Rompiendo el Legado Black.

El Amigo de Sirius

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Aquella noche Sirius no se disculpó en la mesa, ceno en silencio, con la cabeza gacha, y luego de la manera más cortes que pudo se retiró a su habitación. Walburga, un tanto preocupada, se vio obligada a esperar a que Regulus terminara su cena y se fuera a dormir, para luego subir, en esta ocasión, en vez de continuar con la rutina que ya había establecido de arropar primero a Regulus y luego a Sirius, decidió cambiar la rutina, a fin de poder ver como se encontraba su hijo mayor.

Sirius estaba recostado en la cama, cubierto con todo el cobertor, ocultándose de alguna represalia. La habitación estaba de igual manera de como Sirius la encontró cuando llego, el pijama seguía sobre la cama, esperando a su dueño, como si no lo hubiera tocado.

— Sirius Orión — le llamo Walburga descubriendo la cabeza de Sirius lentamente—. ¿Por qué estas agazapado?

— No estoy agazapado — respondió volviéndose a cubrir —. Me voy a dormir.

— No te has puesto el pijama.

— No lo necesito.

— Entonces, quieres dormir con la ropa más incómoda posible.

— Estoy bien con eso.

— ¿Crees acaso que tu padre o tu abuelo te atacaran por hacer ese movimiento irrespetuoso con la mano delante de tus amigos? — le pregunto, a lo que Sirius no respondió, más bien se cubrió lo que más pudo. Para Walburga eso era una respuesta absoluta a la situación, Sirius si temía a una represalia por la circunstancia —. Eso no va a pasar, no lo voy a consentir, ¿Acaso permití que Pollux e Irma te lanzaran un maleficio en tanto ellos estuvieron de visita?

— No — negó Sirius levantando la cabeza con timidez —. Pero el abuelo siempre...

— ¿Y yo acaso no te defendía?

— Si.

— ¿Acaso permití que alguien te maltratara o te humillara durante la fiesta de celebración a tus primas y a ti? — volvió a preguntar.

— No.

— ¿Y qué paso cuando sentí el ambiente demasiado tenso para ti?

— Nos fuimos — respondió titubeante.

— ¿He cumplido con todo lo que hemos convenido desde que regrésate de Hogwarts?

— Si — asintió, un tanto confundido, ciertamente todo lo que su madre le preguntaba era verdad, y todo lo que consiguió a ello, no obstante, no podía dejar de dudar de la situación —. Pero...

— Dime ¿Qué te hace pensar que voy a condescender que tu padre o tu abuelo levanten su varita contra tuya? Si te he defendido de Pollux e Irma, que son mis padres y a quienes, supuestamente, les debo respeto y sumisión, de mi hermano Cygnus y no me ha temblado la voz — dijo con voz seria.

— ¿Atacarías a padre? — pregunto temeroso.

— Y a todo aquel que intenté levantar su varita en contra tuya, y contra tu hermano, si tienes esa duda ¿Por qué crees que detuve a tu padre mientras subía las escaleras encolerizado por lo que paso? — acoto —. Ya le advertí, no dudare en tomar represalias si intenta hacerte daño, a ti o a Regulus, y él sabe que mi magia combativa es especializada en el ataque. No me contendré, si tengo que batirme en un duelo, hasta superar sus poderosos encantamientos defensivos, lo hare.

— Mamá — dijo cohibido, levantándose abruptamente a abrazarla.

Aquel gesto tomo por sorpresa a Walburga, no lo esperaba, Sirius se sentía sumamente aterrado, podía sentirlo en su tono de voz, en aquel abrazo que claramente buscaba protección. No era algo común, algo esperado, mucho menos había criado de esa manera a Sirius, ella le había inculcado que ese tipo de demostraciones afectivas no estaban permitidas. No lo dudo, lo abrazo, lo estrecho entre sus brazos y sobo su espalda, con tal de tranquilizarlo, no lo dudaba, era una sensación extraña, pero se sentía cálido, y esperaba trasmitirle el mismo sentimiento a Sirius. Ninguno tuvo intención de soltarse, ni Walburga tuvo intención de dejar de aplacar los miedos e inseguridades que Sirius tenía con ese gesto.