Epílogo

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Un año después

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Un año después


Joy hizo una pausa en su lectura y rápidamente escaneó los rostros de todos los niños que estaban sentados frente a ella. Sus expresiones atentas y sus ojos brillantes le sacaron una pequeña sonrisa. Entonces continuó con la lectura:

—Después de enfrentar su mayor miedo al mundo exterior, Willow descubrió que este no era tan aterrador como había imaginado. Con valentía y determinación, se adentró en el bosque encantado, y encontró nuevos amigos y halló la paz que tanto anhelaba.

»A partir de ese momento, Willow se liberó de sus temores. Cada día se aventuraba a salir un poco más lejos, consciente de que, incluso en los espacios más vastos y abiertos, siempre habría un rincón donde encontrar refugio y serenidad. Así que Willow continuó explorando, enfrentando nuevos desafíos y desvelando la magia que aguardaba más allá de las puertas. Su valentía e inspiración motivaron a otros niños a confrontar sus miedos, demostrándoles que incluso en los momentos más abrumadores siempre existe una luz; solo se requiere de coraje y determinación para encontrarla.

»La historia de Willow se convirtió en un legado de esperanza para todos aquellos que alguna vez se sintieron atrapados por el miedo, recordándoles que el valor reside dentro de ellos, listo para desplegar sus alas y enfrentar cualquier obstáculo.

Joy cerró el libro de cuentos y sonrió mientras los niños aplaudían entusiasmados. Algunos se acercaron a darle abrazos y otros le pidieron autógrafos en sus libros.

Joy había publicado su última novela infantil hacía dos semanas y había accedido a realizar algunas lecturas en vivo en la librería Carmina Gadelica. Esta era su tercera sesión de la semana y Joy no podía estar más contenta. Todo había salido perfectamente y los niños parecían estar muy felices. Se dedicó a firmar ejemplares y a conversar con algunos padres sobre su obra.

Después de una hora, la librería comenzó a vaciarse. Joy recogió sus cosas, se puso su abrigo y se despidió de la encargada, confirmando las fechas para su cuarta sesión de lectura de cuentos.

Al salir a la calle, se detuvo en la acera para respirar el aire fresco que soplaba desde la bahía. El viento agitó sus rizos sueltos y trajo consigo el delicioso aroma a galletas recién horneadas. Joy dio unos pasos hacia adelante, pero se detuvo al ver a Tate esperándola frente al Café Caledonian, sosteniendo un paquete de galletas en sus manos.

—Imaginé que querrías galletas para la cena.

—Pensé que hoy no vendrías —replicó Joy, acercándose a su lado.

—Pude desocuparme antes —contestó Tate, dándole un beso en la mejilla y sosteniendo su mano—. Quise entrar, pero tuviste muchos fans hoy. La librería estaba a reventar. Lo hiciste de maravilla.

Joy esbozó una sonrisa radiante, sintiéndose contenta por haber tenido otra sesión de lectura de cuentos exitosa. Recordó vívidamente cómo Tate la había acompañado durante su primera sesión, ya que había estado muy nerviosa para enfrentar a los niños por su cuenta. Era la primera vez que volvía a estar rodeada de pequeños oyentes para compartir uno de sus cuentos, pero la sesión había sido maravillosa. Habían jugado, escuchado música, tomado fotos y disfrutado de dulces. Joy se sentía sumamente orgullosa de ese nuevo logro y emocionada por la oportunidad de crear nuevos recuerdos que reemplazaran los del pasado.

Los miedos que guardamos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora