Capítulo 6.

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Alicia.

Todo esto es muy extraño. Llevo menos de un día aquí y ya siento un apego hacia él. Empiezo a rasguñarme la muñeca con estrés, pensando en lo tonta e ilusa que soy.

Toda mi vida he sido ignorada por mis padres, soy consciente de eso, aunque no lo acepte. Toda mi vida me ha faltado el amor de una familia, si es que eso existe, creo que no. Y por eso, cuando las personas nuevas me tratan bien, me siento apegada y agarro cariño, esto no es bueno, para nada. Porque junto con eso crece el miedo de perder esa persona. Realmente, parezco bipolar con mis cambios de pensamiento.

Sí, es cierto, me han secuestrado y alejado de mi hogar, pero también me ha tratado bien y no ha dado señales de querer hacerme daño. Se ve buena gente y extrovertido, y se ha mostrado muy feliz desde que ha llegado. ¡me dio pastel y me deseó feliz cumpleaños! También, cuando me habla del tal Aleksander sus ojos brillan de alegría. Brillan enamorados.

No pueden culparme por apegarme rápidamente a una persona que me trata bien, teniendo en cuenta mis malas experiencias pasadas.

Salgo de mis pensamientos que tanto me atormentan, para abrir el closet nuevamente y buscar algún pijama, tal vez Carlo ve que no le hice caso y se enoja. No quiero hacerlo enojar después de que me trató bien.

Un poco incomoda rebusco entre el armario, la ropa es un poco aniñada, pero no me molesto ya que tiene un estilo muy lindo, y unos colores también muy lindos. Aunque, claramente, todavía no tengo la suficiente confianza como para ponerme un pijama de cuerpo entero, por más bonito que sea. Finalmente, encuentro un pijama de dos piezas. Tiene un estampado de gatos y se ve fresco.

Verifico que la puerta esté cerrada y empiezo a cambiarme, sorprendentemente el pijama es de mi talla y me queda perfecto. Dejo mis tenis viejos y sucios en un rincón junto con la ropa gigante y me quedo descalza.

Me quedo parada en medio de la habitación y luego no puedo evitar irme a la ventana y quedarme mirando el exterior, este lugar sí que es grande. Y hermoso. No puedo evitar sentirme nuevamente mal y preguntarme qué estará haciendo mi mejor amigo en este momento. no puedo evitar preguntarme si lo volveré a ver o si volveré a escuchar su voz.

Los toques en la puerta me hacen dejar la ventana para ir a abrir.

Siento varios toques en la puerta, sacudo fuertemente mi cabeza y abro ignorando mis pensamientos. Él me mira con el ceño fruncido.

- ¿Estás bien? – asiento y finjo una sonrisa que me sale bastante bien. Él sonríe también- ¿Qué te parece si antes de dormir te muestro la casa? – vuelvo a asentir rápidamente. Me hace una seña con la cabeza para que fuéramos, pone su mano en mi espalda y empieza a guiarme hacia el primer piso, para empezar desde abajo y terminar nuevamente arriba.

Es una casa gigante, cada espacio lo es. La sala, la cocina, el cuarto de aseo, todo es gigante.

En el primer piso está la gran sala de estar, decorada con una alfombra gris y algunos cuadros con diferentes fotos. Hay una linda chimenea, un sofacama y varios sillones, una mesita de cristal y un gran televisor en una estantería con cajones, libros y un equipo musical.

Está la cocina, que es muy linda y tiene una amplia isla, en una esquina hay una puerta de vidrio, que al parecer lleva a un comedor en el exterior, que, según me contó Carlo es para los empleados. Hay tres senderos, el primero lleva a un establo con algunos caballos que tienen y a una pequeña cabaña donde almacenan y hacen cosas del trabajo. El segundo sendero lleva a la cabaña donde duermen los empleados y el tercero a la piscina que hay a un lado de la casa.

Está el gran comedor, largo, con sillas blancas y negras acolchonadas e iluminado por un gran candelabro negro de araña.

