Como cada noche antes de irse a dormir, Joy aseguró un pañuelo de seda alrededor de su cabello rizado. Era un paso crucial para evitar que sus rizos se volvieran rebeldes por la mañana y peinarlos se convirtiera en una tarea desafiante.
A pesar de que las tareas domésticas habían ayudado a distraerla, incluyendo el fugaz recuerdo de Tate semidesnudo, la ansiedad por su próxima salida seguía presente.
Siguiendo su rutina nocturna, Joy practicó técnicas de relajación y plasmó sus pensamientos en su diario. Luego, se acomodó en la cama y acarició el pelaje de Marigold mientras disfrutaba de un audiolibro que llenaba la habitación con su narración reconfortante. Había esperado que todas estas actividades la dejaran exhausta, pero el sueño se resistía a llegar. Inquieta, se levantó de la cama y comenzó a pasear de un lado a otro en la habitación. Su mirada se posó en la pila de libros leídos que descansaba sobre un sillón en un rincón de la habitación.
Quizás debería buscar nuevos libros en el estudio.
Recordando que su madre solía leer todas las noches antes de dormir, Joy sintió un impulso de seguir sus pasos y sumergirse en las páginas de nuevas historias. Con determinación, anudó su bata de seda sobre su camisón y tomó los libros en sus brazos. Marigold la observó desde la cama, pero apenas se movió mientras Joy se aventuraba por el pasillo en penumbras.
Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. La luz proveniente de la habitación de Tate aún estaba encendida. Aunque no quería ser entrometida, se detuvo frente a la puerta y echó una breve mirada al interior. Tate estaba sentado en la cama, concentrado en su laptop. Su postura parecía incómoda, como si llevara un peso sobre sus hombros.
Sin pensarlo, Joy empujó la puerta.
—Te lesionaras la espalda si trabajas encorvado en la cama. ¿Por qué no utilizas el estudio?
Por un segundo, la expresión de Tate fue de sorpresa, pero se recuperó rápido y dijo:
—Es tu lugar de trabajo, no quería profanarlo. Además, también era de tu madre y...
—Es un estudio, no un mausoleo —intervino Joy, arrancando una sonrisa a Tate—. Ven conmigo.
Joy sostuvo la pila de libros contra su pecho y continuó avanzando, con Tate siguiéndola de cerca, hasta que entraron juntos al estudio. Ella encendió la luz y él se detuvo a su lado.
—Vaya... —balbuceó boquiabierto—. Es asombroso. Y los libros...
Tate se quedó sin palabras y Joy sonrió, satisfecha, echando un vistazo alrededor.
El elegante estudio estaba revestido con paneles de madera oscura y lisa, creando un ambiente cálido y acogedor. La lujosa alfombra azul marino cubría el suelo, mientras las ventanas estaban enmarcadas por delicadas cortinas blancas. Las estanterías de madera abarcaban las paredes, repletas de una extensa colección de libros.
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Los miedos que guardamos [TERMINADA]
RomansaUna escritora con miedo a salir de casa y un editor compitiendo por un ascenso, deben colaborar para lanzar la novela que podría transformar ambos destinos. ~⋆ ✦ ⋆~ Joy Chapman era una prometedora escritora de libros infantiles, hasta que su mundo s...