Capitulo 33

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Adrien se ha ido a dormir hace una hora y no puedo dejar de mirar la pantalla de mi celular sin motivo alguno.

Me he metido en la cama, dejándome solo una camiseta demasiado vieja como para salir con ella a la calle pero demasiado perfecta como para botarla. Son las 4 de la madrugada y no logro conciliar el sueño.

Adrien me dejó en la puerta de mi casa hace algunas horas, y me dijo que no debía hacer nada porque temía que mi madre nos viera.

-¿Y eso que importa?-Pregunté yo. Adrien se echó a reír y se tapó la boca rápidamente, mirando hacia la ventana de mi madre, en el piso de abajo, al recordar que era demasiado tarde.

-Vete a dormir, Chloe-Me ordenó. Tenía su eterna sonrisa en la cara y estaba demasiado feliz como para ocultarlo. No sé si era porque realmente hacia frío, o estaba demasiado nerviosa, que mi cuerpo comenzó a generar escalofríos cada dos segundos.

Adrien escondió las manos en los bolsillos de su pantalón, imagino por la misma razón.

-Dime por qué ¿Qué tiene, Adrien?-Le dije y di un paso hacia adelante, dejando que mi rostro estuviera solo a unos centímetros del suyo. Adrien rodó los ojos sin perder la sonrisa.

-Vete a dormir, Chloe-Repitió sin apartar la mirada de mis ojos.

-Oblígame.

Él, se pasó los dientes por los labios haciendo que la postura que mostraba, cambiara a algo más...provocativo. Miró hacia atrás, nervioso, y al comprobar que no había nadie, se giró nuevamente hacia mí, avanzando el resto de espacio que faltaba para unirnos completamente.

Con una mano, me atrajo hacia él y luego posó ambas manos en los lados de mis mejillas, afirmando sus dedos en la parte trasera de mi cabeza. Miró mis ojos y mientras su sonrisa iba desapareciendo, acercó su boca a la mía, y empujó sus labios en un beso. Sentí sus suaves labios mientras presionaban suavemente los míos, sin ningún tipo de movimiento más. No hacia falta, todo eso era perfecto.

Sus labios se despegaron de los míos, lentamente, centímetro a centímetro, hasta que él quedó solo unos centímetros de mi rostro, volviendo a adoptar la sonrisa de siempre. Y entonces me vi obligada a imitarlo.

-Dentro, ya-Dijo y puso una mano en mi espalda baja, empujando hacia el umbral de la puerta de entrada a casa. Me di la vuelta y lo miré a los ojos mientras abría la puerta con las llaves a mi espalda. Solo era una llave, y no era necesario tanta precisión. Él me esperó calmado, mirándome mientras completaba el proceso.

Cuando oí el click de la puerta al abrirse, di un paso hacia atrás, entrando solo la mitad de mi cuerpo mientras que la otra descansaba fuera, negándose completamente a entrar.

-Adiós-Murmuré.

-Adiós-Murmuró él. Trató de reprimir la ampliación de su sonrisa pero le fue inevitable, y en vez de eso, se acercó a mi y posó una mano en mi mejilla. Sentía su calor traspasar a mi piel y sus ojos brillaban tanto que los confundí. Poso sus pulgares en mis páprpados y presionó hasta que estos tuvieron que cerrarse.

-Duerme.

Y aquí estoy, Adrien. Gracias a tu maldito mandamiento. Me veo completamente negada a completarlo. Ya que lo único que hace mi mente, es repetir y repetir el día de ayer.


-No sé porque los hombres son tan imbéciles ¿Podrías explicármelo, Adrien?-Exclama mi hermana, completamente indignada, al chico de suéter azul marino sentado cinco escalones más arriba que yo.

Adrien sonríe y se pasa las manos por el pelo. El anillo de hojas entrelazadas se le engancha en su cabello al hacer la acción y cuando se da cuenta de que lo observo, hace como que se lo quitara.

''En el momento en el que cualquiera de los dos se saque el anillo, nuestra amistad caerá''

Pero el tonto solo ríe, bromeando y trata de desenredarlo lo mejor que puede sin sacarse el accesorio.

-Porque...-Dice mientras se levanta para tratar de estar más cómodo mientras vuelve a arreglar su cabello a la normalidad-Yo creo que es porque no se dan cuenta de lo que tienen hasta que lo pierden.

-Pero técnicamente aún no me ha perdido, es decir, aquí estoy, totalmente destrozada porque no se ha dignado a hablarme desde ayer. Debería estar despreocupada, al igual que él, pero es todo lo contrario.

-Te han pescado de pies a cabeza, mujer. Acéptalo-Digo mientras me levanto de la escalera y comienzo a subir hasta mi habitación, de camino, tomo del hombro, un poco del suéter de Adrien y comienzo a jalarlo-Vámonos, Adribu. No tenemos tiempo para dramas de la reina de este.

Adrien ríe fuertemente mientras se levanta rendido ante mi acción. Levanta las manos disculpándose con mi hermana, quien protesta desde el sofá.

-¿Qué? No, Chloe. ¡No!-Grita porque cada vez que subimos un escalón más, se me hace más imposible escucharla, mientras los latidos de nuestros corazones se animan a latir más y más fuerte-¡Tú serás la que recurrirá a los mismos consejos cuando te rompan el corazón!-Grita justo cuando la puerta de mi habitación se cierra.

Adrien apoya su espalda contra ella y toma mis manos para luego entrelazarlas tras su cuello, esto hace que me acerque inmediatamente a él.

-Así que recurrirás a ella cuando te rompan el corazón ¿Eh?-Murmura porque no es necesario hablar con el mismo volumen y tono normal, ya que solo nos separan unos centímetros.

-Ajá-Puedo murmurar. Cada vez se me hace más difícil poder comportarme sin ningún temperamento alarmante frente a Adrien. Es decir, lo que pasa dentro de mi no es nada comparado a lo que muestran las películas.

Es el cuádruple.

Adrien sonríe y apoya la cabeza en la puerta de madera tras de él. A estas horas, el sol golpea ya sus últimos rayos y la luz hace que su rostro adopte una posición de descanso. Quiero decirle que calle y que me bese. Pero él sigue.

-Y de ser así...¿Quién te romperá el corazón?

Mis ojos, que solo miraban sus labios partidos por las ansias infinitas de besarme, ahora se alzan hasta sus ojos. Estos luchan por mantener la mirada en los míos. Son tan raros e indefensos. Al igual que todo frágil, inseguro, sin garantía, sin vencimiento concreto.

Mi boca comienza a sonreír levemente y entonces lo comprendo. Pero no se lo digo. No se lo digo porque sé que ya lo sabe. O puede que sea al revés. Pero mi mente no dejará de repetirlo una y otra vez, y aunque esto sea recién el principio, lo sé. Y ahora, ella es la que habla.

''''

Déjame sin palabras (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora