creer que no era más que un simple concurso de talentos.—No me mires así —dice Jin—, como si me consideraras inhumano.
—Veo a través de ti —le espeta Taehyung—, no tengo que forzar mucho la imaginación.
—Las cosas no serían muy distintas si yo aún fuera igual que cuando empezó todo esto.
—¿Y qué ocurrirá con el circo cuando termine la competición? —pregunta Taehyung.
—El circo sólo es el terreno de juego —responde su padre—. Un estadio. Un coliseo muy animado. Puedes seguir con él cuando ganes, aunque sin la competición no tiene mucho sentido.
—Y supongo que tampoco lo tienen las otras personas que forman parte de él, ¿no? —le pregunta Taehyung—. Supongo que sus destinos no son importantes, ¿verdad?.
—Toda acción provoca una repercusión —contesta Jin—. Es parte del reto.
—¿Y por qué me cuentas ahora todo esto, si hasta ahora no habías mencionado ni una palabra?.
—Porque hasta ahora no había considerado la posibilidad de que pudieras perder.
—De que pudiera morir, quieres decir —le corrige él.
—Es un tecnicismo —dice su padre—. La partida termina cuando sólo queda un jugador, no hay otra forma de terminarla. Cuando esto acabe, ya puedes ir renunciando a tus ilusos sueños de seguir siendo la putilla de ese don nadie que Agust sacó de los bajos fondos.
—¿Quién queda, entonces? —le pregunta Taehyung, ignorando el comentario de su padre—. Dijiste que el pupilo de Agust ganó el último reto. ¿Qué ha sido de él?
—No es él, sino ella, y se dedica a retorcer el cuerpo en tu adorado circo.
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The Night Circus |•ᴬᴰ°ᵀᴷ
FantasyEl circo llega sin avisar. No viene precedido de ningún anuncio, no se cuelga cartel alguno en los postes o vallas publicitarias del centro, ni tampoco aparecen notas ni menciones en los periódicos locales. Sencillamente está ahí, en un sitio en el ...