Capitulo 31

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Pensé que al tocar sus labios por primera vez, los encontraría de alguna manera algo rasposos o no lo sé, porque siempre se los anda mordisqueando.

Pero me equivoqué completamente.

Sus labios son tan suaves como la seda que al tocar por primera con los míos, se deslizan con completa facilidad. Al comienzo de todo, fue como si todo lo que desee alguna vez, se hubiera desvanecido. Mi boca era dura, fría contra la suya de alguna forma, pero luego se ablandó.

Adrien suelta un suspiro contra mi boca cuando se da cuenta de que le he correspondido el beso. Intento sonreír pero él con una de sus manos en mi cintura, me pellizca suavemente. Deslizo mis manos por sus ondulos de su nuca y los enredo con mis dedos.

Él, lentamente abre la boca y me estrecha contra si mismo mientras me besa. Siento lentamente, él aún presente pero precariamente, sabor a la gomita de frutilla que se había estado comiendo luego de haberla encontrado en su auto. Percibo como su corazón late rápidamente en su pecho y no dudo que el mío va más o menos a ese ritmo. E incluso, puedo asegurar que más.

Con los ojos cerrados, los demás sentidos se intensifican.

Con una delicadeza que jamás pensé que existía, Adrien me aparta de su pecho pero sin soltarme. En su rostro comienza a crecer esa sonrisa que tanto me gusta. Eso hace que me contagie yo y lentamente, esbozo una sonrisa con el mismo calibre que él. Juntos, nos damos cuenta de lo tonto que nos vemos y comenzamos a reír fuertemente.

Estallamos en carcajadas en este espacio tan reducido y tan especial ahora mismo, que el eco entre nosotros comienza a hacerse presente. Adrien tiene las mejillas rosadas y ahora sé que tiene una vergüenza enorme. Abro la boca para molestarlo, pero él se da cuenta y me la cubre con la mano.

-No te atrevas, Chloe-Murmura contra mi oído mientras me poya contra su pecho de espaldas-No te atrevas.

Comienzo a reír y sé que la única forma de que me deje ir, es haciendo esto. Saco la lengua y la paso por la palma de su mano contra mi boca. Él suelta un chillido de asco y se restriega la mano contra el pantalón de vestir.

Oigo ruidos tras nosotros mientras rió y Adrien me mira con una ceja enarcada aún con una sonrisa. La puerta de salida de emergencia por que salimos aquí, se abre rápidamente dejando ver a la chica del eterno negro.

Zoey.

-¡Chicos!-Grita ella. Un poco más fuerte de lo que habría hecho cualquier persona. Se ha ido un poco antes de casa por lo que probablemente había estado bebiendo con alguno de sus amigos.

Hoy se ha vestido linda, pero obviamente, de negro. Su vestido es normal, sin ningún detalle estrambótico. Zoey.

-Los he estado buscando hace mucho tiempo, necesitaba decirles algo-Añade bajando el pequeño escalón que nos separa del ambiente. Se lanza al suelo y los tacones que trae, hace que este casi, a unos centímetros de Adrien-Un chico del instituto, hará una fiesta ahora mismo. Ya no queda casi nada del baile, por lo que todos comenzarán a irse. Deberían venir.

-¿Nosotros?-Dice Adrien con el ceño fruncido. Se ha alejado de mí pero no deja de mirarme por el rabillo del ojo mientras mi hermana razona su pregunta. Cuando esta asiente, Adrien se vuelve más confundido aún.

-No creo que sea mala idea, Adrien-Planteo. Mi voz se está rasposa y el chico frente a mi sonríe al saber la razón.-Vamos ¿Qué podría salir mal?

Adrien me observa de pies a cabezas durante un minuto. Su ceño está fruncido y la verdad es que comienzo a dudar de haber aceptado la invitación de Zoey. Pero quizás allá podamos escabullirnos ¿No?

Le guiño un ojo y él se echa a reír, cohibido. Todo es tan extraño.

-Esta bien-Confirma. Zoey empieza a dar saltitos de felicidad y le da un pequeño abrazo rápido a Adrien.

-Pero entonces, gracias a que me he dado el tiempo de buscaros, tendrán que escoltarme hacia allá, chicos.

Y ya extrañaba a Zoey. Siempre hace algo por ti, si tú haces otra por ella.


Zoey no ha dejado de hablar durante todo el camino. Ha estorbado mucho en las miradas que Adrien y yo nos hemos enviado en estos cortos 10 minutos.

Aún siento sus labios recorrer los míos.

Mi hermana dijo que la casa, a la que íbamos, era de un chico del instituto. Ni idea de quién. Se ha estado quejando todo el rato de lo incómodo que es usar tacones. Es decir, dice que, al principio está bien, no hay quejas, pero que luego, cuando en la parte inicial de la planta del pie, comienza a escocerte del dolor, dios, es terrible.

Solo que ella añadió una que otra grosería.

La calle por la cual debemos ir, va en subida. Todas las casas que pasan por nuestro lado son totalmente desconocidas para mí, aún no conozco completamente la ciudad. Las casas que van a nuestro alrededor, deben de ser, al menos, el doble de mi casa. La más pequeña, claro, porque las demás...

-¡Ahí!-Grita Zoey apuntando la casa blanca de tres pisos a nuestra izquierda. Adrien pega un frenazo que me hace ir hacia adelante con el impacto.

-Lo siento-Se apresura a decir él.

Todos bajamos rápidamente del auto, y caminamos por el camino de piedras que lleva hasta el pórtico de la casa. Esta, está llena de gente. Las luces inundan las habitaciones, que por fuera, brillan de azul, violeta e incluso verde.

Hay mucha gente en la entrada, por lo que nos cuesta un montón entrar. Cuando finalmente lo hacemos, mi hermana distingue a un chico al quien jamás vi en mi vida. Se lanza en sus brazos y cuando ambos comienzan a acercar sus rostros así del otro, aparto la mirada.

-Uhhh-Digo en voz alta.

Adrien me sonríe y toma mi mano mientras la música electrónica reboza en el lugar. Su tacto ahora es diferente, siento cada trozo de piel que roza la mía. Ahora comienzo a ver todo lo que estaba ocultando.

La gente comienza a gritar cuando alguien aparece detrás de la puerta de lo que parece ser la cocina. Como acción siguiente a la de gritar, comienzan a empujar sin parar hasta que nos vemos aplastados contra una puerta. Adrien se ve obligado a afirmar el picaporte de esta y meterme dentro de un tirón cuando la abre.

-Dios mío-Murmura cuando la puerta se cierra a su espalda.

Levanto mis manos y comienzo a tocar la pared en busca de algún interruptor de la luz. Cuando por fin lo encuentro, a un metro de la puerta, lo enciendo. Estamos en una habitación que parece ser casi de poco uso. Puedo asegurar de que es la de invitados. Una cama de una plaza y media cubierta con un edredón de color blanco descansa en el medio. Un mostrador con un gran espejo en el frente y a un lado de una cajonera.

Y frente a mí, el chico con la sonrisa más hermosa que he visto jamás.

Su cabello se ha revuelto aún más de lo normal. Tiene el nudo de la corbata desecho y el primer botón de la camisa desabrochado. Doy un paso hacia él para poder arreglarlo pero él toma mis muñecas.

Y las levanta sobre su cabeza para que pueda enlazarlas tras su cuello.

Me encamina hasta que mi espalda toca la pared opuesta a la puerta de entrada a la habitación y junto con una mirada que me devora hasta el alma, une mis labios nuevamente con los suyos, Los siento ahora con mucha más fuerza y disfruto cada momento en que él mueve sus labios contra los míos para que puedan hacer su magia. Él suelta mis muñecas y las posa en mi cintura justo cuando la puerta se abre.

-Vaya, vaya-Dice alguien soltando una carcajada-Debo admitir que jamás pensé que vería esto. Chloe Bourgeois y Adrien Agreste ¿Quién lo diría? Creo que te has tomado el papel de guardaespaldas demasiado serio, linda.

Déjame sin palabras (Adrichloe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora