Esa mañana, Joy completó su rutina en el jardín, asegurándose de que el Rowan estuviera cuidado y protegido. Aunque seguía marchitándose, notó que la situación había cambiado desde el día anterior: las flores caían, secas y sin vida, pero los frutos ya no se pudrían. Era un pequeño indicio de que algo estaba cambiando, una señal de esperanza en medio de la desolación.
«Todo estará bien», prometió, y sus dedos rozaron una de las raíces.
Joy sostuvo la canasta llena de flores mientras atravesaba la puerta del jardín.
Al entrar en la florería, notó que Marigold yacía dormida sobre la mesa de trabajo. Sin embargo, algo parecía fuera de lugar esa mañana: no vio a Tate disfrutando su café frente al escaparate de la tienda de tatuajes. Se preguntó si habría salido a ejercitarse o si tal vez se había quedado dormido.
Encogiéndose de hombros, Joy retiró el cerrojo de la puerta. Pero, entonces, divisó una figura sentada en el suelo al otro lado del cristal. Su corazón se aceleró y una oleada de preocupación la invadió. ¿Debería llamar a la policía? Sin embargo, un presentimiento la hizo entrecerrar los ojos. ¿Era posible que fuera...?
Al abrir la puerta, la figura se desplomó hacia adentro, cayendo a sus pies, y Joy reconoció a Tate.
—¡Casi me matas de un susto! —exclamó, llevándose una mano al pecho para calmar su respiración—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Tate se levantó rápidamente y Joy no pudo evitar notar su aspecto desaliñado, con el cabello revuelto y sombras oscuras bajo los ojos.
—¿Acaso no dormiste? O peor... ¡¿dormiste aquí?!
—Dormir no era necesario. Y no, solo llevo esperando aquí dos horas —respondió de forma apresurada, ganándose una mirada boquiabierta de Joy—. Pero eso no importa. Tenía que venir porque... leí el libro.
Joy se tensó, su respiración se volvió entrecortada y su estómago se revolvió de angustia y desconfianza.
—¿Todo el libro?
Él asintió y ella tragó saliva con fuerza. Si no estuviera tan asustada, habría estado impresionada por su logro.
—¿Y...?
Tate no dijo nada, pero sus miradas se entrelazaron. Joy intentó buscar una pista en aquellos ojos tan honestos, pero no encontró nada, su expresión era inescrutable. Estaba a punto de ceder a su arrebato de impaciencia y sacudirlo por los hombros cuando él sonrió.
Él sonrió.
Incluso con su aspecto desaliñado, Joy se vio momentáneamente desconcertada por esa sonrisa, perdiendo la línea de sus pensamientos por un segundo.
—Es bueno.
—¿En serio?
—Sí, es un primer borrador con bastante sentido.
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Los miedos que guardamos [TERMINADA]
RomanceUna escritora con miedo a salir de casa y un editor compitiendo por un ascenso, deben colaborar para lanzar la novela que podría transformar ambos destinos. ~⋆ ✦ ⋆~ Joy Chapman era una prometedora escritora de libros infantiles, hasta que su mundo s...