Capítulo 34.

3.7K 264 36
                                    


Alicia.

Ha pasado una semana desde que pasó lo de papi. Lo único que ha hecho es descansar. En todos los días que han pasado, no hemos vuelto a casa, solo fue daddy para ir por ropa para los dos y no tener que estar yendo y volviendo a cada rato.

A pesar de aun estar delicado, ahora, papi se encuentra algo mejor y por fin, Jeff ha decidido dejar que volviéramos a casa, siempre y cuando papi se porte bien y guarde mucho reposo, tomando sus medicamentos y siguiendo todas las indicaciones.

En este momento nos encontramos en el auto con dirección a casa. Papi no paraba de removerse inquieto en su asiento intentando liberarse del cinturón, murmurando que se sentía atado con los vendajes, que le dolía y que también se sentía mareado, supongo que por los medicamentos.

- ¡Carlo quédate quieto! – regaña Daddy desde el volante, haciendo que papi salte del susto y me haga soltar una risa.

- ¡Estoy incómodo, Aleksander! ¡Qué me duele todo! -protesta el rubio haciendo una falsa expresión de enojo, que me hace reír aún más.

- ¡Y te va a doler más si te sigues removiendo como gusano, ahora quieto! -después de refunfuñar, papi por fin se queda quieto, cruzándose de brazos y haciendo mala cara.

Trato de aguantar la risa que amenazaba con invadirme, y es que, las situaciones en las que ellos se regañaban eran bastante graciosas, sobre todo las caras que hacían.

Lo más gracioso de siempre es cuando se regañan en sus lenguas natales, papi en italiano y Daddy en ruso, haciendo que el otro quede super confundido, y sigan peleando al no querer traducir lo que habían dicho.

Después de varios minutos de silencio cómodo y miradas de enojo fingido, llegamos a casa.

Daddy aparca el coche y yo tomo las dos maletas en las cuales daddy llevó a casa de Jeff todo lo que necesitaríamos durante los días que nos íbamos a quedar.

Ni siquiera alcanzo a bajar del coche cuando daddy me detiene para ayudarme con las maletas, a lo que yo niego. Tienen el tamaño y el peso perfecto para que yo las lleve por las ruedas sin problema alguno, además, él tiene que ayudar a papi a bajar, pues aún sigue bastante débil y no puede caminar muy bien.

A pesar de que aún conserva su personalidad alegre y su vitalidad, ya no es el mismo de antes. ¿Y cómo seguir siéndolo después de lo que vivió?

Si, sigue siendo un tierno y amoroso papi, pero la chispa de alegría que había en él se vio un poco afectada, era algo casi imperceptible pero que yo pude notar perfectamente. Su rostro ahora es adornado con unas ojeras y una palidez inusual.

A pesar de que siempre sonreía, sus ojos y expresiones inconscientes demostraban lo contrario. Demostraban tristeza y aparte de eso, por supuesto, dolor, no solo físico sino también emocional.

Fingía que no estaba triste por lo que había pasado. Fingía que estaba bien y que no le dolía nada, pero era todo lo contrario.

Se guardaba todo para él solo y eso era... algo malo, porque se guardaba las cosas a pesar de saber que tenía mi apoyo incondicional y el de Daddy también. Pero aparte de eso, era... valiente, muy valiente.

Él era fuerte.

Pero no se daba cuenta de que no tenía que serlo solo.

Me bajo del coche y miro la gran casa con una sonrisa, ya la estaba extrañando.

-¡¡¿Pero qué diablos crees que haces?!! ¡Bájame ahora mismo Aleksander Volkov! – escucho a papi gritar- ¡Bájame ya!

-Cállate- dice daddy sin más, sin dar ninguna explicación.

Soy feliz, si estoy con ustedes (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora