Capítulo 26.

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Alicia.

Empiezo a hacerme consciente cuando empiezo a sentir ligeras caricias en mi cabello.

Entreabro mis ojos lentamente, siento un poco de calor en mi rostro al darme cuenta que solo estoy a una pierna de estar completamente encima de Daddy, él abraza mi cintura y respira pausadamente, indicando que sigue durmiendo.

¿No lo estaré aplastando?

Tu mides menos de metro y medio y él más de dos, no lo estás aplastando, tonta.

Eres una pulga a su lado.

Bueno, tienes razón.

Esto confirma que el responsable de las caricias es Carlo.

Los recuerdos de anoche me hacen sentir extrañamente desganada, pero no dejo que esto me invada por completo. Los meses que llevo aquí han sido los mejores de mi vida.

Podría llamar a Max y contarle todo, tal vez así me deja de buscar.

Trato de poner mi mente en blanco, después de varios minutos, no lo logro, así que decido abrir nuevamente los ojos y hacer contacto visual con el rubio.

-Hola, cariño.

-Hola- susurro sonriendo ligeramente.

- ¿No quieres dormir un poco más? Es muy temprano- miro el reloj en la mesita de noche y veo que son un poco más de las siete. Niego lentamente con la cabeza, aunque quisiera, no podría.

Suspiro pesadamente mientras intento liberarme del abrazo de daddy con cuidado, después de unos segundos logro que me suelte sin despertarlo.

Ruedo un poco sobre mi cuerpo, hasta quedar pegada al cuerpo de papi, él me abraza.

- ¿Estás bien, cariño?

-Estoy bien, solo... sigo un poco... decepcionada.

-Lo siento mucho, linda, Ale y yo... no fue nuestra intención lastimarte- dice con la voz apagada.

-Lo sé... supongo que no toda la culpa es de ustedes, solo no me lo esperé... oye, estaba pensando en algo- susurro, con ganas de compartirle mi idea de llamar a Max.

- ¿En qué?

-Que... si le cuento eso a Max y a su tío John, tal vez... me dejen de buscar.

-Oh... bueno, podría ser una buena idea, pero John nunca nos dejará de buscar.

- ¿Cómo lo sabes? – pregunto, él se queda varios segundos en silencio. Por su expresión puedo ver mil emociones pasar, tales como el enojo, la preocupación, el miedo, el resentimiento, resentimiento más que todo.

-Lo conozco más de lo que me gustaría- dice en un tono amargo. La curiosidad me llena.

- ¿Qué sabes de él? – pregunto.

- ¿Sabes si tiene hijos? –niego con la cabeza confundida por la pregunta que me hace.

-No que yo sepa- él me mira fijamente sin expresión alguna y a pesar de eso, puedo ver en sus ojos que por su cabeza están pasando miles de pensamientos.

- ¿Qué sabes de él?

-Sé que tiene un poco más de cincuenta años, ehh... creo que estudió derecho en la Sapienza di Roma, luego volvió a nueva york y decidió tomar entrenamiento policial... y ya... ¿Por qué estamos hablando de esto? Déjame llamar y decirles, no perdemos nada con intentar.

-Vale, pero hoy no.

-No quiero que sea hoy... hoy solo quiero... descansar- él sonríe y me mira con ternura, para luego abrazarme y agarrar el control remoto de la televisión y encenderla, solo que esta vez, siento su cuerpo tenso.

Soy feliz, si estoy con ustedes (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora