Tate estaba nervioso.
Aunque se sentía un tanto ridículo, no podía evitar experimentar una mezcla de inquietud y expectación ante la idea de conocer a Joy Chapman. Nunca antes había tenido la oportunidad de hablar con la hija de Gwendolyn, aunque en ocasiones había coincidido con su madre en el pasado. Sin embargo, esos encuentros habían tenido lugar hacía muchos años, cuando era apenas un novato en la editorial y Gwendolyn Chapman ya era una reconocida autora.
A lo largo de los años, Tate había escuchado menciones sobre Joy y su prometedora carrera como escritora de libros infantiles. Sin embargo, su trayectoria literaria se había desarrollado en una editorial distinta a Grupo Sterling, por lo que Tate nunca había tenido la oportunidad de trabajar directamente con ella. Aun así, en los círculos editoriales, Joy era reconocida y admirada, considerada un verdadero prodigio en su campo. Sus colegas editores solían elogiar su talento y creatividad, y sus obras eran muy apreciadas en el mundo de la literatura infantil.
O, al menos, había sido así hasta el incidente.
Tate se detuvo frente a la florería.
La fachada de la florería tenía un encantador estilo rústico y vintage. Estaba construida con madera blanca, lo que hacía resaltar una puerta amarilla llamativa y escaparates a ambos lados que presentaban paneles de cristal pintados con flores de diversos colores. Justo sobre la puerta, se encontraba un letrero de madera con elegantes letras que formaban una sola palabra: Marigold.
Raelynn entró primero y el suave tintineo de unas campanillas llenó el aire. Tate inhaló y la siguió. El sonido se activó una vez más, lo que le hizo suponer que era utilizado para anunciar la entrada de nuevos clientes.
—¡Joy! —llamó Raelynn.
La joven detrás del mostrador levantó la mirada y Tate pudo ver su rostro por primera vez. Su primer pensamiento fue que Joy Chapman se parecía mucho a su madre: tenía los mismos ojos cafés y el mismo cabello rizado y castaño. Su segundo pensamiento fue que lucía incluso más joven de lo que había imaginado.
Joy sonrió al ver a su prima, pero sus labios titubearon al detenerse sobre él. Su expresión se volvió aprehensiva y sus ojos se ampliaron, sin apartar la mirada de él. Tate se mantuvo detrás de Rae, tratando de pasar desapercibido, pero era difícil esconder su presencia cuando le llevaba más de veinte centímetros de altura. Decidió no hablar para no ponerla más nerviosa.
—Joy, lamento lo que sucedió en la mañana —empezó Rae, deteniéndose junto a la isla central con macetas—. Debí venir antes.
—No te preocupes —respondió la joven, sin dejar de mirarlo. Su expresión se había vuelto menos inquieta y más escrutadora.
Tate tragó con fuerza. ¿Acaso todos en el pueblo miraban a los turistas de forma sospechosa?
—De cualquier forma, quería venir para saber cómo estabas —continuó Rae—. Además, quiero presentarte a mi primo, Tate Graham.
ESTÁS LEYENDO
Los miedos que guardamos [TERMINADA]
RomanceUna escritora con miedo a salir de casa y un editor compitiendo por un ascenso, deben colaborar para lanzar la novela que podría transformar ambos destinos. ~⋆ ✦ ⋆~ Joy Chapman era una prometedora escritora de libros infantiles, hasta que su mundo s...