Al día siguiente, en una gran casa, por la mañana.
¡Qué susto! Estúpida alarma para ricos. Son las siete de la mañana. Tengo que ir al instituto.
Sinceramente, estoy muy nerviosa. No sé si me voy a adaptar. Simplemente espero que vaya bien.
Y si quiero ir calmada será mejor no llegar tarde, así que a vestirse. Ayer vacié la maleta y metí la ropa en los armarios y cajones. A ver que me pongo...
Es mi primer día, tengo que ir bien vestida. Pienso que la apariencia engaña pero es cierto que es lo primero que se ve, así que, sí que importa.
—¡Hola Cat! —chilla mi madre con energía al verme despierta.
—Hola, mamá.
—¿Qué te vas a poner?
—Lo estoy pensando.
—¿Quieres que te deje mi vestido? —dice mientras me guiña un ojo.
—¡Mamá, no! —niego rotundamente. Rosa se ríe.
Se dirige al armario y agarra un jersey de manga larga azul y unos tejanos apretados. Es un buen outfit.
—Ahora vengo —exclama antes de marcharse.
Me pruebo lo que mi madre ha elegido de ropa. Queda bien. Me gusta. Vuelve mi madre y me entrega unos pendientes y un collar.
—¡Qué cuerpazo! La pubertad ha hecho su efecto, eh.
—No empieces otra vez —respondo avergonzada.
—Vamos, coge algo para desayunar para el camino, te espero en el coche.
—Vale.
Bajo rápidamente las escaleras y agarro una manzana verde, le pego un mordisco. Puaj. Está muy ácida.
Voy de prisa al coche en el que me espera mi madre. Subo y se pone en marcha.
—El instituto está cerca, puedes ir andando pero como no te sabes el camino te puedo llevar yo los primeros días —me informa mientras gira el volante.
—Está bien.
Al cabo de unos minutos el coche se para. Se me acelera el corazón.
—Ya hemos llegado —me avisa mi madre.
—Vale.
—Mucha suerte, cariño. Ya verás que te vas a integrar muy rápido, tú no tienes problema para eso —comenta mientras me da un beso en la mejilla.
Después de eso, salgo del coche. Hay muchos adolescentes entrando. Siento que todos me miran, serán imaginaciones mías.
Tengo que ir a mi clase. ¿Dónde está eso? Voy a preguntarle a alguien. Pero que parezca amable y servicial.
Viene caminando un chico enfrente mío, parece agradable, a lo mejor un poco tímido. Tiene el pelo castaño y rapado. Tiene acné, normal en adolescentes. Sus ojos son de tamaño mediano y de color marrón oscuro. Su nariz es aguileña. Su cuerpo es delgado. No pierdo nada preguntándole.
—Perdona, ¿me podrías ayudar a encontrar mi clase? —pregunto intentando sonar amable.
El chico me mira sorprendido. Se da la vuelta para ver si le estoy hablando a él. Sí, es el único que está ahí.
—S-sí, claro, sígueme —balbucea.
Él empieza a caminar y yo voy tras él.
—¿Y... cómo te llamas? —le pregunto intentando sonar interesada.
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Enséñame a quererte
RomanceCat es una chica de 16 años. Sus padres están separados y, tiene que ir a vivir a Barcelona con su madre. Es muy duro para ella dejar atrás toda su vida. Cuando conoce a Bruno Tucci, un chico mujeriego, despreocupado y, sobre todo, atractivo, se en...