Capítulo 26

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—¿Por qué estás tan callado? —soltó Raelynn, interrumpiendo los pensamientos de Tate—

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—¿Por qué estás tan callado? —soltó Raelynn, interrumpiendo los pensamientos de Tate—. Es más, ¿por qué estás aquí? —cuestionó.

Tate miró a su prima, sentada en el sillón opuesto de la sala, con una expresión curiosa en el rostro. Había buscado refugio en la casa de Rae para tener un espacio donde reflexionar sobre lo sucedido en el supermercado unas horas antes. Sobre todo, considerando que Joy se había refugiado en su invernadero, evitándolo por completo. Sentía una mezcla de confusión, frustración y preocupación mientras trataba de entender lo que había salido mal y cómo podría arreglar las cosas.

—Creo que no estoy manejando bien las cosas con Joy —confesó Tate con sinceridad, dejando que sus pensamientos salieran a la luz.

—¿A qué te refieres?

—A veces siento que no entiendo sus necesidades o cómo apoyarla de la manera adecuada. Me preocupa que mis acciones la hagan sentir atrapada o dependiente de mí, cuando en realidad quiero que sea independiente y segura de sí misma.

Rae frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿Algo ocurrió hoy?

—Joy casi sufrió un ataque de pánico durante nuestra visita a Co-op Food —explicó Tate, recordando aquel momento—. Ella parecía bien y no me dijo nada, así que me distraje y me concentré en la tarea.

—¿Y qué hiciste cuando te diste cuenta de que Joy no estaba bien?

Raelynn lo observaba fijamente, con aquellos ojos penetrantes que le decían que no podía engañarla. Conocía esa mirada desde que eran jóvenes, una mirada que habían perfeccionado a lo largo de los años al crecer juntos. Tate sabía que no podía ocultar nada ante ella, así que decidió ser completamente sincero y liberar todo lo que lo estaba perturbando.

Sin vacilación, Tate comenzó a hablar, dejando que sus pensamientos y emociones fluyeran libremente.

—La verdad es que estaba aterrado y me comporté de forma sobreprotectora, lo cual es contraproducente para ella. Sé que debería permitirle que controle la situación por sí misma y tome sus propias decisiones, pero es difícil para mí. Por un lado, me siento culpable por haber asumido que estaba bien y por no haber estado más atento a sus necesidades. Y por otro lado, me siento como un idiota por no poder comprender plenamente sus sentimientos. Después de todo este tiempo juntos, debería conocerla lo suficiente como para saber qué cosas le hacen daño, pero sigo fallando en ese aspecto.

Tate terminó de hablar y exhaló el aire que había estado conteniendo. Rae observó su expresión durante unos segundos antes de hablar.

—Tate, eres parte de mi familia, como un hermano que nunca pedí y que arruinó mi privilegio de ser hija única. Te conozco y nunca te había visto tan... desestabilizado. Siempre pensé que eras demasiado... inglés para perder tu templanza perpetua.

Él resopló. El dolor de cabeza que había empezado en el supermercado no parecía mejorar.

—No te burles.

—No estoy bromeando. Hablo en serio —se quejó su prima—. Además, en este momento no sería apropiado bromear. No cuando Joy está involucrada. Si solo fueras tú, sería distinto.

Quizá era momento de aceptarlo y empezar a buscar nuevos amigos, porque era claro que Rae y Evelyn, dos de las mujeres más importantes en su vida y que estaban resultando ser escalofriantemente similares, solo querían burlarse de él o criticarlo.

Él suspiró, liberando la tensión de sus hombros.

—No sé cómo hacer esto, Rae —susurró inseguro—. Tal vez por eso, Joy no confía en mí.

Ese era otro pensamiento que daba vueltas en su mente y lo dejaba molesto consigo mismo.

—Yo creo que Joy sí confía en ti —replicó Rae después de una breve pausa—. Si no lo hiciera, no estarías viviendo en su casa ni te habría dado el libro de su madre.

—¿Entonces por qué no me dice lo que piensa o lo que siente?

—Creo que si Joy no lo hace, no es porque no confíe en ti, sino porque a veces es difícil aceptar que algo duele o que no está bien. No todas las personas comprenden cuando intentas explicar lo que pasa en tu mente. Además, a muchas personas no les gusta estar cerca de aquellos que están pasando por momentos difíciles, ya que les genera incomodidad o les recuerda sus propias luchas internas con las que no desean lidiar. También debes considerar que, a veces, ni siquiera Joy misma sabe o comprende lo que está sucediendo en su mente. La ansiedad tiene ese poder: confundirte tanto, sumergirte tan profundamente en ti mismo, que llega un punto en el que ni siquiera te reconoces.

Tate sintió un nudo en la garganta al considerar las palabras de Raelynn. Eran tan verdaderas que no había forma de contradecirlas. No había nada que pudiera decir para hacer sentir menos como un idiota.

Rae se sentó a su lado, soltando un suave suspiro.

—Entiendo que te sientas preocupado o frustrado, pero estás dando lo mejor de ti —Ella sonrió, y su sonrisa recordaba mucho a Imogen, lo que hizo que Tate se sintiera reconfortado—. Nadie dijo que este camino sería fácil, pero ambos están haciendo todo lo posible. Hace unas semanas, Joy ni siquiera podía salir de casa, y hoy pudo visitar Co-op Food por primera vez. Aunque no haya salido como esperaban, creo que es un gran avance.

—Gracias —murmuró Tate, sintiéndose reconfortado por el apoyo de su prima.

Raelynn abrazó a Tate con fuerza, y él correspondió al gesto, permitiéndose encontrar consuelo en sus brazos. No recordaba cuándo había sido la última vez que se habían abrazado de esa manera, pero en ese momento era exactamente lo que necesitaba. Sintió cómo el peso en sus hombros se aligeraba un poco, y supo que no estaba solo en esta batalla. Juntos, encontrarían la forma de apoyar y cuidar a Joy, superando los desafíos que se les presentaran.

—Debería volver y hablar con ella —dijo Tate, levantándose del sillón—. Visitamos Co-op Food porque habíamos planeado una cena especial para celebrar que el segundo manuscrito está terminado, pero...

—¿Una cena especial? —interrumpió Rae, levantando una ceja con intriga—. Creí que habías olvidado cómo tener citas luego de Wren.

Tate ignoró su comentario y prefirió concentrarse en lo más relevante.

—No es ese tipo de cena —aseguró—. Solo habrá Shepherd's pie y helado de vainilla.

—Suena como una noche muy alocada. No olvides usar protección.

Su prima soltó una carcajada resonante que llenó el espacio, rompiendo el ambiente reflexivo. Tate se sintió un poco avergonzado y, con un gesto de frustración, giró los ojos antes de dirigirse hacia la puerta.

 Tate se sintió un poco avergonzado y, con un gesto de frustración, giró los ojos antes de dirigirse hacia la puerta

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Los miedos que guardamos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora