Capítulo 9.

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Aleksander.

7:30 a.m.

Bajo de la camioneta, observando la gran casa. Poco más de una semana fuera, se sintió como una eternidad. Abro el baúl del coche y saco la maleta, para luego empezar a caminar hacia la casa.

En la entrada me encuentro a Miranda, que ya está empezando con los oficios de la casa.

- ¡Patrón, que alegría volver a verlo! – me dice con una gran sonrisa.

-No es para tanto, Miranda, me fui hace una semana- digo serio, escondiendo mi emoción, pues yo también me siento feliz de volver.

-No creo que su esposo piense eso, últimamente necesita mucho más de su compañía-

- ¿Por qué lo dices? -

-Estoy preocupada por él, está muy ojeroso, hace unos días lo vi caminando por las afueras de la casa en la madrugada, el miércoles pasado, entré a la oficina a llevarle algo de comer y lo encontré llorando- hago una mueca de tristeza y preocupación.

-Últimamente se le han juntado muchas cosas... pero ahora estoy aquí nuevamente para apoyarlo, y va a mejorar mucho teniendo en cuenta la llegada de nuestra niña.

-Tiene razón, ayer sí estaba muy alegre, estuvo jugando afuera con ella por más de dos horas- sonrío. A veces, es como un niño.

-Iré a la habitación- ella asiente, mientras yo me dirijo a las escaleras. Subo al tercer piso, y camino por el pasillo. Resisto la tentación de entrar en la habitación de la puerta blanca, y entro a la de enseguida.

Abro la puerta despacio y entro. Sonrío sorprendido ante la bonita imagen que veo al entrar. Mi esposo, totalmente aferrado al pequeño cuerpo de Alicia. Con un brazo rodeando su espalda y el otro rodeando su cintura. Ella también lo abraza torpemente, y su cabeza descansa en el pecho de él.

No puedo evitar sacar mi teléfono y tomar una bonita foto.

Decido dejarlos dormir, así que me siento a un lado de la cama y empiezo a desempacar la maleta, guardando las cosas que llevé y la ropa que no usé, sacando también la ropa sucia para llevarla a lavar.

Después de un largo rato de estar dejando todo perfectamente ordenado, escucho un suave bostezo. Volteo a ver, para encontrarme con un par de ojos de diferente color, mirándome con curiosidad.

-Buenos días- saludo, mirándola también.

-B-buenos días- susurra, mirándome, sin despegar su cabeza del pecho de mi esposo.

- ¿Te he despertado? – le pregunto mirando la hora en la mesa de noche, ella niega- es temprano todavía.

- ¿Qué hora es?

-Las ocho y media- ella mira a Carlo de reojo, para luego mirarme nuevamente, sin quitar la expresión curiosa- soy Aleksander.

-Ya lo sé- susurra.

- Ah, ¿Sí? – ella asiente lentamente y sonríe- ¿Y cómo lo sabes, bonita?

-Carlo habla mucho de usted, se ve que lo quiere mucho... yo soy Alicia- sonrío.

-Ya lo sé- la imito. Ella se ríe- ¿Quieres dormir otro rato o prefieres levantarte ya? – ella mira a Carlo nuevamente- no te preocupes por él, últimamente ha estado descansando muy poco, será mejor dejarlo dormir- ella asiente y se libera poco a poco de sus brazos, tratando de no despertarlo. Cuando ya está levantada sonríe, poniéndose unas pantuflas.

-Ehh... creo que voy a... bañarme- asiento, viéndola salir de la habitación. Me levanto y me acerco a mi esposo. Acaricio su mejilla, luego dejo un beso en su frente y uno en sus labios.

Soy feliz, si estoy con ustedes (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora