-Diablos, mamá ¿Podrías apurarte?-Digo cuando estoy de pie en la entrada de mi casa. Miro al vecindario y veo que la señora Raicomprix esta regando el pasto. Levanta la mirada y me sonríe. Sonrió también.
-Vamos, enana, te llevaré-Grita mi hermana mayor pasando por mi lado. Vestía de negro todo el día. Pareciera que fuera gótica pero no lo era. De hecho, los odiaba pero aún así parecía una de ellos.
Suspiro y me meto en el interior del pequeño auto blanco y un olor a vainilla me ahoga.
-Dios mío, Taylor ¿Era necesario un poco más?-Me llevó las manos al cuello y bajo el vidrio. Tomé aire y sentí que el auto paro de un golpe.
-O te acostumbras, o bajas.
-Oh, no-Bajé de inmediato del vehículo y corrí dentro del instituto. Taylor venía tras de mí, observando todo el lugar.-¿Qué? ¿No te apurarás?-Le grité. Ella me miró con aire de indiferencia.-Son ya las 8 de la mañana.
-Chloe, he estado en la escuela 18 años, un minuto más o un minuto menos no hará diferencia.
Me volteé y seguí corriendo. Rodeé los ojos y entré al pasillo. Estaba completamente vacío y solo el silencio corría en el.
-A-16, A-17-Seguí avanzando hasta que paré en una puerta azul-A-18
Abrí la puerta y un millón de caras voltearon hacia mí. Un hombre moreno y cejas pobladas se volteó a mí.
-¿Usted es el profesor Jackson?-Pregunté tratando de que mi voz sonara calmada. El profesor me sonrió.
-El único e incomparable-Extendió su mano y yo acomodé mis cuadernos en mi brazo derecho-¿Y usted es...?
-Chloe Bourgeois-Respondí extendiendo mi mano libre y se la estreché.
El profesor se volteó hacia la clase y abrió los brazos para abrir la boca.
-Bueno, Chloe, saluda a tu nueva clase.
-Hola-Dije. Solté una risa por lo estúpido que sonó eso. La clase rió.
-Espero que la traten bien y como se debe...-Miró hacia un chico de pestañas largas-¿Entendido Luka?
-Entendidísimo, señor-El chico se llevó una mano con los dedos estirados en forma de saludo militar. La clase soltó una risotada.
El chico popular. Pensé.
-Ve a tomar asiento, Chloe-Me dijo el profesor.
Avancé y vi un lugar vacío en un espacio de atrás. Dejé mis libros en la mesa y me senté. Miré a mi alrededor y comencé a observar la clase. El profesor seguía hablando y hablando.
-Este es un nuevo año y deben ocuparlo como se debe. Demuéstrenme que tienen batería para cargar o al menos que tienen.
Todos rieron excepto un chico que estaba a mi lado que solo sonrió. Lo vi y observé que tenía el pelo un poco largo. Se fijo en que lo estaba mirando y me sonrió fugazmente. Tenía la sonrisa más linda que había visto jamás.
O al menos, en mis cortos 16 años.
Tenía los ojos verdes y cuando sonrió unos hoyuelos aparecieron en sus comisuras.
-Ahora, abran el libro en la página 14 y trabajen con su compañero de al lado-La mayoría de la clase comenzó a bufar. Una chica rubia miró a otra rubia al otro lado de la clase e hizo un puchero-Sin reclamos, tienen toda la vida para hablar y toda la clase para trabajar. Veamos que recuerdan.
Miré a mi lado derecho y la chica rubia ya se había aliado con un chico. Y a mi otro lado solo quedaba el chico que había sonreído.
-¿Estás con alguien?-Le pregunté. Él giro la cabeza y alzó una ceja-Que si tienes compañero.
-Eh, no, claro que no-Respondió. Su voz era ronca y casi rasposa. Quizás era europeo.
-Mm-Murmuré. Tomé mi banco y lo pegué al de él. Colgué mi mochila en la silla para que no se cayera ya que siempre la dejo en el suelo y me reprochan. Noté que el tenía la misma-Woooow, me gusta tu mochila.
Él se giró y miró mi mochila. Sonrió y meneo la cabeza. Abrió el libro y sacó un lápiz de grafito.
-Me llamo Chloe.
-Lo he oído-Dijo él-El mío es...Adrien, Adrien Agreste.
Extendí mi mano y noté que el estaba nervioso. Levantó su otra mano que tenía apoyada en su pantalla y me la estrechó. Noté que tenía un anillo.
-Bueno, Adrien, veo que ahora seremos compañeros de matemáticas, que genial, ¿no?-Dije tratando de que mi sarcasmo se notara al 100%.
-¿Te gustan las matemáticas?-Preguntó tímido. Noté que no me miraba, si no que estaba copiando los ejercicios en su cuaderno.
-Creo que hasta la ardilla que espera su bellota allá fuera, notó el sarcasmo, señor-Espeté. Él solo me sonrió y siguió escribiendo.
La clase transcurrió y tuvimos que irnos. La escuela nos daba el resto del día libre, ósea, solo una hora y luego teníamos que irnos a nuestros hogares.
Siempre me pregunté porque hacían eso o porque teníamos que entrar a mitad de semana, como hoy, que es jueves.
Fui a buscar mi taquilla. La directora me había designado el número 112. Mientras iba caminando vi a unos chicos correr mientras miraban hacia atrás disimuladamente. Fruncí el ceño y traté de darme cuenta de que miraban.
Adrien venía caminando con su mochila colgada en su hombro y libros en su brazo derecho. La remera blanca se le caía de un lado de modo que pude ver su piel un tanto bronceada. Aún con los libros en la mano, puso la combinación de su candado y procedió a abrirlo.
No me había dado cuenta de que había detenido el paso.
Y tampoco de la cubeta que estaba sobre las taquillas.
Cuando él abrió su taquilla, la cubeta le cayó encima mojándole entero. Todos los del pasillo reían pero él ni siquiera se dignó a mirar hacia atrás. Noté que su pecho subió y bajó lentamente y que dejaba los libros y cuadernos en el suelo para sacar los otros.
Miré hacia mi lado mirando las taquillas.
108, 109, espacio. Seguían en las taquillas del pasillo de más allá. En las de Adrien.
Avancé.
110, 111, 112.
Abrí la taquilla mientras el se agachaba para recoger sus libros. Metí mis cosas y lo cerré. Cuando Adrien se levantó, yo estaba hurgando en mi mochila.
-Toma-Le dije extendiéndole una toalla rosa. Dios, vergüenza-Sécate.
Él me miró y me fijé que estaba chorreando completamente. Su remera blanca se le translucía un poco y se le ceñía a su cuerpo. Sus ojos, lloraban internamente y con el agua chorreándole por los lados, parecía más triste que nunca.
-Gracias-Susurró mirándome a los ojos. Aparté la vista y metí la mano en mi bolso.
¿Dónde estaba mi maldito celular?
-Toma-Dijo él, pero yo seguía buscando mi celular. Justo ahora no sabía donde estaba, justo-Chloe.
-Dime-Dije sonriendo victoriosa con el celular en mi mano. Él estaba estrujando su remera y sacudió su pelo. Bajo él, un charco crecía y crecía.
-Tu toalla.
-Oh-Respondí dándome cuenta. Que imbécil. Miré la toalla rosa y me percaté de mi nombre que estaba bordado con hilo blanco en la esquina inferior-Es del preescolar.
-¿Qué?-Preguntó sin mirarme. Estaba aún escurriendo el agua de su remera. Sacó sus llaves del bolsillo trasero y las sacudió. Espero que su celular no se haya mojado.
-Gracias por la toalla.
-No hay de qué.
-Y también por lo otro-Me dirigió por última vez la mirada y comenzó a caminar por el pasillo.
Mientras se iba y pasaba las puertas dobles mi mente se preguntaba que sería lo otro.
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Déjame sin palabras (Adrichloe)
FanfictionHistoria Adrichloe. PROHIBIDA LA COPIA Y ADAPTACIÓN. Los personajes no son míos son del creador de la serie de Miraculous lady bug, Thomas astruc.