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Atónita era la palabra que mejor encajaba en la descripción del estado de Rachel; sus manos le temblaban al mismo tiempo que su labio inferior y, además, sentía como si la sangre se le hubiese subido a la cabeza.

–Es el hijo de los Johnson...–murmuró antes de sostener la hoja entre las yemas de sus dedos.

Peter la miró con sus bellos ojos azules al mismo tiempo que sus pestañas revoloteaban. Este estaba callado, como si temiese decir algo inapropiado.

–Peter, estos son los desaparecidos.–pasó su mano entre las hojas ocasionando que estas se dispersaran sobre el escritorio.

–Desaparecidos en el exterior porque aquí son pacientes de prueba.–explicó antes de intentar acomodar las hojas que su compañera había desordenado.

–¿Ellos no lo saben? ¿Recuerdan que tienen una familia allá afuera?–soltó la última hoja que se encontraba en sus manos para que su compañero pudiera colocarla con el resto.

La razón por la que Peter se encontraba ordenando los papeles de manera numérica, era porque pretendía dejar todo justo como su jefe lo había dejado. Mientras esto sucedía, los segundos transcurrían desde que la cuestión había sido lanzada al aire y, desafortunadamente, Ballard aún no conseguía la suficiente valentía para darle una elaborada explicación.

–¡Respóndeme! No me puedes traer aquí y enseñarme todo esto para después evitar contestarme las preguntas. Eso no es justo, preferiría estar en mi desanimado puesto en el que solo tengo que inspeccionar habitaciones aburridas donde todos pretenden tener un excelente ambiente laboral.–se sinceró debido a la alteración de emociones que estaba experimentando.  

En cierta parte, Rachel se encontraba en lo correcto. Peter evitaba tocar algunos temas que él mismo había puesto en charola de plata. Por otro lado, el rubio solo no tenía ni la menor idea de como estructurar las declaraciones que la castaña necesitaba, no era que no quisiese aclararle las dudas.

–No, no recuerdan nada. Todos los niños que llegan a nuestras instalaciones pasan por un proceso donde se les modifican los recuerdos.–soltó la explicación de golpe haciendo que la castaña se tranquilizase un poco.

–¿Por qué? ¿Cuál es la razón por las que lo privan de su libertad?–cuestionó en un hilo de voz, dado que sus sentimientos le provocaban la sensación de romper en llanto.

–Son parte de un experimento que Brenner ha llevado a cabo desde hace años. Dime, ¿Has escuchado sobre el proyecto MKUltra?–cerró el folder.

–No, bueno, lo leí en una de las hojas...–señaló a la carpeta que Peter sostenía entre sus manos–No recuerdo el número de la niña en la que lo leí.–rechistó los dientes intentando hacer memoria.

–Once, número once. Su mamá fue parte de este programa el cual se dedicaba a desarrollar técnicas de control mental donde los sujetos sufrían condiciones extremas. –se dirigió hacia la gaveta para insertar la carpeta donde yacía previamente a su llegada.

–¿Qué tiene que ver eso con los niños?–suspiró enfadada al sentirse como si estuviese evitando la pregunta principal.

–¿Me podrías dejar terminar?–Peter azotó el cajón haciendo que Rachel se sobresaltase de la impresión.

Esa había sido la primera vez que él se había dirigido hacia la castaña de manera brusca. 

–Sí, perdón.–bajó la cabeza en modo de vergüenza. 

Peter ansiaba disculparse, sin embargo, a la vez suponía que de vez en cuando debía ponerle límites a la castaña, pues este se la pasaba siendo extremadamente amable con ella.

Us | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora