18. Hospital

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Un día cualquiera de principios de mayo, por el mediodía.

La luz me quema los ojos. La brisa es continua. Mi malestar no cesa. No tengo ganas de nada, solo de tumbarme en la cama y que pase el tiempo, sin hacer absolutamente nada.

—¿Me puedes contar que te pasa? —me pregunta mi madre ante mi mirada vacía.

—Ayer, en el May Festival, entramos a una caseta para que adivinaran el futuro.

—¿Si?

—La pitonisa me dijo algo un poco siniestro.

—¿Qué te dijo? —me escucha interesada.

—Que pronto va a ocurrir algo malo por mi culpa y, que estoy en peligro —me entra un escalofrío—. Después, me echó a gritos.

—¿Es por eso por lo que estás asustada? —exclama enarcando una ceja.

—Pues... sí.

—Vamos, Cat, no seas boba. Se lo ha inventado, no es real. No te creas esas milongas. Yo una vez fui a que me leyeran el futuro y me dijeron que me iba tocar la lotería. Me sigo preguntando donde está mi dinero —suelta una gran carcajada. Tal vez mi madre tiene razón.

El timbre suena. Ding, dong.

—¡Ya voy! —se levanta de un salto—. Es Jorge.

La puerta se abre y, efectivamente, es él. Se dan un beso cariñoso en los labios. Jorge y yo cruzamos una mirada.

—Hola, Cat —me saluda confianzudo. Le sonrío forzadamente—. ¿Te gustaría venir con tu madre a mi casa? Todavía no la has visto, seguro que te encantará.

—No, gracias. Tengo mejores cosas que hacer.

—Venga, te divertirás. Anímate —insiste.

—He dicho que no —me niego una vez más. Salgo del salón precipitadamente.

—Si quieres caerle bien, no deberías insistir. Se agobia mucho si la presionan a hacer algo —escucho un murmuro de fondo.

Agarro mi celular y escribo un mensaje.

Hola, ¿tienes algo que hacer? Ha venido el pesado de mi padrastro.

A los pocos minutos de haberlo enviado, obtengo una respuesta.

Hola, gato. Me pillas en el hospital, ¿te gustaría venir y conocer a Chloe?

¡Sí, me encantaría! Ahora mismo voy al hospital.

Agarro mis pertinencias necesarias y, aviso a mi madre de que me voy.

Me dirijo hacia el este. Son unos quince minutos andando.

Hay varios coches de policía y una ambulancia. ¿Qué habrá pasado? Las personas observan la escena con una expresión horrorizada.

Los médicos arrastran una camilla en la que se posa un cuerpo. Está arañado, mordisqueado, golpeado, quemado.

Una madre tapa los ojos a su hijo pequeño. Él patalea y insiste en ver lo que ocurre.

Otra mujer llora desconsoladamente. Está sentada en el suelo. La gente del alrededor la intenta consolar, otros la miran con ojos llorosos.

—¿Por qué? ¿Por qué a mi niña? —balbucea con la voz quebrada. Sus llantos comienzan a volverse más fuertes, sus ojos se enrojecen, su nariz gotea.

Unos chicos más mayores que yo, observan la escena perplejos.

—Perdona, ¿sabes que ha pasado? —le pregunto a uno de ellos.

Enséñame a quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora