Capítulo 23

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Por primera vez desde que había llegado a Portree, Joy despertó con el firme propósito de salir sola de casa

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Por primera vez desde que había llegado a Portree, Joy despertó con el firme propósito de salir sola de casa. Aunque cumpliría con la siguiente tarea en su plan, esta nueva salida no se sentía como una tarea más. Tenía un propósito especial en mente.

Quería comprar un regalo para Tate como muestra de agradecimiento por todo su trabajo. Sabía que él se estaba esforzando con la edición del libro y quería mostrarle su gratitud de una manera especial. Por eso, necesitaba salir de casa y estar a solas. Solo de esa manera sería capaz de prepararle una sorpresa genuina.

«—Está bien sentir miedo —había dicho Nora en su última sesión—, pero eres tú quien está a cargo. Así que harás lo que quieras de todas formas».

Y Joy estaba más que dispuesta a hacerlo.

Esa mañana, Joy se vistió y siguió su rutina de meditación. Al bajar las escaleras, se encontró con una sorpresa: Tate estaba en la cocina, desconcertado al verla. Joy se percató de que no le había avisado sobre su plan de salir esa mañana. Según su planificación, se suponía que debía haber visitado el centro por su cuenta el día anterior, pero había surgido la necesidad de preparar algunos arreglos florales para un evento en la pequeña capilla de Portree.

—¿Estás lista para cumplir la tarea? —preguntó él, caminando detrás de ella.

—Sí.

Joy se detuvo en la florería, cerca de su mesa de trabajo, y buscó una cinta para recoger sus rizos alborotados. Durante todo ese tiempo, Tate no apartó la mirada de ella.

—¿Estás segura?

—Sí.

Cuando Joy notó la falta de convicción en el rostro de Tate, se dio cuenta de la tensión en su semblante. A pesar de ello, él no intentó detenerla. En cambio, abrió la puerta y se mantuvo a un lado.

—Te esperaré aquí —dijo cuando Joy cruzó junto a él.

Joy asintió con determinación, ajustó su bolsito de lana alrededor de su cuerpo y se despidió de él. Dio unos pasos adelante, pero su corazón comenzó a palpitar con una melodía acelerada, haciendo que sus pies titubearan. Se detuvo y volvió la mirada hacia atrás. Tate seguía parado junto a la puerta y Marigold se le había unido, sentada a sus pies.

Tate esbozó una leve sonrisa mientras Joy se despedía de nuevo agitando su mano. Con determinación, ella continuó su camino. A medida que avanzaba, reconoció a sus vecinos, quienes le devolvían sonrisas cálidas, lo que le brindaba cierta tranquilidad. No era la primera vez que salía de casa, conocía el camino de memoria y la florería estaba a menos de diez minutos de distancia. Además, recordaba que había ido al centro en compañía de Tate en otras tres ocasiones sin que nada malo sucediera.

Antes de permitirse preocuparse y caer en el círculo vicioso de la ansiedad, Joy decidió aprovechar su buen humor. Empezó a murmurar canciones para distraerse a sí misma y mantener su ánimo en alto.

Los miedos que guardamos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora