Don't Leave Me [Eric García]

💐Capítulo 6💐

Me desperté y me quedé en la cama porque me sentía fatal, notaba mi cuerpo pesado.

Cerré los ojos e intenté dormir de nuevo pero mi teléfono no me dejó.

Era una llamada de Ferrán y me cagué en él en mil idiomas.

—¿Qué quieres?

—Que borde, solo quería saber cómo estás.

—Me encuentro como el puto culo y tú vienes molestando.

—Vale, lo siento—se disculpó—¿quieres que vaya?

—No, no te vaya a contagiar.

—Vale, iré.

—¡Ferrán!

—Iré con Eric para que estés contenta.

—Te odio.

—Y yo, en cinco estoy allí.

—Vale.

Colgué e intenté dormir de nuevo pero el timbre me lo jodió.

Me levanté con pesadez y le fui a abrir a Ferrán y a Eric.

—¿Tú no tenías llaves?—le pregunté a Ferrán.

—No las encuentro.

Rodé los ojos y los dejé pasar. Fui a mi cuarto, me acosté y cerré los ojos.

—¿Tienes fiebre?—interrumpió Eric.

—No lo sé, ¿me podéis dejar en paz?

—¿Dónde tienes el termómetro?

—En el baño, ¿dónde está Ferrán?

—Ha salido a por sopa, que no tenéis.

Asentí y Eric fue a por el termómetro. Cuando volvió me lo puse en la axila y se sentó en la cama para apoyar su espalda en el cabecero.

—Sobre lo de ayer...—empezó.

Ayer cuando me dejó en casa, nos abrazamos, que no será lo mejor del mundo pero creo que si sientes algo es malo.

—¿No quieres que te abrace?

Tal vez me ilusioné demasiado como siempre.

—En realidad...—el termómetro pitó y me lo quitó—quiero que me abraces siempre.

Me giré y lo miré.

—¿Siempre?

—Sí, siempre.

Le sonreí y le quité el termómetro. Tenía 39.7ºC y me quería morir.

Dejé el termómetro en la mesilla de noche y abracé a Eric.

—Descansa, estarás cansada.

Asentí y cerré los ojos, me relajé lo suficiente para quedarme dormida gracias a que Eric me acariciaba el pelo.

Una noche después...

Me desperté aún abrazada a él y Ferrán entró en mi cuarto.

—Buenos días.

Dejó un café y una tostada en mi mesilla de noche.

—Buenos días, Ferri.

Me senté en la cama, cogí mi desayuno y Ferrán salió del cuarto justo cuando Eric se despertó.

—Bon día—se estiró.

—Buenos días.

Se sentó en la cama y después de frotarse los ojos y ponerse las gafas, me miró.