40. Declaración de amor

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Ese mismo día, en la casa de los Tucci, una hora antes.

¡Joder! —pienso para mí mismo.

Voy un poco tarde. Me he entretenido en el gimnasio. Cat me va a matar.

Le tengo preparada una sorpresa. Estoy seguro de que le va a encantar. Ella se merece eso y más.

Estoy a punto de salir por la puerta cuando el timbre de mi casa suena. Una y otra vez.

—¡Ya voy! —grito enfadado por la insistencia.

Abro la puerta y me encuentro a Daniela parada allí mismo. Tiene una botella vacía de vodka en la mano. Su expresión es triste, sus ojos están inflamados y enrojecidos probablemente por haber llorado mucho.

—¿Daniela? —estoy confundido—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Yo... —dice entre sollozos—. No debería de haber venido —se muestra arrepentida.

—¿Has bebido? —observo la botella de vodka.

—Sí —reconoce—. He bebido para olvidarte a ti, para olvidar lo que siento cuando estoy contigo.

Me quedo inmóvil. No sé qué decir. No le quiero hacer daño.

—Daniela...

—Ya lo sé —muestra una sonrisa triste—. Estás enamorado de Cat, mucho más que cuando estabas conmigo.

—Sí, Cat es... —mis ojos se iluminan y se me ocurren millones de adjetivos con los que describirla. Ella es Cat, simplemente. La chica que ha robado mi corazón.

—Es muy guapa, extrovertida, inteligente, sensible —me interrumpe—. Lo sé, ella es la chica de tus sueños, la chica perfecta.

Me quedo en silencio. Noto cierto dolor en su tono de voz.

—Pero yo te quiero, Bruno. Te quiero a pesar de todo, a pesar de que me engañaste con mi mejor amiga.

Un recuerdo borroso nubla mi mente. Me arrepiento de haber hecho eso. Soy consciente de que soy un completo idiota.

—Lo siento tanto por haberte hecho pasar eso.

—Ya, te perdono, en serio.

—No sé como fui tan imbécil —tuerzo mi sonrisa.

—Ni yo —suelta una carcajada triste—. No le hagas eso a Cat.

—Jamás.

—No es mi amiga pero no quiero que lo pase mal. Tan mal como yo lo pasé —suspira—. Y aún así te sigo esperando, te sigo amando.

—No sé que decir.

—Bruno ya sé que no sientes nada por mí.

—¿Por qué has venido?

—Supongo que son los efectos del alcohol —mira como las gotas de lluvia caen en su cuerpo.

—Creo que estás demasiado borracha.

—Tal vez —resopla—, pero todo lo que te estoy diciendo es verdad.

Se hace un silencio y ella vuelve a hablar.

—Al fin y al cabo, yo no soy nadie comparada con ella.

—No digas eso, Dani.

La lluvia sigue cayendo fuertemente sobre nosotros. Empapados en mi jardín.

—Desde el primer día la odié —me pilla desprevenido—, a Cat. Por ser ella misma, tan perfecta, sin ningún defecto. Por enamorarte.

La escucho atentamente. Una ola de tristeza inunda su rostro.

Enséñame a quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora