Capítulo 13.

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Volviendo al pasado. Parte 2/2

Alicia. Ocho años de edad.

-¿Podemos ir a comer helado? – pregunto aburrida.

-Está bien, Calabacita, pero no podrás comer mucho, últimamente comes muchos dulces- me responde mi abuela, agarrando las llaves del auto. Asiento con una gran sonrisa.

Después de unos minutos, nos encontramos en el auto cantando alegremente, mi abuelo aumenta la velocidad, al ver las carreteras solitarias.

En un momento, él voltea hacia mí, para ver si me encuentro bien. Le sonrío, él me devuelve la sonrisa.

- ¡Abuelo, cuidado! - grito al ver una vaca pasar caminando por la estrecha carretera. Mi abuelo gira el volante con brusquedad y logra esquivar al animal, metiéndose en la carretera de dirección contraria. La vaca, como si no le importase, continúa su lento camino.

Un camión, se dirige a toda velocidad hacia nosotros.

- ¡Cuidado! - grita mi abuela.

- ¡Abuelitos! - mi abuelo gira frenéticamente el volante nuevamente, intentando volver a nuestra carretera. El camión pita, y cuando el auto por fin está dando la vuelta, el camión nos estrella la parte de atrás del auto, el cual sale girando descontroladamente lejos de la carretera, hasta quedarse quieto al estrellarse con un gran árbol.

Sin alcanzar a reaccionar, quedo inconsciente al golpearme la cabeza con la ventana.

***

Abro los ojos, y lo primero que veo es una habitación completamente blanca. Siento todo el cuerpo adolorido y la cabeza pesada. Observo a mi alrededor, y me veo conectada a cosas extrañas. Hay una especie de aguja que al parecer está enterrada en mi brazo, y por medio de esta, entra un líquido extraño.

Empiezo a llorar, sin atreverme a tocar esa cosa o moverme, al tener un terrible pánico a todo tipo de agujas.

Pronto, entran mis padres a la habitación blanca, mi padre me mira con odio. Miro a mi madre, ella me mira igual.

-Papi... m-mami- susurro llorando.

-Como me vuelvas a decir así te juro que te mato aquí mismo, hija de puta- dice mi madre.

- ¿P-por qué están enojados? ¿Q-qué hago aquí? – pregunto, intentando controlar mi llanto. Pronto, todos los recuerdos llegan a mi cabeza. La vaca, el camión, el árbol. Mis abuelos- ¡¿Dónde están mis abuelitos?!

- ¡Están muertos! ¡Por tu puta culpa! ¡tu los mataste, maldita idiota! – grita mi padre acercándose a mí, con los puños apretados.

Mi llanto empieza a aumentar, y empiezo a hiperventilar, mis abuelitos... No me pueden dejar solita... Ellos no pueden estar muertos... No...

-Y-yo no los m-matee... n-nos estrellamos con un ar...árbol-

- ¡Y si no fuera por el maldito capricho tuyo de ir a comer un estúpido helado todos los días, ellos seguirían vivos, esto es tu culpa! – grita mi madre, agarrando de la mano a mi padre y saliendo de la habitación.

Me tapo la cara, llorando desconsoladamente. Pego un salto cuando siento una mano en mi hombro. Levanto la cabeza y veo a un doctor.

-Qué bien que ya hayas despertado... lo siento mucho, pequeña, estoy seguro de que te amaban, ahora te están cuidando desde arriba, con los demás angelitos- susurra el doctor, en un intento de calmarme, mientras empieza a revisarme. Mi llanto se vuelve más fuerte, al recordar las palabras que me dijeron cuando me regalaron el collar hace un tiempo... El collar.

-E-el co-collar- lloro asustada, al pensar que lo perdí en el accidente.

-Oh, sí... te traje esto, pensé que podría consolarte un poco, pero no le digas a nadie que te lo traje, ¿vale? – me susurra ofreciéndome el collar de corazón, con una sonrisa. Lo agarro entre mis manos, abriendo la foto, forzando una sonrisa. Pego el collar a mi pecho, y hago lo que ellos me dijeron, recordar los momentos bonitos que pasamos, y ser fuerte.

Días después.

Finalmente, llegamos a casa, entro en ella, con la intención de dirigirme a mi habitación, sintiendo todo mi cuerpo doler.

- ¿A dónde crees que vas, estúpida?

-A... a mi habitación.

-De ahora en adelante dormirás en el ático y solo usarás el baño de allí, y quiero que empieces a hacer los oficios de la casa y cocinar para nosotros, porque no tenemos tiempo para lidiar con el estorbo que eres, será mejor que te acostumbres, porque de ahora en adelante será tu obligación hacerlo todo.

-P-pero no sé cómo...

-Vuelve a decir "pero" y ya verás lo que te pasa- me interrumpe, empujándome, haciéndome caer al suelo. Lo ultimo que siento antes de verlo desaparecer, es una patada en la cara.

-Y estás castigada, sin comida, hasta que yo te diga, y como te vea hurgando en la cocina, te quedas sin comer el doble de tiempo, todo está muy caro, como para malgastarlo contigo - dice mi madre sin más, pegándome una patada en las costillas para quitarme del camino y poder pasar.

Hacer los oficios de la casa no fue tan difícil, pues ya sabía como hacerlo. Cocinar fue el verdadero reto. Ese día, me corté dos veces, y mis padres, ni siquiera me dejaron curarme.

Al día siguiente, me quemé dos veces y me corté nuevamente.

El tercer día, se me cayó la comida hirviendo encima, y las consecuencias, fueron terribles para mí.

***

Pasaron cuatro días desde la muerte de mis abuelitos. Ahora, con el vestido negro que ellos mismos me regalaron, lloro en la tumba de cada uno. El entierro fue hace unos minutos, y ahora, todos los invitados están a varios metros hablando entre ellos, incluyendo a mis padres.

Me arrodillo frente a las tumbas, poniendo en cada una las flores de papel que les hice hace un tiempo y tanto les gustaron. Al lado de las flores de papel, pongo lirios blancos, que eran sus flores favoritas.

-Abuelitos... lo s-siento mucho...- me limpio la nariz y fuerzo una sonrisa a las tumbas- les prometo que seré fuerte... sé q-que me están escuchando... los amo mucho, en serio lo siento- mi voz se corta y me callo, sintiendo una cascada de lágrimas salir de mis ojos. Me quedo mirando las dos tumbas arrodillada, para luego abrazar las lápidas, sin poder controlar mi llanto.

La brisa juega con mi cabello, y podría jurar haber sentido en un suspiro las voces de ellos, pero tal vez me esté volviendo loca. Tal vez me estén atormentando por haberlos matado. 

***

-No te preocupes, Ali, todo estará bien, sabes que no fue tu culpa, nada lo fue- me susurra Max, abrazándome y dándome un beso en la sien- tu cumple lo que le prometiste a ellos, ellos se pondrán muy orgullosos y siempre te cuidarán desde arriba, yo te cuidaré aquí abajo. 




Soy feliz, si estoy con ustedes (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora