Capitulo 29

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Adrien ha dado vuelta a su armario entero en su habitación. Estoy riéndome a carcajadas y creo que es el mejor día de mi vida. Adrien jamás dejaría su habitación así...Más bien, se parece a la mía.

-¿Dónde mierda se supone que mi madre dejó el maldito terno?-Vocifera lanzándose de espaldas a la cama.

Yo aprovecho el momento y me lanzo de estómago sobre el suyo. Él se encoge y se estremece pero se relaja al cabo de unos segundos. Juega con mi cabello entre sus dedos.

-Supongo que entre tus cosas-Digo apoyando mi mentón en su costilla. Su pecho sube y baja y el mío también.

-No, lo dejó en el pasto-Se burla Adrien. Arqueo una ceja y clavo con fuerza mi mentón entre sus costillas. Adrien grita y eso me hace reír, cosa que él aprovecha para apartarme-Ayúdame, Chloe.

Aprovecho el momento para voltearme sobre su cuerpo, dejando que cada uno de los huesos de mi cuerpo alcancen a notarse lo máximo que puedan y pasen por el cuerpo de Adrien, causándole dolor. Soy mala pero él ya ha mejorado.

Bastante.

-¿Tu padre no podría saber nada?-Le pregunto dejando caer mi cuerpo como alguien muerto sobre él. Adrien suelta un suspiro, dejando salir las ganas de botarme lejos y la pequeña dosis de dolor.

-No. Lo único que hace es quejarse de los medicamentos que debe tomar desde su desmayo-Se explaya él. Frunzo el ceño y me siento en su cama mirándolo bien. Tiene los ojos cerrados y la mandíbula marcada debido a la rabia.

-¿Cómo está?-Pregunto.

Adrien abre los ojos y se pasa una mano por su larga cabellera. Se sienta a un lado mío y juega con sus anillos.

-Mucho mejor, aunque no bien del todo. El otro día un compañero de trabajo de él, llamó a mi madre diciéndole que lo había visto afirmado de su escritorio con la cabeza entre sus brazos-Comienza a decir. Menea la cabeza-Claro que cuando ella encaró a mi padre, él dijo que su compañero mentía.

-Y entonces él lo hacia-Contesté. Adrien me mira y asiente lentamente con la cabeza. Pongo los labios en una línea recta y suspiro-Ya se le pasará, te aseguro que era solo un dolor de cabeza fuerte.

-Demasiado fuerte, al parecer-Agrega él. Yo suspiro otra vez, sabiendo que lo que dije era demasiado estúpido. No cualquier dolor de cabeza hace que hagas eso. No era algo de siempre.


Adrien ha vuelto a poner su armario en orden otra vez. Su habitación, sacando toda la ropa que había lanzado, ha vuelto a ser la misma. Es increíble como este hombre puede mantener el orden en un espacio solo para él.

Ha llamado a su madre preguntándole dónde estaba realmente su terno pero ella no ha podido contestar. Le mandó un mensaje diciéndole que estaba en una reunión importante. Ahora, Adrien, esta muy frustrado y se ha lanzado al suelo para pensar.

La camisa que trae puesta deja ver un poco de su aún, aunque precariamente, bronceada piel. Ha levantado los brazos y se los ha dejado justo frente a la cabeza, apoyando uno de sus dedo en el puente de la nariz. Me apoyo justo en el inicio de la escalera y lo observo mientras medita.

De repente, él se sienta bruscamente en el suelo y me mira con una sonrisa de oreja a oreja. Enarco una ceja y él se levanta rápidamente y camina hacia mí.

-Ya van a ser las dos de la tarde, y no hemos almorzado. La verdad, es que creo que no te iras de aquí en un buen rato-Dice y yo ruedo los ojos. Adrien coloca una mano en mi hombro y me estremezco-Tampoco tengo interés en cocinarte y no tengo dinero. Te propongo un trato.

-Pues dígame, señor Agreste-Digo cruzándome de brazos nuevamente.

-El primero que encuentre el estúpido terno, gana. Y el perdedor, debe cocinar-Responde Adrien con una sonrisa de oreja a oreja.

-No es justo ¡Tu conoces tu casa mejor que yo!-Y dicho esto, Adrien levanta las manos señalando que no le importa, y corre escaleras arriba riendo fuertemente.

Estoy plantada en el inicio de las escaleras sin saber que hacer. Rápidamente corro hacia el vestíbulo y comienzo a buscar por todas partes. Es un traje, juraría que está en esos estuches en donde se guardan ese tipo de vestuarios importantes.

Arriba de mí, en el techo, se escucha como Adrien corre de un lado para el otro de la nada, también logro escuchar como maldice al chocar con algo. Suelto una risa mientras camino sin rumbo alguno.

Y entonces veo a Adrien bajar las escaleras y creo que tengo una idea de donde pueda estar.

Él pasa corriendo a mi lado, sin mirarme y se va directamente hacia fuera, al patio trasero. Yo tomo la salida hacia la lavandería por la puerta que la anexa con la cocina. Y ahí lo veo, el estuche negro colgado de una de las esquinas de la secadora. Doy un paso adelante y choco de inmediato con algo.

Adrien está frente a mí, nuestros pechos están más que juntos y nuestros rostros a menos de cinco centímetros de distancia. Ambos tenemos la respiración entrecortada y sus ojos vagan de un lado a otro de mi cara. Como modo de defensa, cuando he chocado, he levantado inconscientemente mis manos de modo que ahora están apoyadas firmemente en su pecho. Él hizo lo mismo y ahora sostiene su cuerpo afirmándose de mis codos.

No sé porque estoy más que nerviosa, se supone que esto ha pasado de la nada. No logro dejar mis ojos quietos al igual que él en los suyos.

Saco una mano hacia el exterior y tomo la punta del colgador sin despegar la mirada de sus incontrolables ojos verdes. Luego sonrío y levanto el traje frente a él, sin separarme.

-Gané-Y dicho esto, él se separa lo más brusco que puede ser teniendo una sutileza de camino y rodando los ojos mientras menea la cabeza.

Luego sonríe tímidamente y deja de hacerlo al segundo.

Oh-oh.


Déjame sin palabras (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora