Una nueva semana, una nueva tarea.
Tate y Joy caminaron por la misma cuadra que ya conocían de memoria. Saludaron amablemente a algunos vecinos y se detuvieron a conversar con otros, pero no se distrajeron por mucho tiempo. Tenían un objetivo en mente.
Cuando llegaron al punto donde habían dejado pendientes algunas tareas, Joy aferró con más fuerza el brazo de Tate, su corazón latiendo acelerado. Sabía lo que venía a continuación. Un simple giro a la izquierda y comenzarían a adentrarse en el corazón del pueblo, donde les esperaba Tippecanoe, la tienda de regalos y galería de arte.
Esa era su nueva misión: recorrer la calle principal de Portree, visitar Tippecanoe y no tener un ataque de pánico.
Joy hizo un esfuerzo consciente para distraerse y alejar los pensamientos sobre las posibles consecuencias de estar tan lejos de su hogar. Observó de manera fugaz a su alrededor, pero tomando nota de los detalles. Portree era un pueblo pequeño y su centro estaba ubicado en el corazón de la comunidad, que era el principal punto de actividad comercial y social.
Era un lugar encantador y animado; pintorescos edificios históricos albergaban una variedad de negocios locales, como panaderías, cafeterías y librerías. La calle principal estaba adornada con árboles y flores, creando un ambiente acogedor.
En el centro del pueblo, había una combinación de edificios residenciales y comerciales que incluían viviendas, tiendas y restaurantes. Además, se encontraban el ayuntamiento, la oficina de correos y la biblioteca, accesibles para todos los miembros de la comunidad.
También había varios espacios públicos donde los residentes podían reunirse y disfrutar del tiempo juntos, como parques, plazas y centros comunitarios que ofrecían parques infantiles, canchas deportivas y áreas de picnic. Asimismo, se llevaban a cabo eventos y reuniones regulares, como mercados de agricultores, festivales y desfiles.
Aunque Joy no había visitado el centro de Portree desde su regreso, recordaba algunos lugares que había explorado con sus padres cuando era niña, y tenía un mapa en casa que le servía de guía. Sabía que las tareas que debía realizar se encontraban a tan solo cinco o diez minutos a pie de su casa, en caso de necesitar regresar rápidamente.
O huir.
Mentiría si dijera que no había trazado de manera meticulosa todas las rutas de escape en caso de cualquier eventualidad. Comprendía la importancia de estar preparada ante lo inesperado, ya que situaciones inesperadas como un incendio, un accidente, un robo e incluso un... atentado podrían ocurrir en cualquier momento.
Joy tragó con fuerza.
Había una multitud de personas a su alrededor, pero todas parecían sumidas en su propia rutina, ajenas a la posibilidad de que algo pudiera ocurrir. Así que Joy tenía que estar alerta por esas personas, para ayudarlas. Sin embargo, también se planteaba la idea de buscar un refugio seguro en caso de emergencia. ¿Quizás detrás de esos arbustos? ¿O tal vez debajo de esa banca en la parada de autobús? ¿O acurrucada junto a ese letrero? No, pensó de nuevo. Tal vez lo mejor sería pasar desapercibida. ¿Mezclarse entre la multitud? ¿Permanecer quieta y sin llamar la atención?
ESTÁS LEYENDO
Los miedos que guardamos [TERMINADA]
RomansaUna escritora con miedo a salir de casa y un editor compitiendo por un ascenso, deben colaborar para lanzar la novela que podría transformar ambos destinos. ~⋆ ✦ ⋆~ Joy Chapman era una prometedora escritora de libros infantiles, hasta que su mundo s...