Estrés al cuadrado

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Sueles pensar que nunca va a haber nada más complicado, pero el día que hace que te equivoques siempre llega, y aquí estoy yo, contradiciéndome por la que espero que sea la última vez, aunque sé que no va a ser ni la última, ni la peor.

Los exámenes de fin de curso están a la vuelta de la esquina y no me puedo concentrar en los sistemas, ecuaciones... nada me sale bien, las matemáticas no me gustan tanto como quedar con mis amigos, obviamente. Por lo que se podría decir, haciendo referencia a las matemáticas, que mi estrés está elevado al cuadrado.

Al cabo de un rato resolviendo sistemas, mi hermano me grita desde el salón que me está llamando María, mi mejor amiga, lo que me alivia al pensar que ella me librará del estrés.

Nada más saludarme me contó una historia de un chico que había visto por la calle, y después de compararla con historias mías,  nos dimos cuenta, íbamos a tener que comprarnos cada una unos cuantos gatos.

Vuelvo a mis matemáticas y, ya muy cansada, cojo mi portátil olvidando y dejando en un segundo plano
los números y letras raras, para centrarme en las letras que se me dan mejor.

Decido escribir un relato.

Mientras me digas te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora