Ese mismo día de abril, unas cuantas horas después.
Son las diez de la noche. Hace poco he acabado de cenar.
Estoy bastante nerviosa, todavía no sé lo que me voy a poner. Mi madre me dijo que tenía un vestido perfecto para mí, pero conociéndola puede ser el vestido más bonito que he visto nunca o un vestido que parece de abuela. Espero que la primera opción.
Si el vestido de mi madre no me convence tengo varios atuendos en mi armario que podrían servirme, pero siguen sin encantarme. Necesito ir de compras urgentemente.
De repente, alguien abre la puerta de mi habitación sin preguntar si podía pasar antes.
—Mira, cariño. Este es el vestido del que te hablaba —murmura señalando un vestido precioso. Es de color rojo cereza, tiene una abertura en el lateral de la pierna. Lleva lazada y goma elástica en la cintura. Parece elástico. Es justo lo que quería.
—¿Qué te parece? —pregunta mi madre, rompiendo el silencio.
—Es perfecto —admito maravillada.
Sonríe de oreja a oreja. Yo hago lo mismo.
—Pruébatelo a ver si te queda bien. Si te va grande o pequeño le hago unos pequeños retoques —me ordena.
—Vale.
Agarro el vestido. Miro a mi madre.
—Pruébatelo —repite.
—Sí, pero... ¿Puedes salir un momento de la habitación?
—¡Como si no te hubiera visto mil veces desnuda!
Me sonrojo.
Mi madre se marcha de la habitación refunfuñando. Cierra la puerta.
Me quito la ropa que llevo puesta y me pruebo el vestido.
Aviso a mi madre que ya puede entrar. Sus ojos se abren como platos.
—Estás guapísima.
Enrojezco. Me acerco al espejo para mirarme.
—No está mal —murmuro.
—¿Que no está mal? ¡Está genial! Catalina, estás estupenda.
—Gracias, el vestido es muy bonito.
Mi madre asiente.
—Tú también.
Suelto una sonrisa nerviosa.
—Voy abajo a por el maquillaje —exclama—. Ahora subo.
—Vale, te espero aquí.
Abandona la habitación y baja las escaleras.
Es cierto, me queda muy bien el vestido. Mi madre sube corriendo y entra en mi cuarto de nuevo.—Aquí lo tienes —murmura dejando caer un neceser en el escritorio.
—Gracias.
—Voy a bajar, ahora dan mi programa favorita en la televisión.
—Está bien.
—Si necesitas algo, estoy en el salón —cierra la puerta y se va.
Voy a comenzar a maquillarme. Corrector, iluminador, colorete, rímel, lápiz de ojos, sombras, perfilador, barra de labios.
Listo, ya estoy. Me miro al espejo y... genial. Doy pequeños saltos de felicidad.
Agarro el móvil y miro qué hora es. Las once y media. Tendría que ir saliendo de mi casa.
Cojo un pequeño bolso donde guardo el móvil, llaves, bikini, clínex, barra de labios, rímel y una goma de pelo.
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Enséñame a quererte
RomanceCat es una chica de 16 años. Sus padres están separados y, tiene que ir a vivir a Barcelona con su madre. Es muy duro para ella dejar atrás toda su vida. Cuando conoce a Bruno Tucci, un chico mujeriego, despreocupado y, sobre todo, atractivo, se en...