Algo se sintió diferente esa mañana.
Joy se despertó antes del amanecer y realizó su ritual de preparación matutina. Esta vez, decidió omitir la escritura de pensamientos negativos y se enfocó en plasmar los positivos en su cuaderno. Repitió sus mantras con determinación mientras abría una lata de comida para gatos para Marigold.
«Soy fuerte. Puedo hacer esto. No tengas miedo».
A través de las puertas del jardín, Joy contempló maravillada cómo el Rowan había florecido. Las delicadas flores blancas se desplegaban en un hermoso contraste con los frutos rojos que lo adornaban. Sin embargo, Joy sabía que los Rowan no florecían en esa época del año, era algo fuera de lo común. Quería explicarle a Tate que ese árbol era especial y tenía sus propias reglas, pero se contuvo; él ya tenía suficientes cosas en su mente con las que lidiar. No quería añadir «árbol mágico» a la lista de cosas extrañas.
Mientras Joy ordenaba su mesa de trabajo en la florería, Tate se acercó a ella con una mirada interrogante en sus tranquilos ojos azules. Con un gesto afirmativo, Joy confirmó lo que él parecía preguntar.
Estaba lista.
Tate se encargó de abrir la puerta principal de la florería.
—Yo estoy aquí —dijo cuando cruzó a su lado para salir a la calle.
Joy dio unos pasos hacia su posición habitual, justo frente a la entrada. Sin embargo, algo extraño sucedió. Tuvo la sensación de que la puerta se alejaba y todo a su alrededor se transformaba en un largo y oscuro pasillo distorsionado. Era el comienzo de su temor. Sabía que solo tenía unos segundos antes de que el miedo se apoderara de sus pensamientos y de su mente.
Sin perder tiempo, cerró los ojos y se aferró a aquel recuerdo que le llenaba el corazón de calidez. Se concentró con todas sus fuerzas hasta que las imágenes distorsionadas comenzaron a desvanecerse y solo quedó una voz: la de su madre cantándole Stand By Me para reconfortarla después de la pérdida de su abuela. Era un recuerdo triste, pero también poderoso, ya que su madre había sabido cómo consolarla y hacerla sentir amada.
En su mente, se formó la imagen de su madre con una sonrisa radiante, de pie en el jardín; su largo cabello castaño ondeando al viento y una expresión de ternura infinita en sus labios. Sus manos entrelazadas luchaban contra la melancolía, inundando el momento con esperanza y amor que no se podían describir con palabras, solo se sentían en lo más profundo del corazón.
Joy dejó escapar una sonrisa trémula y se unió a la canción en su mente, permitiendo que la melodía y las palabras la envolvieran y la reconfortaran.
—When the night has come —murmuró con suavidad— and the land is dark and the moon is the only light we'll see.
Los ojos de Joy se abrieron y, aunque fue difícil, se mantuvo concentrada en su recuerdo. No miró el suelo, ni la puerta, ni la calle, ni muros y barreras. No pensó en comienzos ni finales. Sus ojos se mantuvieron fijos en Tate, e imaginó que el recuerdo se convertía en el presente, con su mamá esperándola en medio de un jardín.
Y, así, dio el primer paso.
—No, I won't be afraid —cantó, y sus labios temblaban—. No, I won't be afraid.
Ella tragó con fuerza y su pecho se estremeció. Con cada tambaleante paso que daba, su respiración se aceleraba más. El miedo y los pensamientos de ansiedad golpeaban las paredes de cristal donde protegía su recuerdo, exigiendo imponerse; sin embargo, Joy siguió viendo el rostro de su madre junto a ella.
—Just as long as you stand —entonó entre susurros entrecortados—, stand by me.
Joy dio un par de pasos más... ¿cerca o lejos? ¿Faltaba mucho? ¿Acaso no terminaría jamás? ¿Ya podía descansar? Porque no se estaba haciendo más fácil. Al contrario, cuando la luz del amanecer rozó su rostro sintió que colapsaba.
Perdió por un segundo la concentración en su recuerdo y el miedo se asentó en su estómago. Se detuvo, petrificada, y cerró los ojos para no mirar alrededor y entrar en pánico. Intentó controlar su respiración, que ahora se volvía entrecortada, y trató de volver a enfocarse en su recuerdo, pero...
No podía recordar la letra.
¿En dónde se había quedado? ¿Cómo era la letra? ¿Qué estaba cantando? ¿Qué estaba pensando? ¿En dónde estaba?
«¡Abre los ojos!»
«¡No puedo!»
«¡Abre los ojos!»
«¡No puedo respirar!»
«¡Abre los ojos!»
«¡Nunca debí salir de mi casa!».
Quería huir y esconderse, encogerse y desaparecer, pero no podía moverse. Todo estaba oscuro. Era un fracaso. Cualquiera podría hacerle daño, indefensa y vulnerable, en medio de la calle y...
—So darlin', darlin' —aquella voz se coló en su oscuridad de forma inesperada—, stand by me. Oh, stand by me.
«Es la canción. Así seguía la letra».
—Oh, stand, stand by me, stand by me.
Joy abrió los ojos y las lágrimas se desbordaron por su rostro. Tate estaba cantando.
—If the sky that we look upon should tumble and fall or the mountains should crumble to the sea.
Él hizo una pausa y sonrió, animándola. Joy comprendió que era su turno. Entonces, tragó con fuerza.
—I won't cry, I won't cry —comenzó de nuevo. Sus labios temblaban al igual que sus manos. Su voz sonaba mal, llorosa, fea, pero aún así no se detuvo—. No, I won't shed a tear.
—Just as long as you stand —continuó Tate, haciéndole una seña para que se acercara—. Stand by me.
Joy no dudó: dio un paso y luego otro. Su mente se quedó en blanco mientras su mirada se encontraba con la de Tate. Ya no había recuerdo, pero fue reemplazado por la certeza de que alguien la esperaba, que alguien que estaría a su lado.
—And darlin', darlin', stand by me —él siguió cantando para guiarla y Joy siguió avanzando—. Oh, stand by me. Oh, stand now. Stand by me, stand by me.
Si algún día alguien le preguntara cómo había sido volver a salir, Joy diría que se había mostrado valiente y que no había sentido miedo en ningún momento. Aunque, en realidad, corrió los últimos pasos hasta su objetivo, lloró como una niña pequeña y estaba tan aterrada que temblaba incontrolablemente. No diría que no había terminado la canción ni revelaría lo desesperadamente que se había aferrado a Tate.
—Tranquila —susurró él, acariciando su cabello—. Te tengo. Pudiste hacerlo.
Pero sí hablaría sobre Tate, el hombre que seguía siendo un misterio, ni amigo ni desconocido, pero que había hecho mucho más que simplemente cantar una canción. Él había prometido quedarse a su lado.
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Los miedos que guardamos [TERMINADA]
Roman d'amourUna escritora con miedo a salir de casa y un editor compitiendo por un ascenso, deben colaborar para lanzar la novela que podría transformar ambos destinos. ~⋆ ✦ ⋆~ Joy Chapman era una prometedora escritora de libros infantiles, hasta que su mundo s...