Punto muerto

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MONTREAL, AGOSTO DE 1902

Después de que el ilusionista haga una reverencia y desaparezca ante la mirada de un público embelesado, los espectadores empiezan a aplaudir el aire vacío. Se levantan de sus asientos y algunos charlan con sus vecinos y, a medida que van desfilando hacia la puerta que ha vuelto a aparecer en uno de los laterales rayados de la carpa, comentan tal o cual truco.

Sólo un hombre, sentado en una de las sillas del círculo interior, permanece en la carpa cuando todo el mundo se marcha. Mantiene los ojos, casi ocultos bajo la sombra que proyecta el ala de su bombín, fijos en un punto concreto del centro del círculo, el que hasta hace apenas un instante ocupaba el ilusionista.

El resto del público se marcha.

El hombre sigue sentado.

Al cabo de unos pocos minutos, la puerta desaparece de la pared de la carpa y se vuelve otra vez invisible.

El hombre ni siquiera parpadea. No se molesta en mirar hacia la puerta cuando ésta desaparece.

Un instante después, Taehyung está sentado frente a él en una silla, de lado y con los brazos apoyados en el respaldo. Lleva el mismo traje que ha lucido durante la actuación, un traje negro adornado con delicados encajes blancos.

—Normalmente te sientas al fondo —dice Taehyung.

—Quería ver mejor —responde Jungkook.

—Has hecho un largo camino para venir hasta aquí.

—Necesitaba tomarme unas vacaciones.

Taehyung baja la mirada y se contempla las manos.

—No esperabas que viniera hasta aquí, ¿verdad? —le pregunta Jungkook.

—No, la verdad es que no.

—Es difícil esconderse cuando viajas acompañado de todo un circo, ¿sabes?.

—No me he estado escondiendo —contesta él.

—No es cierto —afirma Jungkook —. Intenté hablar contigo en el funeral de Christopher Bang, pero te marchaste antes de que pudiera localizarte, y luego te llevaste el circo al otro lado del océano. Has estado evitándome.

—No ha sido totalmente deliberado —dice Taehyung—. Necesitaba un poco de tiempo para pensar. Gracias por el Estanque de las Lágrimas —añade.

—Quería que tuvieras un lugar en el que te sintieras lo bastante seguro como para llorar si yo no podía estar junto a ti.

Taehyung cierra los ojos, pero no responde.

—Me robaste el cuaderno —dice Jungkook, al cabo de un momento.

—Lo siento —responde él.

—Mientras esté en lugar seguro, da igual que lo tengas tú o que lo tenga yo. Pero podrías habérmelo pedido. Podrías haberte despedido.

Taehyung asiente.

—Lo sé —asiente.

Ambos guardan silencio durante un rato.

—Estoy intentando conseguir que el circo sea independiente —dice Taehyung al fin —. Desvincularlo de nuestro reto, de nosotros. De mí. Tenía que aprender tu método para hacerlo funcionar correctamente. No puedo permitir que un lugar tan importante para tanta gente desaparezca sin más. Algo tan maravilloso, acogedor y misterioso al mismo tiempo… que todos ellos no tienen ningún otro lugar adonde ir. Si tú tuvieras algo así, ¿no querrías conservarlo?.

—Lo tengo cuando estoy contigo —responde Jungkook—. Déjame ayudarte.

—No necesito que me ayudes.

The Night Circus |•ᴬᴰ°ᵀᴷDonde viven las historias. Descúbrelo ahora