Capítulo 5

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Por un instante, una sombra de duda cruzó por la mente de Joy, creyendo que tal vez Tate estaba burlándose de ella

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Por un instante, una sombra de duda cruzó por la mente de Joy, creyendo que tal vez Tate estaba burlándose de ella. Sin embargo, al mirar fijamente sus ojos azules, se dio cuenta de que esta vez no ocultaban nada.

—Mentiste.

Él asintió sin dudar.

—Y lo siento mucho —continuó, dejando a un lado sus miedos y sus dudas—. Mi intención nunca fue, ni es, engañarte. Vine desde Londres para poder hablar contigo. Raelynn sí es mi prima y me hospedo en su casa, aunque no está de acuerdo con que interviniera en tu vida de alguna forma.

Joy lo escuchó con una expresión mezcla de sorpresa e inquietud en el rostro.

—¿Cómo supiste que estaría aquí? —preguntó, apretando la regadera entre sus dedos.

—Mi tía.

«Imogen, ¿por qué?», lamentó.

Tate debió haber captado la decepción en su rostro porque se apresuró a decir:

—No lo tomes como una traición, sé que lo hizo porque pensó que era lo mejor.

Joy respiró profundo. Su corazón estaba acelerado, pero intentó mantener la calma y pensar con claridad.

—Mi padre liquidó el contrato con Grupo Sterling cuando mi madre murió. No les debemos nada —declaró. Su voz era dura, tensa, pero a Joy no le importó—. Además, no hay ningún libro. Ella apenas había empezado a escribirlo cuando... —se quedó sin respiración, pero se esforzó por seguir hablando— todo ocurrió.

El cambio en la expresión de Tate no pasó desapercibido para Joy, notó cómo sus ojos entrecerrados reflejaban una mezcla de suspicacia y determinación. Aquella mirada le transmitió una sensación distinta a la que había experimentado en sus encuentros anteriores. Se percató de que el hombre frente a ella no era el mismo que había conocido, torpe y nervioso. Ahora se mostraba honesto. Aunque hubiera preferido estar equivocada, era evidente que sus sospechas habían estado acertadas.

—Ahora tú estás mintiendo —le echó él en cara.

—No hay ningún libro —repitió Joy.

—Mi tía mencionó lo contrario y confiaba en ella. Afirmó que estabas escribiendo el último libro de tu madre, el desenlace tan esperado de Cazadores de pistas.

El corazón de Joy dio un vuelco y luego latió con desesperación. Sentía las pulsaciones en la garganta y en los oídos, anhelando escapar de su pecho.

—Imogen te dijo muchas cosas sobre mí, ¿verdad? —murmuró, sin poder evitar sentirse traicionada.

—Lo hizo porque también confiaba en mí.

—Pues se equivocó porque no pude terminar el libro —concluyó.

Sus miradas se entrelazaron en un desafío silencioso. Joy se mantuvo firme, decidida a no dejarse presionar por él.

Los miedos que guardamos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora