A solo tres días de la presentación de la novela, Joy se encontraba en un estado de nerviosismo desbordante. Ocultarlo con el ahínco con el que lo hacía resultaba una tarea extremadamente difícil, ya que implicaba engañar a todos a su alrededor.
Pero, aunque pareciera contradictorio, en líneas generales, su plan funcionaba. Cada día, al salir para cumplir con sus tareas, ya fuera en compañía de alguien o en solitario, Joy se esforzaba por mantener en secreto su lucha interna. Sus vecinos y las personas del Centro Comunitario nunca se enteraban del torbellino emocional que la consumía. Como parte de su proceso, Joy visitaba el centro todos los días, siguiendo el consejo de Nora, quien le aseguraba que familiarizarse con el ambiente ayudaría a disminuir su ansiedad.
Sin embargo, aunque su nivel de ansiedad no era el mismo que en su primera visita, Joy sabía que no se estaba acostumbrando por completo. Estaba convencida de que enfrentar la presentación frente a una multitud sería un desafío abrumador.
«—No es una multitud, no la denomines así —solía decir Nora—. Es solo un grupo de personas que estarán allí para apoyarte y que querían a tu madre».
Joy asentía, convencida de que todo saldría bien. Sin embargo, al día siguiente, su confianza se desvanecía y dudaba de su propia seguridad. Nada garantizaba que no volvería a vivir una experiencia similar a su última presentación. La incertidumbre de sufrir un ataque de pánico o enfrentar algo peor la atormentaba. Estos pensamientos negativos alimentaban su ansiedad y eran una batalla diaria para Joy.
Pero a pesar de sus esfuerzos por aparentar que todo estaba bien, debía reconocer que había logrado aprender a regularse emocionalmente, lo cual era un gran logro en sí mismo. Aunque sus pensamientos rumiantes persistieran, su miedo no era lo suficientemente abrumador como para impedirle salir de casa. Eso era bueno, ¿no?
En los días buenos, Joy encontraba gratitud en su progreso, incluso si solo podía recorrer un par de calles y visitar ciertos lugares. Sin embargo, en los días difíciles, se volvía su crítica más dura y su avance le parecía insignificante. Durante esos momentos, le resultaba casi imposible imaginar volver a ser «normal» y vivir sin tanto miedo.
Meses atrás, esos pensamientos nunca habrían cruzado por su mente. Estaba satisfecha con su vida y la forma en que la llevaba. Pero ahora... había ocasiones en las que secretamente anhelaba ser libre. Deseaba poder moverse sin restricciones, sin la constante preocupación y ansiedad que la acompañaban a cada paso. Anhelaba ser capaz de enfrentar el mundo sin temor y experimentar la sensación de verdadera libertad una vez más.
Porque si fuera libre...
—¿Joy? —dijo Tate.
Podría hacer otra elección.
—¿Estás bien?
Sus miradas se encontraron a través de la estancia. Él estaba sentado en el escritorio que su padre solía utilizar y ella ocupaba el sillón solitario cerca de la ventana.
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Los miedos que guardamos [TERMINADA]
RomanceUna escritora con miedo a salir de casa y un editor compitiendo por un ascenso, deben colaborar para lanzar la novela que podría transformar ambos destinos. ~⋆ ✦ ⋆~ Joy Chapman era una prometedora escritora de libros infantiles, hasta que su mundo s...