Epilogo

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El piso está helado, sucio y quizás con que cosas más. Tengo las rodillas dobladas sobre mi pecho y tengo que obligarme a esconder mi cabeza entre ellas para que la gente que pasa frente a mi no me vea llorar. No es que odie llorar o me de vergüenza hacerlo, pero me recuerda a esos tiempos en los que llorar era un hábito y es lo peor que puede pasarse por mi cabeza ahora, es lo único que puedo pensar para evitar pensar en lo que dijo ese estúpido interno, Alex.

Cuando salí de la habitación lo primero que me dijo fue la jovencita de cabello claro junto a la esposa del paciente, ya se habían ido. Le pregunté si Chloe sabía lo que pasaba y me contestó que ella misma le había preguntado, como no.

-Probablemente sea la última vez que lo oiga respirar-Dijo con tono calmado. Tenía una especie de tic en el ojo derecho, que lo obligaba a mantener el ojo cerrado más tiempo que lo normal al pestañear-El ventilador le ayuda a hacerlo pero una vez que el corazón se detenga, ya no servirá de nada, y quizás usted sea el único que lo presencié por última vez.

-¿De verdad no pueden hacer nada?-Digo por primera vez en mucho tiempo. Ese yo que se había quedado enjaulado cuando el interno pronunció esas palabras en el pasillo, habló cuando ya era tarde. Él niega con la cabeza y tras comprobar algunas cosas en mi padre, deja la habitación.

Está pálido como nunca, tanto así que puedo ver las venas de sus ojos llevar la sangre de un lado a otro. Es una de las pocas veces que lo veo sin su ceño fruncido y sin una sonrisa. Me hace recordar tanto a ella, a pesar de todo, siempre está con una sonrisa en el rostro y ahora que ya no puede más, no puedo dejar de alucinar que si la tiene. El marcador del pulso dicta que está demasiado débil, sé que no debo ponerle mucha atención porque tal vez se detenga justo en el momento que lo este viendo o el sonido ciegue todo momento de aquí.

Así que tomó su mano, a unos cuantos grados de estar fría, y ese pequeño toque de calor me da la valentía de hacer lo que vine a hacer y no llenarme la cabeza de arrepentimientos. Mi pulgar acaricia su mano, tal como él solía hacer conmigo cuando yo me contagiaba de algún resfriado en la escuela y yo sentía que moriría pero no sabía lo que realmente era. Y él era mi héroe por salvarme de tan sencilla enfermedad.

-Créeme que por el mero hecho de tocarte con mis manos, pudiera hacer tu corazón latir más rápido; no las despegaría nunca de ti, papá-Mi voz se quiebra al pronunciar esa palabra tan común en todos y nunca pensé que estaría diciéndosela por última vez.

Su pecho sube y baja lentamente y siento que mi corazón dentro de mi pecho se vuelve estrecho, claustrofóbico, le falta espacio. Se me acaba el aire, esto no puede ser el último momento que lo vea así, no sé que hacer. Me dicen que le darán un calmante o algo así y que lo más probable era que se quedara dormido. Me quedé a su lado, recordando cosas que él hacía conmigo, cuando él me contaba algunas historias o la vez que pudimos leer el primer libro de Harry Potter completo con la luz apagada y una linterna dentro de la cama para que mamá no nos fuera a regañar. Él solo apretaba la mano que le tenía agarrada como estímulo, hasta que mis lágrimas cesaron en silencio y su mano se relajó hasta quedarse dormido.

Han pasado exactamente 45 minutos desde ese momento y mi mundo ya está vuelta abajo.

La nota que la dejé en mi habitación, sobre mi cama, iba dirigida solamente a Chloe, ya que la que iba para mi madre, la escondí en el bolsillo del pantalón de su pijama porque se que la descubriría. En ella decía que iba a tomar el avión que llevaba directamente a Londres, el primer vuelo de la mañana.

Y eso sería en 20 minutos más.

Y no sé como pude haber planteado esto en mi mente, Chloe es capaz de las cosas más increíbles y esta es una de ella. Llegó justo unos minutos después de que dejará en el hospital. Llevaba un abrigo negro y se había doblado las mangas por dentro porque le quedaba demasiado grande. Me costó darme cuenta de que el abrigo que llevaba era mío. Tenía su pelo tomado en un remolino mal echo, su cara estaba fría, pálida y tenía unos casi invisibles caminos de lágrimas rebeldes. Hablaba con casi cualquier persona que tuviera aspecto de trabajar en el aeropuerto y comenzaba a hablarles sin parar, gesticulando con sus manos como suele hacer siempre. Se me escapó una sonrisa y unas lágrimas y eso fue lo que me hizo venir aquí.

Sabía que era capaz de buscarme en donde fuera, incluyendo el baño de hombres porque ya lo hizo una vez, pero creo que ya perdió las esperanzas de encontrarme aquí, no creyó que yo este fuera de mi lugar.

Y si mi madre no llega en unos minutos, yo también lo pensaré. Estoy metido en la parte en donde las azafatas reciben las boletas de embarque, le rogué a una de ellas que me dejara esconderme detrás de sus escritorios hasta que llegara la persona que estaba esperando. Creo que las lágrimas que caían por mi rostro fueron la razón por la cual accedió. Me levanto un poco y observo por el mesón. Detrás del vidrio, en donde están todas las personas que se despiden de sus familiares para tomar su vuelo, está ella, y también mi madre. Le llora a mares y mi madre hace lo que puede  por sostener sus hombros y hacer que se calme, pero Chloe se está descontrolando mucho. Sé que le está diciendo lo estúpido que soy, que ella es la mejor persona que pude haber conocido, que le agradece por todo en lo que me ayudó, que ahora es solo otra cosa en la que debe ayudarme. Entonces Chloe cae al suelo y se lanza a llorar a sus pies. Mis ojos se llenan de lágrimas y no puedo ver más. Mantengo mis ojos cerrados mientras mis lágrimas caen nuevamente, hasta que siento la mano de mi madre en mi hombro.

Me levanta y me dice que todo está arreglado, mi padre ha fallecido hace unos minutos y que pronto lo trasladarán a Londres, en donde viviremos en este tiempo. De alguna forma, lo que me dice no me causa nada, ya lo tenía asumido. Por los altavoces, nos llaman a nuestro vuelo y procedo a moverme hasta que mi madre coloca su mano nuevamente en mi hombro y me mira a los ojos.

-Ella está allí, mirándote.

Y mis lágrimas caen desconsoladamente, mi pecho abre sus voz y comienza a gritar mientras mis lágrimas caen y me hacen correr directamente a la puerta de embarque. No puedo hacerlo, solo la destrozaría porque no habría logrado quedarme. No espero a madre y entro al avión y me siento en mi lugar. Miro por la ventana y siento que ella ha llegado y me toma la mano, mirándome a los ojos. Sé que me dice que todo estará bien, que esto pasará, que podemos lograrlo. Asiento lentamente y apago mi celular no sin antes leer un mensaje de ella. Olvidé por completo desactivar todo esto.

''-Buen viaje, te amo''.

Cierro mis ojos para evitar destrozarme pero no ha sido suficiente, siento que mi cuerpo se cae y de pronto pierdo la luz de regreso. La necesito, la necesito con todas mis fuerzas. Necesito que vuelva a iluminarme para hacerme volver a la vida.

Algún día volveremos a vernos, Chloe, te amo con todo lo que tengo y lo que jamás tendré.

Gracias por hacerme quien soy.

Déjame sin palabras (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora