Rompiendo el Legado Black.

Fiesta de la familia Black

El verano avanzo a tiempo vertiginoso, o a si lo sintió la dama Black mirando cada día por la ventana el tiempo pasar.

Regulus ya había terminado sus deberes de verano, cada día esperaba con ansias la llegada de su carta, y miraba con ensoñación las ventanas de la sala de arte. Cosa que no pasaba por alto ante su madre y ante su hermano.

Sirius, por lo contrario, no había avanzando tanto con sus deberes de verano como debería, o al menos como sus padres y abuelos, especialmente sus abuelos Pollux e Irma, tenían de expectativa, y no porque no quisiera, aunque si tenía sus propias distracciones, Walburga también se ocupaba de darle sus momentos de ocio y de protección. Sirius también, como la sala de arte se había convertido también en la sala de estudio, se burlaba abiertamente de Regulus, acusándolo de ser un Squib por la falta de carta de Hogwarts, cosa que a su hermano no le hacía gracia.

La sala de Arte se había convertido en la sala de estudio no porque Walburga quisiera, sino porque era el lugar preferido de Regulus, gustaba de tocar el piano o ponerse a pintar, ya que estaba sin deberes de vacaciones. Sirius estaba obligado a hacer la tarea en la sala, donde su madre tomando el té le veía, le regañaba por sus burlas infundadas a su hermano o le ayudaba con alguna tarea en particular.

La razón primordial de volver la sala de Arte en la sala de estudio no fue arbitraria, Walburga lo había hecho al ver un gran cambio con el pasado, Pollux e Irma no se iban.

En su vida pasada, como comenzó a llamarla, Pollux e Irma se habían quedado una semana o quizás más, eso ya no le interesaba recordar, durante esa semana fueron absolutos, fueron hirientes y despectivos hacia Sirius, y solo cuando se sintieron satisfechos de lo que ellos llamaron el castigo adecuado se fueron. En la actualidad, ya que al parecer estaban enfrascados en cumplir con el objetivo por el cual habían llegado la noche que Sirius regreso e Hogwarts, pasaban ya los veinte días desde que llegaron de visita, sin una vista cercana de cuando se irían.

Ahora, en este nuevo presente, como lo había llamado, paso lo contrario, Walburga se había rehusado a permitir los malos tratos de sus padres a su hijo, pero no podía enfrentarlos ni antes ni durante sus actos, debido a que estos le pedirían explicaciones, y no sabía aun como explicar cómo sabia de sus intenciones antes de que estos mismos actuaran. Convirtió entonces la sala de arte en sala de estudio con ese objetivo, tener a Sirius siempre a su vista, y si su padre o madre tenían intenciones de lanzarle una maldición, estar presente ya fuera para evitarla, o llamar a Sirius a su lado para que de ser necesario ella recibir el embrujo, siendo un escudo para su hijo, al mismo tiempo que Regulus estaba presente, Irma y Pollux no se atreverían a lanzar un embrujo contra Sirius si el pequeño Regulus estaba observando.

— ¿Te duele la vista, Sirius Orión? — pregunto alzando la taza de té que tenía en sus manos, mirando al frente, donde Sirius estaba haciendo su tarea de Astronomía, y se había detenido mirando con fastidio. Decidió intervenir, ya que a lo lejos escucho las sonoras pisadas de los zapatos de tacón de Irma, quien se acercaba —. Puedes descansar, ven, Kreacher hizo los pastelitos que tanto te gustan.

— Esos ya no me gustan — bufo parándose para ir al lado de su madre —. Ahora me gustan los pastelitos de miel y cereza...o fresa y miel...o...

— Le diré a Kreacher que comience a dibujar leones.

— O Grifos...o mejor una quimera — sugirió tomando un pastelito que tenía en la bandeja del frente.

— Kreacher puede dibujar lo que sea Sirius Orión, no quieras probar sus habilidades, saldrás perdiendo — le advirtió.

— Madre ¿Por qué tarda tanto mi carta? — pregunto un tanto desilusionado Regulus, sentándose a la derecha de su madre, sin notar que en ese momento se abrió la puerta —. Ya debería haber llegado.