Finalmente, una esquina al lado de las escaleras, hay una doble puerta blanca muy bonita, que, bajando algunas escaleras y caminando por un pasillo, lleva a una piscina interna, Carlo me dijo que la usan a veces en el invierno ya que está climatizada.

En el segundo piso hay una sala de música, que tiene un gran piano, dos guitarras, un chelo y una batería. Luego hay un baño, dos oficinas y un cuarto vacío que no saben con qué llenar.

Finalmente, nos encontramos subiendo al último piso nuevamente. Le dije que no había necesidad de que me mostrara los dos cuartos de invitados, así que solo me mostró la de él y luego volvimos a la "mía"

Cuando entramos lo observo fijamente, me siento infinitamente feliz y agradecida por que me esté tratando tan bien, y con esto en mente, me acerco tímidamente y lo abrazo, aferrándome a su torso, pues es tan alto que no puedo alcanzar su cuello. intento aprovechar mínimamente esta "oportunidad" porque no sé qué tan pronto puede acabarse. El rubio me devuelve el abrazo. Después de unos segundos, me levanta de repente y me lleva cargada hasta la cama. Me tenso, pero permito que lo haga.

Me deja sentada en esta, se da la vuelta y agarra la leche que acababa de dejar en la mesa de noche. Aprovecho para limpiarme rápidamente las pocas lágrimas traicioneras que se escaparon sin razón alguna. Tengo que portarme bien para no acabar con la paciencia de él, me da miedo que me haga lo mismo que me hizo Jeff o peor. Porque solo conozco su lado bueno, y todos tienen uno malo. Quiero portarme bien para volver a hablar con Max y decirle que lo quiero.

Toma, está tibia- Susurra tendiéndome el vaso rosado.

-Gracias- susurro también, recibiendo el vaso y tomando un sorbo, mi respiración está un poco irregular, como siempre.

- ¿Te gustó la ropa? – pregunta Carlo aligerando el ambiente.

-Está todo muy lindo, pero ¿Cómo supieron mis tallas? –

-No fue muy difícil, simplemente elegimos la segunda talla más pequeña y en calzado prácticamente lo mismo- responde encogiéndose de hombros, asiento con una sonrisa.

-Ah, vale, qué buen ojo- tomo más leche. Una vez termino de tomar, nos miramos por menos de dos segundos, no pude sostenerle la mirada. Empiezo a bostezar, sintiendo el efecto que la leche tibia genera en mí, pronto le contagio el bostezo, y los dos reímos.

-Muy bien Muñequita, creo que es hora de dormir- dice levantándose, bostezando nuevamente y ayudándome a meter entre las cobijas. Nos miramos, él vuelve a bostezar, después de tantas horas me doy cuenta de las grandes ojeras que tiene en sus ojos.

-Deberías intentar dormir... te ves... cansado- digo preocupándome un poco. ¿tendrá problemas para dormir? Él sonríe tiernamente y asiente.

-Tienes razón. Ehh... ten una linda noche, muñeca- susurra acercándose a apagar la lámpara de la mesa de noche, como un reflejo, agarro su muñeca como puedo, en un débil intento de no dejar que apague la luz. Él me mira curioso, con una ceja levantada. Al darme cuenta de mi atrevimiento, retiro la mano apenada y susurro un arrepentido "lo siento"

-No pasa nada si no quieres que apague la luz- me dice, alejando sus manos de la lámpara y levantándose.

-Hasta mañana, Carlo- Le susurro. Me da una bonita sonrisa, los hoyuelos de sus mejillas se noten mucho más, haciéndolo ver mucho más lindo. Sale cerrando la puerta. Miro el reloj al lado de la lámpara, no sé cuánto tiempo me quedo mirando el techo, pero después de un buen rato logro dormirme nuevamente.  



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Holaa, Lu reportándose nuevamente. 

Si estás leyendo esto, ten un buen día, tarde o noche y espero que estés disfrutando de la historia ;)

Soy feliz, si estoy con ustedes (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora